Me aferro a la mesa con ambas manos, con toda la fuerza posible porque todo empieza a darme vueltas y siento que puedo caerme al suelo en cualquier momento.
Tengo ganas de gritarle, de decirle a papá de todo, ¿cómo ha podido hacernos algo así? ¿Cómo ha podido vivir bajo el mismo techo que yo, viéndome sufrir durante más de un mes y aun así, no decir nada?Pienso en Fede y solo tengo ganas de llorar por él, apenada por todo lo que ha sufrido. Es el autentico amor de mi vida y ahora no tengo ninguna duda.
Se ha disculpado conmigo cuando me dejó y desde el principio el único culpable era mi padre, ha asumido una culpa que no tiene, nunca ha tenido. Ni siquiera me contó el chantaje de mi padre, simplemente para protegerme, para no hacerme daño.— ¡Ya has hecho demasiado! — Le grito con la cara cubierta de lágrimas, él simplemente me observa, no ha dicho nada más — Ahora me vas a dejar vivir mi vida tal y como la quiero vivir, con Fede. Y si tiene que ser lejos de aquí, lo será.
Subo a mi habitación sin mirar atrás y doy un portazo al entrar. Es de noche y tiene pinta de ser muy tarde, Fede seguramente ya duerme y no quiero despertarle.
Mañana hablaré con él, mañana, por fin, estoy más segura que nunca que debo estar con él, no necesito pensar nada más.Me enjuago con el dorso de la mano las pocas lágrimas que quedan en mis mejillas, ahora que por fin lo sé todo, estoy más tranquila. Puedo tomar las riendas, saber qué tengo que hacer y no dejarme llevar por nada, ni por nadie. Una extraña calma me embriaga por completo, estoy cansada, demasiado... y no tardo en quedarme dormida.
***
Esa mañana no me despierta el sonido de la alarma, si no la fuerte lluvia que golpea el cristal de la ventana de mi habitación, me despierto mal humorada hasta que me doy cuenta de que estamos en plenas vacaciones de navidad. Sí, está cayendo un aguacero ahí fuera, pero no tengo que ir al instituto.
Sé lo primero que tengo que hacer esa mañana, así que palpo en mi mesita de noche hasta dar con mi teléfono móvil.
— ¿Sabías que eres el mejor? — Tecleo rápidamente en mi móvil, mandándole un WhatsApp a Fede.
— Mi pequeña se ha despertado de buen humor está mañana... — Contesta casi al instante, ya está despierto.
— Por tener a alguien como tú a mi lado, ¿podemos vernos?
— Claro, princesa, de hecho, yo estoy viéndote desde que has despertado.
Rápidamente me incorporo, de un salto y como si tuviera un muelle bajo mi cuerpo, me asomo al balcón, donde le veo sonriendo, alegre y contento mientras se cobija de la lluvia. Siento una punzada de culpabilidad por todo lo que ha pasado, tengo que hablar con él cuanto antes.
— ¿Qué harás hoy? — Le pregunto, sin dejar de observarle.
— Mi familia viene a visitarme, pasaré unos días con ellos.
— Está bien, amor — Le mando un beso a la lejanía, me ve y hace como si lo cogiera y lo guardara en su bolsillo — Y por cierto... feliz navidad.
— Igualmente pequeña, te quiero.
— Te quiero, amor.
Vale, tengo que bajar a la cocina pero no quiero hacerlo. Sé que papá no va a estar, estoy segura de que ahora mismo no quiere enfrentarse a mí y lo agradezco, a mí tampoco me gustaría.
— Buenos días, mamá — Saludo al entrar, con una sonrisa en la cara debido a mi conversación con Fede de esta mañana.
— Hola cielo, ¿has descansado? — Me observa con expresión preocupada.
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Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...