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Nuestra mirada se mantiene lo que parecen horas, pero apenas son unos segundos. Algo en mi interior, algo que es más fuerte que yo misma, quiere que todo vuelva a ser como antes, que nada de lo que nos separó hubiera sucedido.

Un golpe al otro lado del gimnasio hace que por fin apartemos la mirada el uno del otro, algún compañero mío se ha caído, por lo que Fede corre a ayudarlo.

— ¡Madre mía! ¿Qué ha sido eso? — Marta viene hasta mi lado, parece que se ha dado cuenta.

— ¿Se ha notado mucho? — Pregunto, preocupada y observando a otros compañeros, que siguen en sus cosas sin percatarse de nada.

— No, tranquila. — Sacude la cabeza — No puedes evitar lo que sientes, ¿verdad?

— Es difícil evitarlo teniéndole tan cerca.

Marta me sonríe, una sonrisa triste que no me hace sentirme demasiado bien.

¿Será así el destino, quiere que estemos juntos y por eso ha mandado de vuelta a Fede? Pero no siempre hay que obedecerle, eso lo tengo claro después de que nos haya separado.

Durante el trascurso de la clase hacemos todo tipo de ejercicios físicos hasta terminar completamente agotados. Una vez que suena el timbre nos dirigimos a los vestuarios.

Me doy una ducha lenta para poder aclarar mis ideas. Como siempre, hay todo tipo de comentarios sobre Fede y la ilusión de que haya vuelto, también mencionan a Eric... pero hoy tampoco es que preste demasiada atención.

Ahora mismo solo puedo pensar en la tensión que se acumula cada vez que Fede y yo nos miramos, y sobre todo, en si podré aguantar dicha tensión.

Cuando salgo de la ducha, una de mis compañeras de clase está terminando de vestirse, la otra maquillándose exageradamente. Yo me visto con tranquilidad y no sé si lo estoy haciendo a propósito para encontrarme con Fede, si algo en mi subconsciente me hace actuar así.

Salgo la última, pero él ya no está en el gimnasio. Al menos eso hace que pueda ponerle un poco de cordura a lo que está pasando.

Llego a clase de inglés terriblemente cansada. Me dejo caer en la silla como si de mi cama se tratara mientras escucho a la profesora tan atenta como soy capaz ahora mismo.

Eric está dando clase fuera a los de primero, algunas alumnas lo miran con una sonrisa permanente en el rostro y no puedo evitar pensar en el año pasado, justo cuando yo miraba a Fede del mismo modo.

Camino de vuelta a casa junto a Diego y Marta, Lucas como siempre se ha marchado en su moto. Siento de esa envidia sana al verlos como el primer día, ellos sí han encontrado a la persona indicada, a esa que no falla a las primeras de cambio.

— Yo me quedo aquí — Dice Diego cuando hemos llegado a su casa — Nos vemos mañana — Da un pequeño beso a Marta y se despide con la mano, alejándose de nosotras.

Mi amiga y yo seguimos caminando juntas, al principio en silencio, creo que a ambas nos puede el cansancio y solo estamos deseando llegar.

— Se os ve bien — Le hago saber, refiriéndome a ella y a Diego, claro.

— Si... Diego es esa especie de chico del que sabes que no debes dudar. — Se encoge de hombros, aunque quiera ser una chica dura le sale una pequeña sonrisa cada vez que habla de él — Siempre va a estar ahí, no es un romántico ni nada por el estilo, pero estamos bien.

— Me alegro, tanto por vosotros como por Lucas. — Le digo con sinceridad.

— Solo te queda a ti encontrar a tu príncipe azul — Ríe, pegándome un pequeño codazo — Además, tienes para elegir.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora