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Al día siguiente llamo a Marta a mediodía para interesarme por su estado, he esperado hasta tan tarde para asegurarme que estará despierta.
Lo coge al quinto tono, cuando estoy a punto de colgar.

— ¿Si? — Me contesta su voz cansada.

— ¿Qué pasó ayer? — Le increpo, estoy un poco enfadada con ella.

— Bebí un poco más de la cuenta, sí... pero no pasa nada — Responde, está algo afónica, imagino que de cantar a voces.

— ¿Un poco? — Repito, irónica — Ya te vale, podrías haber controlado, ¿no crees?

— Un día es un día, no seas aguafiestas. — Protesta ella.

Pongo los ojos en blanco, una se preocupa por su amiga y resulta ser una aguafiestas... qué bien. Quizá tenga razón y deba soltarme de vez en cuando, pero no entiendo la gente que pierde así el sentido y no sabe lo que hace cuando bebe.

— ¿Tú qué hiciste? — Pregunta ahora.

— Poca cosa, hablé con Lucas, con Alex, que por cierto, es un pesado. Y enseguida me vine a casa.

— ¿Alex, el hermano de Diego? — Parece despejarse en segundos.

— El mismo — Resoplo.

— Está bastante bien, la verdad — Dice en voz baja — Aunque bueno, tiene una fama...

— Si te soy sincera a mí solo me pareció bastante raro. — Y un tanto cargante, también — ¿Pero a qué te refieres con lo de la fama?

— Ya sabes, de mujeriego. ¿Tú por qué dices que es raro?

— Aparecía por todos lados, me daba la vuelta y ahí estaba — Gruño, aunque ahora que lo pienso me hace gracia.

— Qué inocente eres todavía — Ríe — Conociéndole, seguro que le gustaste y quería ligar contigo.

— Yo creo que no... — Muevo la cabeza a ambos lados — Además, si es así, tampoco me interesa demasiado.

— Oh, claro, que estoy hablando con la gran enamorada, que solo tiene ojos para su guapísimo Fede.

— Eso es — Suelto una carcajada, dándole la razón.

Quedamos a comer juntas, ya que con los exámenes y demás, hace ya que no teníamos tiempo para nosotras. Aprovecharemos estos días de vacaciones para terminar de ponernos al día, aunque sí es cierto que no hemos dejado de hablar.

Informo a mis padres, que están bastante suaves desde hace un tiempo. Me permiten salir siempre que me apetece aunque con sus debidas restricciones, claro.

Sobre la una y media del medio día salgo de casa para recoger a mi amiga, me pilla de camino.

— ¿Viene Diego? — Le pregunto una vez que está preparada y sale.

— No lo creo, anda un poco mosqueado por lo de ayer. Dice que le fastidié su fiesta de cumpleaños... — Se queja, poniendo los ojos en blanco.

— Ya... — Yo había pensado lo mismo. Diego lo estaba pasando bien hasta que la vio hacer locuras y tuvo que preocuparse por ambos. Aunque eso no se lo digo a ella, claro.

Le pido un minuto para llamar a Fede y avisarle de que he salido con ella, no hay problema, ya que él ha quedado con un par de amigos con los que hace tiempo que no coincide, irán a uno de esos paseos largos por el campo que no me importa perderme y después cenarán en su casa.

— No me hablas nunca de tus amigos... — Le digo, algo decepcionada. A veces siento que no conozco ciertas partes de su vida que para él son importantes.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora