No tengo ni idea de quién es esa mujer, solo puedo mirar hacia esa dirección absorta, como si lo que estoy viendo no fuera real. Siguen hablando, los dos solos y con una complicidad que me molesta.
— Oye, seguro que no es nada — Me pone la mano en el hombro para tranquilizarme — Es una profesora de segundo, lleva años aquí, serán amigos.
— Pero Marta, ¿has visto cómo le toca? — Pregunto, moviendo la cabeza a ambos lados y aunque nos estemos alejando tengo esa imagen grabada, no consigo entenderlo.
Asiente y entrelaza su brazo con el mío, pegándose a mí. Marta es buena amiga, ha comprendido que quizá me molestaría ver algo así, y estaba en lo cierto. No quiero apresurarme pero no comprendo esa actitud.
Me dice que espere un segundo para enviar un mensaje a Diego, le dirá que se marche con Lucas a casa y así ella podrá venir conmigo.
Llegamos a su casa en silencio, apenas me he dado cuenta del recorrido porque he pasado todo el camino con la vista pegada al suelo, pensativa y más confusa si cabe que antes.
— Gracias Marta, nos vemos mañana — Le digo, despidiéndome.
— Si quieres puedo ir a casa contigo, comemos juntas y charlamos — Se ofrece ella — No pienses demasiado en eso, seguro que es una tontería. Con Diego hemos tenido varias situaciones así y siempre había una explicación.
— Tranquila, estaré bien — Esbozo una pequeña sonrisa — Luego te llamo, ¿vale? — Ahora mismo necesito estar a solas.
— Vale — Asiente, aunque no quedándose muy convencida, ya que me echa un par de miradas por encima del hombro mientras se aleja.
— ¡Y gracias por todo! — Le grito cuando apenas la veo.
— ¡Para eso estamos! — Exclama, despidiéndose con la mano.
Hoy al parecer, voy a comer sola, papá y mamá no están en casa pero sí hay una nota diciendo que no les espere y, por supuesto, que tengo la comida preparada en la nevera.
Con la cabeza en otro sitio y de forma automática, dejo la mochila en la entrada y me dirijo a la cocina para sacar la comida y calentarla.
Como con lentitud y parsimonia, no tengo mucho apetito. Escucho el sonido de mi teléfono móvil, que todavía no lo he sacado del bolsillo pequeño de mi mochila. Leo el mensaje que acabo de recibir, es Fede.
— ¿Dónde estás? He estado esperándote para llevarte a casa.
Decido no responderle, al menos no por ahora. Quiero pensar con la cabeza fría y después, hablar con él en persona para poder preguntarle ciertas cosas. Si no, no estaré tranquila.
Cuando termino de comer, comienzo a hacer los deberes de inglés, no estoy muy concentrada pero no quiero que después se me acumule todo el trabajo.
Durante el trascurso de la tarde Fede me llama dos o tres veces, tampoco respondo. Sé que va a estar preocupado y no lo merece, pero todavía siento el pinchazo en el pecho por lo que he visto hace apenas unas horas.
Voy a darme por vencida cuando suena de nuevo una llamada, pero al descolgar descubro que esta vez no es él, si no Marta.
— ¿Estás bien? — Pregunta, preocupada.
— Sí — Respondo de forma calmada — Estoy haciendo el trabajo de inglés.
— Ya y... ¿has hablado con Fede?
— Todavía no... — Trago saliva mientras le contesto.
— Hazlo, deja al menos que se explique. — Suspira por el auricular — Después de todo lo que estáis luchando para poder estar juntos, es lo mínimo.
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Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...