No puedo creer esto, es como si no lo estuviera viendo y viviendo yo misma.
— ¿Por qué haces todo esto por mí? — Pregunto, señalando el precioso camarote con su televisión, su pequeña mesa, su sofá y una gran cama de matrimonio con vistas al mar. Es simplemente perfecto.
— Porque te amo, ¿hay más razones que esa? Te lo he dicho mil veces, pero te lo repetiré las que sean necesarias; quiero hacerte feliz.
— Y lo haces... créeme, aunque no hicieras todo esto yo sería feliz viéndote cada mañana y sabiendo que eres la persona con quien comparto mi vida.
— Lo sé pequeña, y mañana por la mañana nos despertaremos aquí, en este lugar tan mágico, juntos.
Fede me guía por el barco, me cuenta que algún que otro verano ha trabajado ahí, en fiestas que organizan, y por ello lo conoce tan bien y ha podido conseguir este viaje con tan poca antelación.
— Eso no me lo habías contado, no tenía ni idea de que ya habías estado aquí. De hecho, ¿has traído a alguna chica más? — Pregunto, frunciendo el ceño y, debo reconocer que un poco celosa aunque no tengo motivo, si lo ha hecho ha sido en un pasado.
— No, tú eres la primera y la única — Dice, antes de besarme fugazmente— Solo venía aquí por trabajo, nunca ha habido nadie tan especial como lo eres tú.
Me enseña el comedor, la sala de fiestas... ¿cómo puede ser eso tan grande? No puedo dejar de asombrarme a cada paso que doy, el estrecho pasillo me había engañado, haciéndome creer que las habitaciones serían del mismo tamaño. Pero todo es gigante, como una especie de ciudad que flota sobre el agua.
— Y aquí tenemos la cubierta, mira, vamos a zarpar ya — Señala la rampa por la que hemos subido, que en este momento está siendo retirada.
Azul y más azul, es todo lo que veo mirando al horizonte, un azul precioso en el que ahora floto, aunque, así me siento desde que Fede está conmigo. Sin necesidad de barco, él me hace flotar.
— ¿Tienes hambre? — Me pregunta.
Asiento, ni me había dado cuenta pero me ruge el estómago.
— Comamos algo.
Volvemos al comedor, ahora bastante más lleno de gente, casi abarrotado. Nos sentamos en una mesa y desayunamos de todo; tortilla, bacon, cereales...
— Está riquísimo — Digo, devorando todo lo que hay sobre la mesa.
— Disfruta pequeña — Se apoya la mesa para observarme mejor — Me encanta verte así.
— Así, ¿cómo?
— Tan... alegre.
— Lo provocas tú. Toda mi felicidad empezó cuando te conocí.
Sonríe y me mira con ese brillo en sus ojos verdes tan especial. Ese brillo que me enamoró el primer día.
Después de comer nos bañamos en la piscina de la parte de atrás de la cubierta.
— Qué raro es esto — Digo dejándome llevar por el agua, que me maneja a su antojo.
— ¿El qué, princesa?
— Estoy metida en el agua dentro de un barco... ¡que va por el agua! — Río, sintiéndome algo estúpida.
Él también suelta una carcajada, abrazándome y pegándome a él. Aquí podemos ser Fede y yo, sin nadie más.
Ver anochecer desde allí... es demasiado bonito para ser verdad.
Desde que estoy con Fede, a veces dudo si estoy en un sueño y cuando me despierte todo esto no estuviera sucediendo, porque esto no pasa en la realidad, ¿o sí?Hemos disfrutado todo el día de un lado a otro y ahora comienza a anochecer, el barco navega ahora a más velocidad y siento el viento en la cara cuando salimos al exterior.
— ¡Fede, ven! — Llamo su atención — Siempre he querido hacer esto.
Salgo corriendo de lado a lado del barco, con Fede persiguiéndome y seguramente pensando que estoy un poco loca, pero así es la mente de una persona soñadora y enamorada. Llegamos hasta proa.
— Oh, pequeña, eres la persona más romántica que he conocido en mi vida — Sonríe, moviendo la cabeza a ambos lados, sabiendo lo que me propongo.
— Habló mi Romeo... ¡tú sí que eres un gran romántico! — Le hago una mueca burlona — Creo que no voy a tener otra oportunidad de hacer algo así. ¿Me sujetas?
Con cuidado lo hago, algo que llevo soñando desde pequeña, desde que vi por primera vez Titanic. La única diferencia es que no sabía que iba a sentir este pánico al estar tan cerca y oír el agua enfurecida justo debajo.
Igualmente me coloco ahí, justo en el final de la proa, subiendo un par de barras que componen la barandilla, lo que hace que gran parte de mi cuerpo quede en el aire, el último soporte de aquella barandilla sujeta solo mis piernas.
— Tranquila, mi niña — Fede susurra en mi oído, haciendo así que me calme.
Cuando me aseguro de estar bien sujeta, extiendo los brazos y cierro los ojos... ¡es increíble! Es justo como siempre he soñado, no, ¿qué digo? Es mejor porque tengo a Fede junto a mí.
Noto sus brazos alrededor de mi cintura, sujetándome con firmeza.
— ¿Ya estás volando, pequeña?
— Si Fede, ya vuelo a tu lado.
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Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...