Me costó, y mucho, pero al final conseguí la ayuda de Marta, Diego y Lucas, apoyándome en mi falsa versión de la noche anterior.
— Entonces, ¿qué hiciste? — Pregunta mi madre, por cuarta vez.
— ¿Otra vez mamá? — Respiro hondo y hago memoria, para no fallar en ningún detalle — Fuimos a casa de Lucas, su padre pasaba la noche vieja con su nueva novia... me invitaron y me apetecía ir.
Oí decir a Lucas algo de eso hace tiempo, así que me decanté por aquella historia, además, era lo primero que me había venido a la cabeza.
— Bien, ¿y por qué no nos pediste permiso para ir?
— ¡Porque no me hubieseis dejado! — Exclamo — Creéis que soy una niña, pero estoy a punto de cumplir diecisiete años. Ni siquiera puedo ir a ver una película, ¿cómo os voy a pedir salir una noche?
Me voy del comedor enfadada, pero sintiéndome fatal por dentro, una parte es cierta, pero quizá no debí escaparme a casa de Fede...
¡Qué demonios! Volvería a hacerlo. Aguantaría los castigos necesarios, porque no me arrepiento de haber despertado a su lado.***
— Está bien, ya sé lo que les tengo que decir a tus padres, estabas con nosotros — Asiente Marta — Pero, ¿me vas a decir dónde te metiste esa noche?
Estamos mis tres amigos y yo en mi habitación, hemos quedado para hablar sobre ello, tendríamos que decir lo mismo para que mis padres terminaran de creerme.
— Estaba con Fede — Digo en voz baja, consciente de que solo Marta sabía lo que hay entre nosotros, sea lo que sea.
— ¿Con el profesor? — Diego no entiende nada y mira a mis dos amigos extrañado — ¿Qué hacías tú con el profesor?
— Luego te explico — Marta le hace un rápido gesto con la mano para que no siga preguntando.
— Bueno, entonces estabas en mi casa, no hay problema — Habla Lucas, con cara de pocos amigos.
Les doy las gracias y prometo invitarles a una cena, es lo mínimo después de la que me han librado, ahora me doy cuenta de lo importante que es tener unos buenos amigos, que sepas que están ahí en las buenas y en las malas.
Mis padres, al final y con mucho esfuerzo, deciden no castigarme.
Creo que les conmoví un poco con lo de la edad, así que prometo ser sincera la próxima vez... aunque claro, no me lo creo ni yo.
¿Sincera? No es fácil ocultando algo así.***
— ¿Está todo arreglado? — Fede me manda un mensaje esa noche — Si tienes problemas, puedo pasar a hablar con ellos si quieres, no sé, ayudarte de alguna manera — Me enternece, es tan tierno...
— Todo bien, que vengas tú solo empeoraría las cosas. Pueden pasar que me vaya a una fiesta con mis amigos, pero pasar la noche en casa del profesor... suena a locura hasta para mí — Muevo la cabeza a ambos lados.
— Pues sí, debemos estar locos el uno por el otro, pequeña. — Suspira — Y más para hacer algo como esto, lo siento mucho.
— No te preocupes — Quiero dejarlo tranquilo — Y dime, ¿cómo ha ido tu día, me has echado de menos?
— Eso lo hago cada segundo que no estás cerca — Solo es un mensaje, pero parece que me lo está diciendo al oído.
Sonrío. ¿Será siempre así, o cuando hayamos dado un primer paso cambiaran las cosas? De hecho, no sé qué pasará cuando demos ese paso.
Pero no, él es así, a Fede le sale natural ser así de dulce, tierno, sensible... ser terriblemente perfecto.
***
Esta tarde viene Lucas a casa a estudiar antes de que empiece el segundo trimestre. Quiere empezar bien y yo le ayudaré en lo que pueda, y más después del lío del que me ha sacado. No puedo hacer menos.
— Bueno, vamos con Literatura — Le digo colocando el libro sobre la mesa.
— ¿Para qué fuiste a su casa la otra noche? — Es lo primero que pregunta al sentarse, con una mueca desagradable.
— No sé Lucas, fui y ya está — Respondo, sin querer darle detalles.
— ¿Es que estáis juntos? — Me mira con ambas cejas en alto, haciendo así que varias arrugas se marquen en su frente.
— No. — Espeto de forma sería.
— Entonces, no entiendo nada...
— Hay poco que entender... — Suspiro, harta de dar una explicación tras otra — Sé que está mal, que es mi profesor, pero nos caemos bien, estamos a gusto el uno con el otro y pasamos tiempo juntos, ya está.
— No creo que si fuera simplemente eso tuvieras que ocultárselo a tus padres — Arruga la nariz — Hay algo más, tú lo sabes y yo también, ¿no me lo vas a contar?
— Es complicado...
— Explícamelo... somos amigos.
— Me he enamorado de él, ¿vale? — Suelto de carrerilla —Ya está Lucas, no le des más vueltas. Cuando estás enamorado haces locuras, y yo me escapé de casa. — Enseguida me arrepiento de todo lo que he dicho.
— ¿Y él? ¿Está enamorado de ti? — Pregunta con el ceño fruncido.
Me encojo de hombros sin responder.
Ya he hablado demasiado. Trago saliva, íbamos a estudiar y al final esto se ha convertido en una especie de juicio.— No sabes lo que siento decirte esto... — Susurra, cogiéndome una mano con las dos suyas — Pero ni creo, ni quiero que salga bien lo tuyo con Fede, él no es para ti.
— ¿Cómo? — Me suelto de forma brusca — No tienes derecho a decirme eso, ¿por qué él no es para mí? ¿Quién lo es entonces?
— Pues yo, ¿es que no te das cuenta? — Dice serio — Me fijé en ti enseguida, incluso lo intenté, pero se cruzó en mi camino el maldito profesor y todo cambió. — Su voz se convierte en un gruñido — Si no fuera por él, seguro que tú ahora estarías conmigo.
ESTÁS LEYENDO
Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...