"Decisiones: Iskender" (3x10)

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Tarkan Iskender Aga.

Phelippe se marchó de aquí para reunirse con los demás en la fiesta. Mehmed hizo aparición y se sentó junto a mí, ambos en silencio vemos a todos beber y reír.

   –¿Vamos a pretender que estamos el uno sin el otro?

Ignoro su pregunta y mantengo mi vista en el suelo. Escucho los tambores al fondo de todo preparándose para alistar los fuegos artificiales.

   –¿Mehmed? —Pregunto distraído. –¿Qué sientes por mí?

Frunce las cejas y se acomoda para verme.
¿A qué te refieres?

   –Estuve hablando con Phelippe y...

Me interrumpe brusco. –Ya sabes que me iré si vas a hablarme de él.

¿Tal es su incapacidad de ver más allá de su nariz, que si menciono a Phelippe dejará de oírme? Solo intento hablarle sobre mí y cómo me siento, pero nuevamente pone una muralla entre nosotros.

   –¡Ya cállate Mehmed! —Al escuchar mi grito se queda quieto y sorprendido. –¡Quiero saber qué rayos es lo que sucede con nosotros! ¡Conmigo!

   –Pero no entiendo de qué me hablas, ¿Qué se supone que sucede?

Ver su indiferencia me hace pensar que soy yo quien mezcló las cosas, soy yo quien está equivocado y él solo ha ignorado las cosas.

   –¿No lo ves Mehmed? Cuando despierto solo pienso en ir a verte, quiero compartir tus Aposentos y me gusta cuando me invitas a dormir, me gustan nuestras conversaciones nocturnas y todo lo que hemos vivido juntos.
Asiente con la cabeza, pero yo sé que él no comprende. –Siempre quiero estar contigo, siempre pienso en cómo estás. Y jamás me había dado cuenta hasta esta noche.

   –¿Y fue hasta tu conversación con Phelippe que te diste cuenta que me tienes cariño?

   –Lo que te digo no es cariño de amigos, ni de confidentes, Mehmed.

Estoy listo para decirlo con sus palabras precisas, justo así como lo dijo Phelippe.
Todo tiene un nombre, y todo tiene una explicación.
Puedo sentir mi pulsación aumentar, mis ojos se sienten presionados y mis manos tiemblan.
Pero yo, Tarkan Iskender Aga, no tengo el valor de hacerlo.

   –Es nada, Mehmed. —Me levanto y emprendo una carrera en dirección al bosque.

Los fuegos artificiales hacen brillar el cielo, los sonidos recorren cada rincón del Palacio. Todo el Pueblo se encuentra de fiesta, todo es alegría y felicidad, excepto mi corazón, el cual está sufriendo y se quebranta cada vez un poco más.
Creía tener confianza con Mehmed, pero no me atrevo a decírselo, ¡Todo por esa maldita conversación con Phelippe!

Me apoyo en uno de los árboles y me recuesto de espaldas. Comienzo a cerrar mis ojos de a poco hasta que finalmente el sueño me vence.


Ayse debe encontrarse aún camino a Egipto, o quizás ya llegó. No tengo cómo saberlo puesto que no conozco los mapas. Mehmed se burla de mí por no tener conocimiento de cosas que para él, por ser un Príncipe, son básicas, pero para mí, un campesino, no lo es.

Desde el mismo punto en el que me alejaron de mi familia y abordé aquel barco, es que tantas personas han sido perjudicadas. Los caminos de Alá entrelazan vidas y pareciera no medir consecuencias.

No puedo dejar de pensar en la conversación con el Príncipe de España y Portugal. Él me promete una vida llena de lujos y victorias en su reino, pero no me creo capaz de dejar a Mehmed. Quizás el Sultán me daría caza si yo huyo de este Palacio.

Ver a Mehmed tan inestable otra vez me hace sentir escalofríos. Ver lo violento que es conmigo a veces también me asusta.

Abro mis ojos lentamente sintiendo mucho frío en mi cuerpo. Los brazos y piernas las tengo entumecidas y tengo un poco de lágrimas en mis mejillas.
Aún es de noche, y me levanto apenas para ir a mis Aposentos. No sé por qué creí que sería buena idea el dormir aquí.

Atravieso la arboleda de regreso al Jardín y me adentro en los pasillos del Palacio. Me detengo junto a una antorcha para obtener su calor, doy un paso y me tropiezo, cayendo de rodillas al suelo. El Príncipe Phelippe se encuentra de pie en la esquina viéndome, asumo que es él por que de lo contrario, sería una alucinación.

   –¡Aga! ¿Tú te encuentras ben? —Se arrodilla preocupado junto a mi. –Ven, vamos a tus Aposentos.

Me levanto débil del suelo y camino apenas junto a él, rodeado de su brazo.
Abre las puertas y me recuesta delicadamente en la cama. Me presta mucha atención y se acerca a la chimenea para encenderla.

Una vez la llama crecida, me ubica junto a él frente al fuego, sentados en unas almohadas en el suelo.

   –Iskender, estás helado. —Dice tocando mis manos. –Te ves terrible, ¿Sucedió algo?

Niego con la cabeza y la apoyo en su hombro, él me rodea con su brazo, y así permanecemos frente a las llamas.

Esta calidez que mi cuerpo siente, todo esta amenidad, a mi mente le agrada. Sentir el calor de hogar que Phelippe me brinda. Me está cuidando, a su manera, pero me está cuidando.
Es una persona protectora y preocupada, igual que Mehmed, y pienso eso con sarcasmo.

Levanto mi cabeza y lo veo a él, con su cabello color Sol, y su pálida piel frente al fuego. Sus ojos reflejan el movimiento constante.
Voltea a verme y sus poderosos ojos se adentran en los míos. Es como si pudiera leer mis pensamientos o descifrar cada cosa que imagino.

Para poder descartar que él está equivocado conmigo, debo hacerlo una vez más para convencerme.
Pongo mi mano detrás de su cabeza y lo acerco un poco a mí. Me mira con rareza.

   –¿Estás seguro? —Pregunta firme. Me silencio unos segundos.

   –Eso es lo que quiero averiguar. —Digo finalmente.

La noche estaba por acabar, y allí estaba yo, en los brazos del Príncipe Phelippe de España y Portugal. Sintiendo su calidez y protección, él me cuidaba a pesar que nos conocíamos del día anterior.

Sentir sus labios en los míos era precisamente lo que yo provoqué y era justo como lo esperaba, como lo imaginaba.

Creo que tengo mi respuesta. Obtuve mi respuesta, y no fue con Mehmed.

Con esta decisión, ¿Estaré traicionando a Mehmed?

Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora