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Llego a casa tarde, tardísimo diría, ya que casi comienza a amanecer.

La noche en vela en compañía de Fede ha sido tan perfecta... que se me han pasado las horas volando.
¿Qué sorpresa me tendrá preparada?

No iremos a ningún sitio en concreto, sino a varios... vagaremos por el mundo.

Esa es la pista, ¡vaya una pista! Por mucho que pienso no se me ocurre nada.

Me meto en la ducha antes de dormir para, al menos, quitarme el olor a cloro.

A pesar de llevar toda la noche sin pegar ojo, no tengo sueño. Debería acostarme al menos un par de horas, pero siento que voy a dar vueltas y vueltas en la cama sin éxito, así que me preparo el desayuno y ya que hace un día estupendo, decido irme a correr, hace demasiado tiempo que no hago deporte.

Desde que llegué aquí, a esta ciudad, perdí la costumbre. Antes lo hacía, y dado que ahora no tenía clase ni responsabilidades, estará bien ponerse en forma, empezar de nuevo.
Me visto con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes y salgo cuando aún es temprano y no hay casi nadie por las calles.

Me pongo los auriculares con música aleatoria ya que tengo todo tipo de gustos, y salgo de casa. Ahora mismo en mis oídos comienza a sonar en la puerta de al lado, una nueva canción de Laura Pausini que me encanta.

Porque te quiero a ti, que estás ahí. En la puerta de al lado... — Canturreo mientras corro, alegre y en calma.

Noto a alguien a mi lado de repente, antes de que pueda darme cuenta me quita el auricular derecho y cuando miro hacia esa dirección veo cómo Alex se lo coloca cuidadosamente.

— ¿Música de enamorados, no? — Bailotea de forma ridícula — Viniendo de ti nada me sorprende.

— ¿Qué haces? — Le espeto a Alex, que ahora corre a mi lado.

— Lo mismo que tú — Responde — De hecho, ni sabía que corrías.

— No lo hacía, he decidido empezar hoy... ¿Tú no paras de aparecer por todos lados? Me has asustado.

— Yo soy así, nena — Me sonríe — Apuesto a que también aparezco en tus mejores sueños, ¿a que sí?

— En todo caso, aparecerías en mis peores pesadillas. — Pongo los ojos en blanco.

— ¡Eso ha sido un golpe bajo! — Choca su hombro contra el mío, riendo.

— Te lo merecías — Es divertido, pero ya me asusta ser amable con él, enseguida piensa cosas raras.

— Vale, vale, está bien. Mantendré la boca cerrada.

Ahora empieza a sonar Capitán Tapón de Alejandro Sanz en mis odios y observo a Alex, que sigue con mi auricular puesto y mira al frente, sonriendo, aunque no sé porqué.

— ¿De qué te ríes?

— De nada.

— Ya claro... — Le quito el casco y giro por una calle a la izquierda, el camino contrario al que iba él.

— Venga, no te enfades, te lo digo... — Me dice acelerando para llegar a mi alcance — Es por tu música.

— ¿Qué le pasa a mi música?

Laura Pausini, Alejandro Sanz... ¿de verdad? ¿No tienes algo más animado para correr?

— A mí me gusta este tipo de música — Le digo seria, ¿quién es él para cuestionar lo que escucho?

— Está bien... — Pone ambas manos con las palmas apuntando hacia mí, en gesto de rendición — Lo siento.

— No pasa nada — Contesto, ahora más tranquila pero todavía mosqueada.

Te quiero sin querer, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora