Dos meses habían pasado, dos malditos meses desde esa noche en la que él la había besado, en la que ella había aceptado que la besara.
Dos meses sin dormir, preguntándose si él dormiría en paz cada noche, si la culpa lo dejaba dormir.
Lo peor de todo era que se odiaba a sí misma porque no recordaba haber disfrutado tanto un beso antes. Aunque quería no podía borrar sus labios de su pensamiento, incluso después de dos meses seguía sintiéndolos sobre los suyos.
Ni siquiera sabía si él lo había disfrutado de la misma forma, si aún pensaba en ella, si aún pensaba en sus labios.
A veces, se sentaba durante horas en su escritorio para observarlo a través de la ventana de su oficina. Intentaba estudiarlo, pero, después de todo ese tiempo empezaba a creer que él ni siquiera se acordaba de ese beso, empezaba a creer que estaba loca, que jamás volvería a pasar algo así entre ellos dos.
Llevaba casi un año en el equipo, había disfrutado enormemente trabajando con ellos, eran sus amigos, pero, desde el primer día en el que había conocido a Hotch se había dado cuenta que lo que sentía por él era más fuerte que una simple amistad.
Sabía que era algo imposible, aunque él hubiera ido hasta su casa en mitad de la noche sólo para llevarle chocolates, aunque él la hubiera besado. En el fondo sabía que fuera lo que fuera que hubiera entre ellos dos no llegaría a nada más que un simple beso en el pasillo de su casa. Era casi una locura creer que podría pasar algo más, que él haría algo más, era una locura, porque estaba casado y porque trabajan en un mismo equipo. No había nada por lo que luchar ahí, pero, aún así, ella seguía pensando en él, en sus labios, en ese beso. Seguía preguntándose cuáles habían sido sus razones para besarla, las de ella estaban claras, estaba loca por él como nunca antes lo había estado por alguien, pero, las de él las desconocía. ¿Cuáles habían sido los motivos para que él fuera hasta su casa y la besara? Esa era la interrogante que ocasionaba sus dolores de cabeza e incluso después de todo ese tiempo seguía sin tener una respuesta lógica.
En esos dos meses ni siquiera había sido capaz de mirarlo a los ojos, de hablarle directamente o de quedarse a solas con él, Hotch tampoco había sido capaz. Ni siquiera la miraba cuando hablaban, ni siquiera había vuelto a pronunciar su nombre, solo su apellido como siempre; como si intentara despersonalizar ese beso, o cualquier otra cosa que hubiese ocurrido entre ellos dos de manera personal.
Habían vuelto de un caso en San Francisco, un pirómano que había acabado con la vida de familias enteras. Aún recordaba su visita al hospital junto a Hotch, como había tenido que mentir a esa pobre mujer mientras moría la había puesto en un estado de ánimo pésimo. Aunque lo que más había acabado con ella había sido esa llamada telefónica que había tenido Hotch mientras ella estaba a su lado en el auto. Juraba que sintió como se le había roto algo dentro cuando lo había oído decir: "Yo también te amo" a su esposa. Pero, al fin y al cabo, Haley era a quien él amaba y ella no era nada para él más que una de sus agentes.
Cuando la morena llegó a su casa tomó un baño en su jacuzzi de más de 3 horas, necesitaba relajarse y ese era el lugar perfecto para hacerlo. Unas cuantas velas y una copa de vino blanco, en compañía de una buena música siempre lograban calmarla. Se puso uno de esos pijamas que más que un pijama parecía un vestido sensual y provocativo, aunque esa noche como casi todas las noches en ese último año, no tenía a quien seducir. Se preparó una ensalada mientras escuchaba algo de música, en esos últimos dos meses no había tenido ganas ni de prepararse la cena, había estado comiendo en restaurantes o pidiendo pizzas. Sabía que estaba más delgada, pero, esa noche su odio a la cocina y sus pensamientos invadidos por Aaron Hotchner le habían impedido incluso salir a cenar. Después de largo rato de darle vueltas a su ensalada, se fue a la cama. Ya era costumbre que en esos meses los últimos pensamientos que tuviera fueran sobre Hotch, aunque cada vez se hacían más intensos ocupando la mayor parte de su tiempo.
Esa noche estaba siendo insoportable, no podía dormir, tenía un calor terrible y el aburrimiento la estaba matando. Miró el reloj, era tarde, y tendría que levantarse en un par de horas para regresar a Quantico. Revisó su teléfono en busca de algún mensaje, quizás con la esperanza de encontrar alguno de parte de Hotch, pero, obviamente no había nada.
Su mente volvió a aquella noche, aquel beso, volvió a pensar en él una vez más. Cerró sus ojos y comenzó a dejarse llevar por sus pensamientos. Se preguntó que hubiera pasado si no hubiera detenido ese beso, ¿hasta dónde hubieran llegado?
Por primera vez se imaginó como hubiera sido que su mano la recorriera con más libertad, sin ninguna prenda de vestir de por medio. Su respiración empezó a acelerarse imaginándose como su mano la tocaba, la acariciaba. Con su propia mano recorrió su cuerpo, por encima del pijama tocó sus pechos y los apretó imaginándose que era él quien lo hacía. Se quitó el vestido y el aire frío de la habitación golpeó su piel ocasionando que se erizara. Sus manos volvieron a sus pechos está vez sin que ninguna tela se interpusiera y se apretó los pezones mientras dejaba escapar un pequeño gemido de placer. No dejaba de pensar en él, en su boca, en las cosas que deseaba que él hiciera con ella, con su cuerpo. Su mano izquierda siguió jugando con sus pezones duros mientras su mano derecha bajaba por todo su cuerpo hasta llegar a sus pliegues, podía sentir su humedad, estaba empapada solo con el hecho de pensar que la lengua de Hotch la recorriera, sobre todo en esa parte de su cuerpo. Posó su dedo índice sobre su clítoris haciendo círculos mientras sus gemidos se hacían más y más fuerte, si eso era lo que pasaba cuando se imaginaba a Hotch tocándola, el pensamiento de tenerlo entre sus piernas de forma real empezaba a ser cada vez más ideal. Sintió que el calor se apoderaba de su cuerpo mientras introducía dos dedos en su apretado centro, gimió al imaginarse a Aaron penetrándola con fuerza, en ese instante era lo único en lo que podía pensar, lo único que deseaba. Sus dedos apretaron sus pezones mientras se penetraba cada vez más rápido, no pudo evitar gritar su nombre mientras se corría imaginando que él se corría junto con ella.
Cuando logró calmar su respiración y sobre todo, sus pensamientos se metió bajo las sábanas y apagó la lamparita que estaba en la mesita de noche junto a su cama. Se sintió agotada, pero, por primera vez también se sintió complacida. No se había permitido pensar en él de esa forma antes, pero, había sido una necesidad exasperante.
Volvió a cerrar los ojos y esta vez se quedó dormida en menos de un minuto. Quizás, eso era lo que había necesitado todo ese tiempo, el placer; o quizás, todo lo que seguía necesitando era tenerlo a él, entre sus piernas.
"Te necesito. Nunca dudes de mi necesidad por ti." - Existence (Libro)
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❝𝐼𝑛𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠❞
Fanfiction¿La Reina del Hielo puede derretirse lo suficiente como para vivir en el infierno de una bestia? ¿Puede la bestia convertir su corazón en un bonito copo de nieve? ⊱⋅ ──────────── ⋅⊰ ♡・゚:*。.:*・゚ ¿ǫᴜé ᴘᴀsᴀ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ʟᴀ ᴛᴇɴᴛᴀᴄɪóɴ ʏ ʟᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ...