Mamá decide no comentarle nada a papá, al menos de momento.
No le hace demasiada gracia nuestra relación, ya no por la edad, que también es un inconveniente, sino por el hecho de que sea mi profesor.
Todo fue gracias a Fede, a sus palabras, que me conmovieron a mí pero sobretodo convencieron a mamá. No pudo resistirse después de todo lo que dijo, y en la sinceridad que mostró.Se supone que soy el mayor, el responsable, el que debería decir que está locura acaba aquí ahora que estamos metidos en un lío. Pero no quiero, siento de verdad que eres tú con quien debo estar. Juntos somos felices... y contra eso nadie puede luchar.
Sonrío cada vez que lo recuerdo, palabra por palabra.
Parece una típica historia de película o de novela de amor, pero no, es real y me pertenece. ¿Cómo puede existir alguien tan perfecto tanto por dentro como por fuera? Estoy feliz, muy feliz. Sobre todo porque después de esto, la relación se ha afianzado más todavía.
— ¡Qué fuerte! ¿Y cómo se lo vas a decir a tu padre? — Marta me interroga después de haberle contado toda la historia.
— Mi madre dice que se ocupa ella — Me encojo de hombros — Pero...creo que se lo tomaría mejor si fuera yo misma quien se lo explicara.
— Imagino que sí — Se mete una golosina en la boca, llevamos toda la tarde en su casa comiendo guarrerías — ¿Y tu madre, lo ha asimilado así, sin más?
— ¡Qué va! — Contesto, buscando la bolsa de patatas — Lo suyo le ha costado, de hecho, intentó que termináramos... pero desde el principio me negué y bueno, al final creo que ha asimilado que no es un capricho.
— Estás más pillada de lo que creía — Mastica lentamente, mirándome — ¿Quieres que te cuente algo? No va a servir de nada pero...
— Claro — Asiento, metiéndome un puñado de patatas en la boca.
— ¿Te acuerdas de Alex, el hermano de Diego?
Vuelvo a asentir, hace tiempo que no sé nada de él. Pero sí recuerdo lo raro que era y que no me hacía sentir demasiado cómoda.
— Bien, pues quiere salir contigo. — Suelta del tirón.
Casi me atraganto con la cantidad de patatas que tenía dentro de la boca. ¿Que, qué? ¿Por qué ese chico había dicho algo cómo eso, cómo que quería salir conmigo? Casi ni habíamos cruzado cuatro palabras.
— Bueno, qué más da. Yo estoy con Fede — Sentencio sin más.
— Y lo sabe — Mueve la cabeza arriba y abajo — Por eso quiso que Diego se interesara por tu relación.
— ¿Y qué se supone que quiere entonces? — No lo comprendo.
— No lo sé — Se encoge de hombros — Está empeñado en salir contigo al menos una vez, dice que solo así conseguirá convencerte... no tengo ni idea, es cierto que es poco raro.
— ¡Ni hablar! — Me niego, algo indignada — No pienso salir con él ¿Convencerme? ¡Vaya estupidez!
Marta ríe, sabía de sobra mi respuesta, supongo que Diego y Alex le han convencido para hacerme esta pregunta, aún a sabiendas de mi respuesta.
No entiendo a Alex, ¿Por qué meses después de la última vez que nos vimos quiere salir conmigo? Si en la última fiesta en casa de Lucas apenas hablamos, y días después, simplemente me acercó a casa. Seguro que es uno de estos típicos chicos que se ponen retos, conquistan a quien quieren y ya se sienten orgullosos.
Ni siquiera merece la pena que le dé vueltas al asunto. No hay nada que pensar acerca de eso y es el no más rotundo que pronunciaré jamás. Tengo a Fede, ¿qué necesidad habría de salir con cualquier otro?
Esta tarde Fede tiene uno de sus famosos partidos, no podremos vernos así que me dirijo directamente a casa, en la que tampoco hay nadie, decido estudiar ya que pronto estarán aquí los exámenes finales.
Cuando llevo menos de media hora, me llega un WhatsApp, cojo el móvil pensando en que será Fede, o quizá Marta, pero no... tan solo es un número desconocido.
— ¿Ni una vez? — Dice el mensaje.
Quien sea, debe haberse equivocado, así que bloqueo de nuevo el teléfono dispuesta a volver a concentrarme, pero no hay manera porque un nuevo mensaje suena.
— Vamos, nena. Dijimos que ya nos veríamos, ¿no me vas a dar ni una oportunidad?
— ¿Quién eres? — Tengo serias sospechas, pero aun así quiero asegurarme, preferiría equivocarme.
— Alex —No, por desgracia he acertado — Veo que te has olvidado de mí, yo sin embargo no te olvido...
Oh, vamos, no se puede ser más patético, ¡qué bien se tiene aprendido el papel! ¿Cuál será el siguiente paso? Hasta siento curiosidad.
— Creo que sabes que tengo novio.
— Lo sé, y no te estoy pidiendo que seas mi novia, simplemente que salgas una vez conmigo y me conozcas.
— No es una buena idea.
— ¿Ni como amigos? Vamos nena, una vez. Dime que sí.
Dejo el teléfono, enfadada. Me cabrea este tipo de situaciones, no lo conozco, lo he visto dos veces en mi vida y soy como una especie de objeto para él, ¡qué asco! ¿Qué clase de persona te propone algo así?
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Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...