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Y después de más de una semana de vacaciones, sin responsabilidad ni nada que hacer, todo vuelve a la normalidad. Volvemos al instituto.

El primer día que tengo que volver a madrugar, me cuesta muchísimo levantarme, doy vueltas y vueltas sin parar con las mantas enrollándose en mi cuerpo. Además, hace muchísimo frío en este mes de enero y eso hace que me despierte de mal humor.

Lo único que al final consigue que sonría es él, Fede. Con su WhatsApp de buenos días.
Consigo sacar un brazo de entre las mantas para coger el teléfono.

Hola, pequeña. Comenzamos de nuevo... Buenos días.

Cierro los ojos con un suspiro. Si, toca disimular ahora que entre nosotros parece haber algo. Y toca reencontrarnos de nuevo en clases... tanto con él como con Lucas después de nuestro tenso encuentro de hace unos días.

No le he contado a nadie lo que pasó, ni siquiera a Fede o Marta. Y tampoco he visto a mi amigo desde entonces.

¿Por qué se ha empeñado en estar conmigo? Ahora mismo soy la chica más enganchada a otro, a Fede. No me imagino estar con alguien que no sea él, por ello quiero a Lucas de amigo y nada más. No creo que nunca le haya dado indicios de lo contrario.

Desayuno en silencio y con parsimonia, y con la misma actitud, cojo la mochila y salgo para recoger a Marta. No, desde luego no quiero volver a la rutina.

Cuando llegamos al instituto siento un pena y añoranza, ¿por qué tienen que acabarse tan pronto las vacaciones? Allí con Fede no será igual, estoy casi segura que las cosas van a cambiar.

Hoy no tengo clase con él, pero hay costumbres que no deben cambiar nunca y aprovecho cada momento para observarle desde mi sitio específico y así no perderme ni uno solo de sus gestos.

Me encanta lo bien que se mueve, cómo se le marcan los músculos en cada movimiento que hace y sobretodo su pelo, que luce casi siempre despeinado. Ese pelo castaño con algunos reflejos claros cada vez que el sol se proyecta en ellos... y luego están sus dos ojos verdes, expresivos y dulces, que brillan de una manera especial cuando me mira.
No, es imposible ser más guapo.
¿Cómo puede estar ese hombre enamorado de mí? No me lo creeré nunca.

Hoy hay varias clases en las que coincido con Lucas, éste se sienta detrás de mí, no hace ni dice nada, pero de vez en cuando le pillo echándome miradas furtivas, lo que hace que no me sienta cómoda. No sé si está arrepentido o quiere matarme.

En el pequeño descanso de un par de minutos en el que hay cambio de clase, se acerca a mi mesa.

— ¿Has pensado en lo que te dije? — Apoya ambas manos en mi pupitre.

— No hay nada que pensar, Lucas. — Lo miro a los ojos.

— ¿Cómo que no? No necesitas escoger el camino difícil que te lleva a Fede, conmigo es fácil. Mismos amigos, mismo instituto, misma edad... — Aprieta la mandíbula cuando habla.

Viene la profesora de inglés y lo agradezco muchísimo, ya que manda sentar a todos los que están de pie y Lucas no puede seguir hablando y diciendo estupideces.

¿El camino difícil? Con Fede todo es increíble, mágico, perfecto...la palabra difícil no cabe en esta historia, no tiene hueco por ningún lado. Da igual que nadie pueda verlo, porque yo misma estoy viviéndolo en mis carnes.

En el descanso por fin me reúno en la cafetería con Marta y Diego, Lucas, como era de esperar, no aparece cerca de nosotros.

Yo busco a Fede con la mirada, necesito al menos tenerlo cerca unos minutos... o al menos verle. Pero al parecer, no tengo demasiada suerte por ahora.

— ¿Cómo te va con él? — Me pregunta Marta de vuelta a clase. No menciona el nombre de Fede y lo agradezco, aquí hasta las paredes escuchan.

— Todo está como siempre — Respondo.

— ¿Pero no piensas en cómo será estar con él? — Me pregunta de forma efusiva — ¿O besarle?

— No he querido pensarlo demasiado — Es cierto, si lo hiciera ya me habría vuelto loca hace tiempo. — Pero eso surge, sin más.

— O no, a veces hay que buscarlo — Se encoge de hombros.

¿Buscarlo? No había besado nunca a nadie, y por supuesto, me gustaría que Fede fuera el primero. Estaba feliz porque fuera así, porque nunca me había enamorado de esa manera, ni nunca me había ilusionado tanto con nadie. Siempre he creído en el amor, pero nunca lo había sentido así.

Fede me da todo lo que necesito, todo lo que buscaba sin darme cuenta, incluso me da eso que ni siquiera buscas, que aparece sin más.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora