Príncipe Mehmed.
Tarkan y yo podemos llegar a tener mucha confianza algunas veces. El hecho de poder dormir juntos y sin ropa da fe de eso. Tengo la visión totalmente despejada para darme cuenta, y asumir que fue un error permitir que mi mente se distrajera pensando en Berker, el pelirrojo que ocupa mis pensamientos casi todo el tiempo del día y noche. Pienso en él y sueño con él. Es inexplicable esa repentina obsesión que mi cabeza tuvo con él desde el momento que lo conocí.
Berker tiene un sentido del humor demasiado parecido al mío. Puedo decir bromas y mentiras y él sabrá que son en calidad de humor y no algo serio y recriminable. Las ideas y pensamientos que ha compartido me han dejado ver que existe cierta pena en su corazón e intenta corregir los errores de su pasado, justo como yo. Supongo que me identifico lo suficiente con él.
No entiendo el por qué, pero nunca le he hablado a Tarkan sobre Berker. En algún momento llegué a creer que sentiría muchos celos si ellos se conocieran y se hicieran amigos. ¿Berker frecuentando a Tarkan? No lo soportaría. No sé si me molesta más pensar en Tarkan queriendo ver a Berker, o viceversa, pero no podría tolerarlo. Yo conocí a Berker, yo lo encontré.
Él piensa que mi cuerpo reaccionó de esa manera tan notoria al interior de mi ropa, por haber mencionado a Yigit. Tarkan cree que tengo sentimientos por Yigit. No podría estar más equivocado, sin embargo no me di el tiempo de quitarlo de su error.
Caminé de regreso al Palacio en completo silencio siendo seguido por Tarkan un par de pasos más atrás. Una vez nos acercábamos a las murallas se animó a hablarme y llenarme de preguntas. Pasando por los pasillos lo ignoré y hasta lo empujé para que me dejara.
Cerré la puerta de mi aposento dejándolo por fuera. Necesitaba que mi mente pensara a solas.
Sigo sentado en el piso apoyado en la puerta de madera. Ya no escucho ruido afuera, no podría decir si Tarkan sigue ahí esperando que abra.–¿Sigues ahí Iskender? —Pregunto sorbiendo mi nariz y secando mis ojos. El silencio se mantiene luego de mis preguntas. –¿Ya te has ido?
Me levanto con desgano del frío piso y paso mis mangas por mis ojos para secarlos.
Estiro mi mano en el aire, dudoso de quitar el seguro y abrir la puerta solo para confirmar que ya se marchó. Quito el largo trozo de metal que tranca la puerta y giro el pomo con lentitud.
Es apenas que abro un poco la puerta, que esta se abre de golpe y Tarkan ingresa a toda velocidad sin permitirme bloquearle el paso.
Retrocedo varios pasos deteniéndome con fuerza contra la pared más lejana.–No es necesario que me cuentes Mehmed.
–¿No? —Respondo nervioso. Sin mirarlo y volteando para darle la espalda.
–Ya sé lo que sucedió.
–¿Lo sabes? —Volteo y me acerco unos pasos.
–Si, yo entiendo lo que estás pasando por que yo también lo he sentido, estamos en un período de nuestra vida en la que, por lo general, las concubinas comienzan a quedar embarazadas de Príncipes como tú, es normal tu instinto corporal...
—Se silencia al ver mi mano extendida en el aire.–No vuelvas a decir instinto corporal, me suena a un animal.
–¿Animal? Tu cuerpo exige cosas Mehmed, ¿Crees que tu Padre, el Difunto Sultán, tuvo tantos hijos solo por el Imperio? Él se divertía con las mujeres.
–¿Qué insinúas, Iskender?
–Estoy insinuando que, cuando conversamos sobre Bulent y Yigit, te distrajiste, hablamos sobre nosotros y luego tu corazón se aceleró y tu cuerpo reaccionó. —Me mira fijo. –Estabas pensando en alguno de ellos, y por eso es que te sucedió lo que te sucedió. —Al notar que no respondo se acerca y me toma la mano. –¿Estabas pensando en otro hombre que no fuera yo?
Bajo la mirada y le suelto la mano sintiendo vergüenza.
–No sabes lo que hablas... Yo no haría eso, jamás.
–¿Jamás? ¿Quiere decir que no estabas pensando en Yigit? Asumo que pudo ser él, bueno, ambos tienen cuerpos muy trabajados y son interesantes, Bulent también, pero, él es un poco menor que nosotros, igual que Ruzgar, y sería extraño si tus ojos se posaran en alguno de ellos.
–No es Bulent, ni Ruzgar. —Respondo serio, con la mirada clavada en el piso.
–Entonces era Yigit, ¿O Eren?
No puedo ni imaginar que tipo de reacción tendría Tarkan al escuchar mi verdad. Que disfruto mucho más la compañía de aquel Aga con colores autentificado, que la de cualquier otra persona en todo este Imperio. La Danza de Naranja y Verde, con su palidez, Berker logró cautivarme, tanto por lo que hay dentro suyo, como lo que posee por fuera.
Compartir anécdotas y experiencias, me levanta el ánimo, me motiva a salir de la cama e ir hasta el Cuartel e inventar que vengo a entrenar con él, solo para verlo e intercambiar chistes para reírnos juntos o burlarnos de otros Aspirantes más altaneros pero que realmente son perdedores.
La mirada de Tarkan pareciera ser muy comprensiva. Refleja tristeza e incluso un poco de molestia. Me observa fijamente como si no se atreviera a decir lo que quiere decir.
Después de largos minutos de silencio, finalmente se decide a hablar.–¿Te estás enamorando de Yigit?
Su pregunta me llega directo al corazón. Es exactamente lo mismo que yo estuve pensando los últimos días pero me obligaba a ignorar. Cerraba mis ojos queriendo evadirlo. Escuchar a Tarkan decirlo en voz alta y de forma tan clara y directa. Hace que me replantee toda la situación y me haga dudar de todo lo que he hecho, y de todo lo que he estado haciendo.
Si esto sigue avanzando, no sé qué sucederá entre Tarkan y yo. Él es mi confidente, pero he sentido un poco de rechazo a su compañía. No odio a Tarkan, jamás lo haría, aún así no dejo de pensar en lo mucho que me agrada la compañía de Berker. Podría estar todo el día durante años, junto a él.
¿Me estoy enamorando de Berker?
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Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)
Teen Fiction(Reescribiendo y corrigiendo) Iskender, es un joven arrebatado de su hogar y llevado como esclavo a un mundo de opulencia y peligro. Su encuentro con el arrogante Príncipe Mehmed marca el comienzo de una relación turbulenta, marcada por la violencia...