Capítulo 64: "Un final"

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No querían volver a D.C, ninguno de los dos quería parar de hacer el amor en esa cabaña que había sido testigo de tantas cosas, pero debían volver, por el trabajo y por la realidad que debían afrontar.

Ella no volvió a tocar el tema de la promesa que él no había querido hacerle, ni él volvió a hacerle esa propuesta que sabía de sobra que no era correcta para ese momento. Se habían limitado a dormir toda la mañana y en el viaje de vuelta a casa simplemente se habían visto varias películas, acurrucados entre beso y beso, con la extraña sensación de que pasaría mucho tiempo antes de estar así nuevamente.

Recibieron la notificación de que había un caso casi de inmediato, sin ni siquiera irse a casa, sin ni siquiera poder darle un beso a Jack o acariciar a Sergio.

Habían pasado tres semanas y desde ese mensaje y Emily empezaba a sentir la ansiedad una vez más, quería ignorar ese mensaje y la pantalla de su móvil destrozada que le recordaba como se había sentido esa noche, quería ignorarlo todo, tras esa calma que había tenido, pero, al mismo tiempo, sabía que no podía hacerlo, que no debía, no tenía porqué cuando claramente él ya sabía quien era.

Evadió cualquier pregunta de su jefe, lo evitó durante todo el tiempo que estuvieron trabajando sin parar, desde que volvieron de Roma, y ambos sabían que no era sólo una cuestión de profesionalismo, pero ella agradecía que él no insistiera demasiado todas esas veces que le decía que no con la mirada. Evadió también cualquier invitación para pasar la noche con él y su hijo, simplemente se limitó a irse a su casa cada vez, encerrándose allú con diez mil pensamientos en su cabeza de porqué debía alejarlos para protegerlos.

La llamada de Tsia se repetía en su mente, la mujer creía que sólo se estaba asustando por causa de un sinsentido, pero ella sabía que no era así, que todo iba más allá. Cerró los ojos y recordó ese momento exacto en el que lo había dicho intentando creerlo: «Lauren Reynolds está muerta.» Lo había pronunciado tantas veces que incluso la frase había llamado la atención de Spencer. ¿Cómo era capaz de mantener una mentira así de fácil? Sí, se suponía que Lauren Reynolds había muerto en ese accidente de coche, pero si la historia volvía a por ella, ¿cuánta verdad había en esa mentira? ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que no fuera sólo Lauren Reynolds la que estuviera a tres metros bajo el suelo?

Y sabía que a pesar de estar tres semanas sin recibir nada más que llamadas donde nadie hablaba al otro lado de la línea o alguna que otra sospecha paranóica de algún detalle, aún así sabía que la estaba vigilando de alguna forma, que la estaba estudiando, que la estaba dejando bajar la guardia para atacarla cuando mebos se lo esperase.

No podía mentirse, extrañaba a los Hotchner, extrañaba cada pequeño momento, no podía dormir din el calor de ellos dos, ni siquiera cuando conseguía calmarse un poco; los ataques de ansiedad empeoraban cada vez y ella sabía que la razón principal era porque Aaron no estaba cerca. ¿Pero podía ser egoísta? ¿Podía correr a sus brazos sabiendo que de alguna forma lo estaba poniendo en riesgo? No, no podía, aunque sólo deseaba estar a su lado, aunque ya no se sintiera feliz.

Estaba cansada de sus cambios de humor repentinos, de como su apetito se había convertido en una verdadera montaña rusa, la ansiedad haciéndola comer hasta el punto de vomitarlo todo, sin nadie que le sujetara el cabello y se preocupara por ella. Su estómago era un desastre y culpaba a cada maldito segundo en el que se sentía perseguida por alguien en la calle. Sus piernas no ayudaban mucho tampoco, las sentía cada vez más débiles, más hinchadas y los juegos de su mente sólo conformaban que no estaba teniendo las horas de sueño debidas. En resumen, estaba exhausta de vivir en una persecución fantasma, que la estaba consumiendo física y mentalmente hasta el punto de que ya no sentía miedo a nada, sólo quería que acabara todo para siempre de cualquier forma que fluyera.

❝𝐼𝑛𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora