Capítulo 48: "¿Bailas?"

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“Y de pronto, llegará alguien que baile contigo aunque no le guste bailar, y lo haga porque es contigo y nada más.”

Se despidieron de todos, besos y abrazos como Emily no había vuelto a hacer en años, eso había logrado Aaron Hotchner, ablandar su corazón y unirla a su familia un poquito más.

Subieron al coche, la morena sonriendo al reconocer que siempre bajaba la ventanilla hasta un punto exacto, era su firma.

Miró al hombre que tenía a su lado quien estaba inmerso en poner las llaves para arrancar, por primera vez detalló su vida, se sentía feliz y se sentía viva con tan solo escuchar su respiración. Tenía miedo de la perfección, de que él la dejara caer del sitio tan alto en que la había colocado pero no podía negar que ese mismo miedo le hacía tener mariposas en el estómago y sentir la sensación de que no quería nada más que estar junto a él.

- Te has quedado mirándome embobecida.- Oyó su voz y sonrió dándole la razón.

- Te quiero, Aaron Hotchner.- Susurró como si fuera un secreto, en cierta medida lo era, pero aún así logró colocarle una sonrisa en los labios a él también.

Hotch tomó su mano mientras la otra se encargaba de guiar el volante, la miró una, dos, tres veces y volvió a sonreír; se sentía afortunado.

- Pensé que iríamos a mi apartamento.- Dijo ella reconociendo el camino por donde iban.

- Me apetece dormir junto a ti... en mi cama.- Titubeó un poco al decirlo como si nunca antes lo hubieran hecho y la ternura que se apoderó de la morena se hizo evidente en sus ojos.

- Siempre que me lo pidas... estaré ahí, durmiendo a tu lado... en tu cama.- Rozó su mejilla y luego lo besó volviendo a prestar atención a la carretera.

Siguieron el camino en silencio, sin decir una palabra. Emily se limitó a encender la radio buscando esa estación que siempre tenía la canción correcta en cada momento que la prendía.

Carretera y manta.
Lo que tanto me dolió
Ahora se ve por el retrovisor.
Tengo rueda nueva, asfalto de sobra.
Te busco a la hora.

Sonrió al reconocer cada sentimiento que la estaba abrumando en esas perfectas letras acompañadas de la voz de Pablo Alborán. No era una canción cualquiera, contaba lo que le estaba pasando por su mente justo en ese momento.

Aaron detuvo el coche de pronto, en una calle vacía pero llena de luces que iluminaban cada perfecto detalle en sus rostros, abrió su puerta y le extendió la mano para sacarla junto a él. No importaba que se hubiera quitado los tacones y que ahora sintiera el asfalto contra la planta de sus pies, ni siquiera importaba el frío que se estaba colando por su vestido porque lo único que importaba era que él la estaba sosteniendo fuerte mientras las notas musicales viajaban alrededor de sus cuerpos.

- Baila conmigo.- Le pidió en un susurro que rozó su oído y ella sólo pudo asentir sonriente mientras agarraba su mano y empezaban a moverse, sabiendo que él no bailaba, que no le gustaba y que lo hacía sólo por ella.

Amor de gasolina, amigos, medicina.
¿Qué más puedo pedirle a la vida?
Si te encontré buscando la salida.
Quiero una copa, que sude mi ropa.
Paro el coche en la esquina, la luna se acuesta,
Y el sol siempre brilla, brilla.
Quiero hacerte el idiota, que demos la nota.
Las manos miran al cielo, los ojos se cierran
Pidiendo un deseo, deseo, deseo.

Siguieron moviéndose por el medio de la carretera, danzando, susurrándose la canción contra los labios porque no existía nada más, sólo estaban ellos dos sonriendo como tontos, abrazándose fuerte y dirigiendo sus pies al compás de la melodía.

❝𝐼𝑛𝑒𝑣𝑖𝑡𝑎𝑏𝑙𝑒𝑠❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora