La clase va sobre ruedas, de hecho, es la mejor que hemos tenido en estos pocos días de instituto.
Sorprendo a alguna gente e incluso creo que a mí misma, siempre me ha gustado el fútbol, pero llevaba sin darle una patada al balón tantos años que ni recordaba hacerlo, aunque al final todo ha salido mejor de lo que esperaba.No sé si todo se debe a que mi mirada ha coincidido con la de Fede en varias ocasiones, quizá solo haya sido una motivación, pero hasta estoy ilusionada.
Cuando terminamos, Marta se acerca resollando hasta mí. Se agacha, apoyando las manos sobre sus rodillas, está sudando de pies a cabeza.
— ¡Estoy que me caigo! Odio correr, en serio. — Exclama casi sin voz y desplomándose en el suelo.
— Qué exagerada — Río sin poder evitarlo al verla de esa manera, sentándome a su lado. Y así también haciendo tiempo para no tener que ducharme con todas las demás — No es para tanto
— Vaya que no... — Se seca las gotas de sudor que le correr por la frente, dirigiendo la mirada a Fede, que recoge los balones metiéndolos en una bolsa gigante — ¿Qué mosca le ha picado antes a Lucas? ¿Por qué ha dicho eso sobre Fede?
— Ni idea — Me encojo de hombros. Mirando a otro lado.
— ¿Seguro? — Alza ambas cejas — Lo poco que te conozco me dice que ocultas algo.
No, no puedo soltar la bomba y ya está. No puedo decirle a Marta que Fede ocupa gran parte de mis pensamientos, que me pongo nerviosa con solo verle...
— Oye — Resoplo, cogiendo su muñeca — Vamos a ducharnos y a comer algo, la clase me ha dado hambre.
Le ayudo a levantarse y casi tengo que arrastrarla a las duchas, que están casi vacías. Tan solo quedan un par de compañeras que se han retrasado.
Marta termina antes que yo debido a los malditos enredos de mi pelo, sufro cada vez que tengo que peinarlo. Al final, al ver su cara de impaciencia, le digo que puede esperarme fuera.
Cuando, más o menos, he terminado con mi querido pelo, salgo. Fede sigue en las pistas, aunque ya ha terminado de recoger.
Dudo un segundo si acercarme o no, pero veo como levanta la cabeza y me ve. Sonríe, acercándose. Entrelazo una mano con la otra, nerviosa.
— Tengo que pedirte disculpas — Dice, abriendo ambos brazos — No eres un ratón de biblioteca, en absoluto.
— Bueno, tengo mis dudas respecto a eso... — Entorno los ojos y eso hace que Fede sonría.
— Desde luego, no imaginaba que supieras jugar — Continúa.
— Tengo una parte de chica de biblioteca, lo reconozco — Encojo los hombros, por fin me atrevo a mirarle. Es lo justo si estamos solos.
— Ahora lo entiendo todo — Asiente ahora lentamente.
Nos miramos durante unos segundos, no aparta la mirada y yo, por primera vez, tampoco. Es como si esos ojos verdes me estuvieran absorbiendo poco a poco. Hoy lleva barba de un par de días y algo dentro de mí querría alzar la mano y acariciarla.
— ¿Salimos? — Me saca de mis pensamientos de inmediato — Necesito tomarme un café.
Asiento y él me acompaña hasta la puerta, donde nos separamos. Lo miro por última vez, despidiéndome con la mano ante su perfecta sonrisa.
Camino hacia la cafetería, donde ya me esperan Diego y Marta, acurrucados el uno junto al otro.
No sé donde se habrá metido Lucas, ya que no está con ellos, aunque tampoco me importa demasiado, no me ha gustado lo que ha hecho en clase.— ¿Dónde estabas? — Pregunta Marta con un vaso entre sus manos.
— Duchándome... soy muy lenta, lo sé — Miento de nuevo. Creo que debería confiar en ella y contarle lo que me está pasando, al menos para ver si no soy la única, pero no quiero hacerlo con Diego delante.
Tomo un sándwich y un batido, es verdad que tenía mucha hambre.
Diego habla sin parar, nos explica un problema que ha tenido en el laboratorio y Marta y yo lo escuchamos atentas y divertidas.Cuando suena el timbre, Marta me arrastra de nuevo hacia afuera, creo que le gusta hacerlo y lo ha cogido como costumbre.
— ¿Y bien? — Pregunta impaciente — Ahora puedes decirme la verdad. A ver, no es por nada pero soy muy espabilada y me doy cuenta de algunas cosas... — Señala con la cabeza a Fede.
— Pero Marta, si es una tontería — Le quito importancia. — Además, fuiste tú la primera que lo dijo. Está bien, ¿no? Es guapo, simpático, y...
— Te gusta Fede — Me interrumpe, yo asiento — Entiendo. Claro que está bien, probablemente todo el instituto se ha dado cuenta de eso — Pone los ojos en blanco — ¿Eso es todo?
— Claro — Aprieto los labios — ¿Qué creías que era?
— No lo sé, a veces eres tan misteriosa y tan rara... que pensaba que te habías enamorado y estabas loca de amor por él — Suelta una carcajada.
— La única que está aquí algo loca me parece que eres tú — Choco mi hombro con el suyo — Anda, vamos a clase.
Entrelaza su brazo con el mío y caminamos por el pasillo, como si fuéramos las mejores amigas del mundo, pero, en el fondo, me siento mal por estar mintiendo y ocultando lo que de verdad pienso.
¿Y si ha acertado? ¿Y silo que ha dicho sobre Fede es la realidad?
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Te quiero sin querer, profesor.
RomanceMíriam siempre ha sido una chica tímida y enamoradiza a la que le encanta leer y escribir, a la que le gusta soñar despierta. Hace poco su familia y ella se han mudado a una nueva ciudad, todo parece que va a ser complicado, pero nada es como ella...