Capítulo 93: "Una última vez"

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No tengo que mentir, no tienes que jurar; se nos acaba el tiempo y sabes que me voy y te vas.
Lo hiciste todo bien, no tengo a quien culpar, pues tu mejor defecto es no dejarme a quien odiar.

Él no quiso soltarla, si le hubiesen dado la opción, aún estuviera pegado a ella, abrazándola, llenándola de besos, pero justamente un tierno besos sin palabras de por medio había sido el encargado de despedirlos. La había dejado allí en esa oficina, aún sobre la mesa, mientras bajaba a buscar a su hijo y a su novia de la cual se había olvidado hacía mucho tiempo.

Había buscado por toda la mansión y finalmente Rossi le había avisado de que la mujer se había marchado con el niño, el moreno sintiendo un poco de vergüenza al ver como su amigo había entendido el por qué de su desaparición tan repentina y las ganas horribles de Beth por marcharse de allí.

Lo cierto era que en el camino a su apartamento no había pensado ni un minuto en una excusa, no tenía en su pensamiento alguna palabra, alguna mentira, algo que le hiciera saber a esa mujer que nada era lo que ella creía, pero sí lo era, y sabía que ella estaba clara de eso. Aún así, su mente sólo tenía espacio para Emily, para su cuerpo y todo lo que había acabado de hacerle; no podía evitar que se grabara en él lo bien que se había sentido, eso que no sentía con nadie más, su calor, el fuego de su interior, sus labios, su cabello, sus ojos, toda ella se sentía como un sueño y él estaba más que seguro que aunque debía despertar, no quería hacerlo.

Cuando entró se dio cuenta de que quizás las consecuencias esta vez serían catastróficas, Beth estaba sentada en el sofá, televisión apagada, viendo a la nada.

- Jack está en su habitación.- Le dijo sin mirarlo, aún completamente vestida, pero el tono de su voz le hizo saber que llevaba un buen tiempo llorando.

Su hijo era su mayor prioridad siempre, así que, fue hacia donde se encontraba sin importarle nada más. Besando su frente, mientras el pequeño continuaba acurrucado entre sus almohadas y ese peluche que Emily le había regalado una vez.

- ¿Ella vino contigo?- Su voz adormilada le hacía saber que estaba medio dormido, así que decidió ignorar su pregunta entendiéndola por completo; de todas formas era una respuesta que no les gustaría a ninguno de los dos.

Dejó sus cosas sobre la mesita de noche, tirando la corbata hacia uns de las sillas junto a su Americana. Desabotonó los primeros botones de su camisa y volvió a la sala, esta vez encontrándose con la trigueña de pie, caminó hacia ella, apreciando lo triste que estaba.

- Nunca pensé que serías tan cínico.- Le dijo demasiado bajito, pero él logró escucharlo.- Pareces el hombre más perfecto del planeta... Parece que tienes unos principios...- Resopló.- Estoico, como si nada pudiese quebrar tu moral.- Dio unos pasos hacia él.- ¿Cómo puedes parecer tan malditamente correcto cuando te estás follando a una de tus subordinadas?

- Beth.- Pasó su mano por su cabello.

- ¿Qué?- Le gritó.- ¿Me vas a pedir que no arme un drama de esto?

- Baja la voz.- Le pidió entre dientes.

- Los vi...- Reveló.- Deseo borrar esa imagen de mi mente, te lo juro. Como... como parecía que sólo te importaba el estar allí con ella y complacerla.

Era justo eso, lo que ella había captado era justo lo que Aaron sentía cada vez que Emily se le paraba enfrente.

- Soy una tonta... ¿Cómo no pude notarlo antes?- Se apartó caminando por el lugar.- Ella llega y a ti se te ilumina el rostro, se te olvida que todo lo demás a tu alrededor existe... Tu hijo corre a sus brazos con desesperación. ¿Cómo puedo competir con eso?- Se le escapó una lágrima y Aaron se sintió mal por ella.- Fui a arroparlo, a leerle un cuento para que se durmiera y sólo... lo único que preguntaba era dónde estaba su Emi.

❝𝐼𝑛𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora