Capítulo 79: "Ojos marrones"

262 26 5
                                    

Aún tenía un par de cajas que desempacar; se había pasado las dos últimas semanas mirando la tele, tirada en el sofá como si no existiera nada más. Nunca antes había puesto peros para ir a trabajar, sin embargo, había decidido mentir sobre su salud, con tal de no verlo.

No sabía cómo manejar la situación, trabajaban bien y eran expertos en negar frente a todos que entre ellos no había un odio profundo; pero, la verdad era que la situación la sobrepasaba, que cuando se quedaban solos el silencio se hacía doloroso y que las cosas con las que una vez se habían sentido cómodos ahora comenzaban a afectarlos más de lo necesario.

Solo podía pensar en su plan de fin de semana que llevaba posponiendo desde que lo había idealizado. Ahora le parecía que era el momento correcto, iría a Londres después de unos cuantos años de ni siquiera pisar esa ciudad, volvería a ver a su amigo Tom y a Declan; y por primera vez, desde que había vuelto de París, se sentía entusiasmada por algo, finalmente.

Era casi medianoche y el timbre de au puerta no pudo estar más de acuerdo con que era muy raro que alguien estuviese allí a esa hora, su mente fue directamente a la única respuesta que le parecía más coherente aunque la lógica fuese una mierda. La mirilla le hizo saber que de todas las personas fuera de su apartamento sin dudas esa era la que menos se imaginaría ver del otro lado.

Mentiría si hubiese dicho que no se alegraba, había sentido algo incapaz de reconocer, como si quisiera negar que pudiese sentirse así de alegre por ver alguien, por velo a él.

Se encontró con el rubio, con esos ojos azules y esa sonrisa coqueta y profunda que lo caracterizaba. Por un momento volvió a Londres y no a esa última vez en la que ella lo había separado de sí misma, volvió a cuando eran más jóvenes y vivían en una universo paralelo sin tantos problemas. Increíblemente un hombre que no era Aaron Hotchner le había acelerado un poquito el corazón, un hombre que le recordaba a Ian Doyle más de la cuenta, pero uno en quien decidía confiar.

- Sé que he llegado de la nada...- Comenzó a hablarle recostándose de medio lado al marco de su puerta.-... pero, después de casi 8 horas de vuelo... creo que, al menos, estaría bien si me invitaras a pasar.

- ¿Qué pasa si no quiero?- Preguntó intenando cabrearlo un poco.

- ¿Conoces el término... ‘Allanamiento de morada’?- Emily rió.- Venga... he volado desde Londres solo para encontrarme contigo.

- Siempre tan directo.

- Y tú siempre tan hermosa.- La morena volvió a sonreír, dejándolo pasar finalmente.

Ella siempre había sido fría y él sin embargo el cálido, el que siempre le ofrecía un abrazo a pesar de todo. Y si hubiera sido otro momento se hubiese negado a esa calidez de sus brazos, pero no se había dado cuenta de cuanto había necesitado un gesto así hasta que otra persona se lo había demostrado.

- Estuvimos esperándote por dos semanas, Tom y yo...- Le aclaró mientras se sentaba en el sofá y le ponía pausa a la película.-... y Declan.

- Les dije que estaba ocupada...- Lo vio identificar las cajas de la mudanza con sus ojos.

- Está bien si no te sientes...

- No comiences a psicoanalizarme.- Lo regañó y él levantó sus manos en señal de rendición.

Emily le ofreció una cerveza, ambos disfrutando de la frialdad que corría por sus gargantas mientras se miraban sin saber muy bien qué decir.

- ¿Qué ha pasado?- Le preguntó el rubio finalmente, la morena encogió los hombres suspirando mientras se sentaba en el sillón frente a él.

❝𝐼𝑛𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora