Príncipe Mehmed.
Es difícil encontrar palabras para describir la sensación de ahogo en el pecho tras intentar superar un dolor que pareciera no cesar.
La impulsividad siempre me ha jugado en contra, pero en lo que a mi respecta, siempre se consigue algo, ya sea bueno, malo, o muy malo.
Nos encontramos frente a mi Madre y mi hermana, las Sultanas Kösem y Ayse, y yo solo me limité a besar a Tarkan para demostrar que no me alejaré de él por petición de ellas.
–¡Pero qué es este insulto, Mehmed! Suficiente te he aguantado, esto es inaceptable. —Exclama mi Madre molesta.
Separo mis labios de los de Tarkan, apreciando su rostro sorprendido.
–Llevo casi un mes sin tocarte ni verte, y ya no aguanto, me dijiste que era yo quien permitía que nos alejaran y acataré tu recomendación. —Volteo mi cabeza hacia las Sultanas. –Lo lamento por ti, Ayse, pero ambos sufriremos si permito que esto suceda.
Ella intenta hablar, con lágrimas en sus ojos y moviendo sus manos, y mi Madre la rodea con su brazo. Su molestia y tristeza son notables en su mirada.
Ayse no puede vivir en una mentira, en una ilusión, todo sería construido en base engaños y una farsa, y su hijo Mustafá crecería con una falsa apariencia sobre su Padre.–Me duele... —Dice tocándose el vientre.
Todos nos alarmamos al oír su quejido.
Tarkan corre a la entrada a exigir un médico para Ayse. Mi Madre la acerca al asiento y le dice que descanse, mientras se retuerce de dolor.Sus quejidos me parten el alma, que Alá no permita que empeore su dolor, y que proteja su embarazo.
Tarkan y yo apreciamos la vista hacia el Pueblo. Sentados en el césped y esperando que alguien venga a avisar que el médico ya se marchó.
–¿Crees que el bebé esté bien? —Pregunta Tarkan.
–¿Tu hijo, querrás decir? —Lo corrijo.
–Si, mi hijo, ¿Crees que ella se sintió mal por nuestro beso?
–Lamentablemente fue así, tal vez no debí besarte.
–¿No debiste? Pienso que si. Es decir, ella sufre ahora mismo, pero ese mismo acontecimiento permitió arreglar las cosas contigo. Yo no entendía qué sucedía, pero ahora sí.
Me limito a darle una mirada y luego regreso la vista al horizonte.
–¿No estás feliz con eso? —Intenta llamar mi atención. –Estas semanas te he extrañado, no te imaginas cuánto, pensé que todo se había acabado, que era nuestro final.
–No Tarkan, podemos estar distanciados, sin hablar, ni vernos, ni tocarnos o acariciarnos, pero nuestro final no será así de infeliz, tú y yo siempre regresamos, siempre lo haremos, nos hicimos una promesa, ¿Lo recuerdas?
–Nos hemos prometido eso un montón de veces, y desde que llegué nos hemos alejado varias veces, y siempre volvemos.
–Siempre volvemos, es nuestro destino.
–Y se supone que tú y yo, nos veremos, mientras que estoy casado con Ayse y criamos a nuestro hijo Mustafá... ¿Verdad?
–No pienses que detesto tu matrimonio o a tu hijo, pero un bebé no impedirá que te ame.
–No pongo en duda que lo hagas... Pero yo hablaba de vernos, de acariciarte... Ya sabes, por las noches...
–Oh... Hablabas de eso. —Aprieto los labios levemente. Me resulta extraña la petición y me es difícil ocultarlo.
–No quise ser imprudente, solo que me sucede eso, que te extraño, hace mucho no te veo.
–El tiempo ha pasado muy rápido desde todo lo sucedido con el féretro y el veneno, nos hemos dejado estar, es la verdad.
–Yo te amo, Mehmed, no quiero que vuelvas a hacer esto sin preguntarme, me sentí muy culpable todo este tiempo creyendo que fue por nuestra pelea en el carruaje. Creí que te habías ofendido por lo que dije.
–Está bien. —Digo resignado. –Retomemos lo que dejamos a mitad de camino.
–¿Hablas de nuestra...? —Lo silencio acercando mi mano a su boca.
Por retomar lo que dejamos, no me refería a nuestra cercanía o amistad, si no, al beso de ahí dentro.
Antes de acercarme a su boca, me aseguré que nadie estuviera viéndonos.
Los primeros segundos lo noté incómodo y algo tenso, pero luego ya se entregó a mí, hasta tocando más de lo debido, debo decir.–Tarkan, cálmate, ¿No crees que es demasiado?
—Digo apartando su mano de mí.–Contigo, nada es demasiado. —Dice retomando su acción.
–Basta por favor, me da cosquillas, y debemos entrar a ver a Ayse aún, no podemos ir así, tomemos un poco de aire, basta. —Lo alejo y me levanto intentando estirar mi ropa y bajando mi camisa.
–Eso fue intenso. —Dice riendo
–Claro que si, te pasas. —Camino unos pasos. –No te reconozco.
–Si me reconoces, es solo que... Llevo mucho tiempo solo, sin ti, te he necesitado.
–¿Desde hace cuánto me ves solo como un pedazo de carne?
–Sabes bien que no eres un simple pedazo de carne para mí. —Sonríe acercándose junto a mí.
–Por como tu mano me tocaba, parecía que yo era un saco de cebollas.
Ambos reímos, lo quedo viendo con una enorme sonrisa marcada en el rostro y me acerco a abrazarlo.
–Podemos pelear de vez en cuando, eso es normal, pero no nos alejaremos otra vez, ¿Está bien?
–Siempre eres tú quien se aleja. —Dice triste.
–Si, lo siento, es que...
–No me des excusas, está bien así, no es necesario.
–¿Estás seguro?
–¡Claro! Me conformo con este reencuentro, que esperaba con ansias.
–Pero acabas de decirme que creíste que todo se había acabado. —Aprieto las cejas.
–Ambas cosas son ciertas, creía que era nuestro fin, y creía que volveríamos... ¿Quieres ir a la bodega conmigo?
–¡Pero Tarkan! —Digo riendo a carcajadas.
Me jala del brazo hacia el pasillo.
–Basta, suéltame. —Le digo forcejeando mientras avanzamos.
–Mientras más me hables con esa vocecita en el oído, menos te dejaré.
Doblamos en el pasillo y abre una cortina hacia otro pasillo del sector de la cocina. Subimos una escalera y llegamos al fondo de un pasillo sin salida.
Con una llave abre la puerta, que resulta ser una despensa de la solitaria cocina y la asegura por dentro, con una sonrisa pícara en el rostro.
–No puedo creer que me convenzas de hacer esto aquí, eres increíble. —Ambos sonreímos y nos unimos en un largo, húmedo y cálido beso.
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Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)
Teen Fiction(Reescribiendo y corrigiendo) Iskender, es un joven arrebatado de su hogar y llevado como esclavo a un mundo de opulencia y peligro. Su encuentro con el arrogante Príncipe Mehmed marca el comienzo de una relación turbulenta, marcada por la violencia...