No es que tenga alucinaciones de repente, lo que acabo de ver con mis propios ojos es una realidad, una extraña casualidad,
Si, la verdad es que la ciudad no es demasiado grande, de hecho, cualquiera de mis tres amigos vive muy cerca de mi casa. Pero, ¿justo enfrente tenía que ser? ¿Eso me beneficiaba o era todo lo contrario? Y lo más importante, ¿me habría visto él a mí ya? No lo creo.
Es curioso que no lo haya visto en todo el verano, aunque lo cierto es que apenas he salido de mi habitación.En su interior ahora ladra un perro, recibiéndolo. ¿Vivirá solo? ¿O es la casa de sus padres y simplemente ha venido de visita? O bueno, cabe la posibilidad de que tenga pareja, claro, lo raro es que no la tuviera, es prácticamente perfecto... quiero decir, es guapo y amable, sería lo más normal del mundo.
Decido soltar los barrotes que tengo agarrados con fuerza sin apenas darme cuenta, y alejar mi frente de la barandilla, por mi propio bien y por el de mis otros vecinos, cualquiera que me vea ahí, con la vista puesta en la casa de enfrente y sin pestañear, a saber qué puede pensar.
De acuerdo, he salido para leer y eso haré, aunque mi guapo profesor esté a unos cuantos metros y no pueda dejar de pensar en eso.
No, la historia entre Noah y Allie está esperándome, y es tan bonita, tan real... que a veces sueño con tener algo así, para siempre. Muestras de amor, cartas, una persona que te espera pase el tiempo que pase... suspiro, apenada, esas cosas no pasan en la vida real, al menos no en la mía.
Escucho el motor de un coche y miro por encima de mi libro, mis padres han llegado y están aparcando no muy lejos de la puerta de casa. Veo cómo entran unos minutos después.
— ¿Míriam? — La voz de mamá suena desde abajo.
— ¡Ya voy! — Grito para que me oigan, cerrando mi libro sin haber leído dos páginas seguidas y dejando todos esos sueños a un lado por el momento.
Están en el salón cuando bajo, ordenando algunas cosas. Mi madre, por supuesto, recolocando objetos que ya están en su sitio, no tiene remedio.
— ¿Cómo os ha ido el día? — Les pregunto — ¿La comida bien?
— Hemos ido a un sitio nuevo — Me explica mamá — No estaba nada mal, pero tenía todas las mesas ocupadas. ¿Tú te has comido todo lo que te he dejado?
—Si mamá, estaban muy bueno — Le quito el jarrón que ha limpiado por tercera vez — Pero no hace falta que me prepares nada, puedo hacerme la comida yo sola, ya lo sabes.
— No me cuesta trabajo, cariño. — Insiste ella. Qué cabezota es, siempre se lo digo y por supuesto, hace oídos sordos.
Después les cuento el altercado que he tenido, que he estado varios minutos perdida por el instituto y no encontraba la clase. También que Fede me ha ayudado y por fin he podido llegar al laboratorio.
— Menos mal que te has encontrado con tu profesor, si no estarías todavía deambulando por los pasillos — Bromea papá, sacándome la lengua.
Ambos se ríen, tal y como habían hecho antes mis amigos, aunque no es para menos. Estoy tan a gusto que incluso les explico la última novedad.
— ¿Sabéis que ese profesor es nuestro vecino? — Se me escapa.
— ¡Eso sí que es casualidad! ¿Cómo lo sabes? — Pregunta mamá alzando ambas cejas.
— Lo he visto mientras... leía en el balcón — Me encojo de hombros, como si el tema apenas tuviera importancia.
— Pues ten cuidado, ahora puede tenerte vigilada también fuera del instituto. — Bromea papá, que hoy ha venido del todo burlón.
Ambos ríen, inocentes y sin saber que se me acelera el corazón de nuevo con solo mencionarle o pensar en él. Es una locura, pero no de esas que terminan volviéndote trastornada, no es para tanto.
Es una especie de ilusión, algo perfecto para alguien como yo, una romántica empedernida que desde el primer día se fijó en su profesor y a la que la vida ha planeado varios encuentros. El choque en el primer día, después, cuando estuvo a punto de encerrarme en el gimnasio, hoy mismo, auxiliándome... y por último, que sea mi vecino.
Sí, yo tendré demasiada imaginación, pero cualquiera que lea algo así, ¿no piensa que detrás de todo esto puede haber una bonita historia?
Hasta parece que forma parte del destino, y con esos variados pensamientos y a pesar de saber que nada de eso va a pasar nunca en realidad, decido dejarme llevar y seguir soñando despierta.
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Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...