Tarkan Iskender Aga.
La discusión con Mehmed, el día de Ayer, fue algo tensa. Hoy no nos hemos visto, quizás me está evitando, pero la tristeza me está superando, no puedo continuar así, ya casi es media noche y no logro conciliar el sueño para ir a mis Aposentos.
Me acerco a las puertas y golpeo para ingresar.
–Buenas noches Mehmed. —Cierro las puertas. –Quería saber si estabas bien.
Me mira indiferente y continúa con sus lecturas. Me acerco a la cama y me acuesto en las mantas.
–No puedes dejar sola a mi hermana.
—Responde serio.–Yo no necesito a tu hermana, te necesito a ti, por favor ven conmigo. —Le suplico.
–Debes ser fuerte para ella, eres su esposo.
Sintiendo la negatividad y el rechazo de Mehmed, los pensamientos de marcharme del lugar van en aumento.
–¿Qué estás diciéndome? —Me incorporo en la cama. –¿Quieres que me vaya?
–A pesar de que me encanta estar contigo, debemos ser precavidos, no podemos bajar la guardia.
–Estás... Estás siendo muy frío conmigo Mehmed, ¿No me dirás qué sucede?
Nos quedamos viendo el uno a el otro.
Mehmed se acerca a la cama y se ubica frente a mi, estira su mano hacia mi mejilla y deja un beso en mis labios para luego levantarse y caminar hasta la ventana.–Por favor vete. —Dice sin mirarme. –Una de las concubinas vendrá pronto y no quiero que te vean aquí.
Me levanto apenado dejando las mantas desordenadas, jalando las puertas con cuidado y saliendo de espaldas apreciando a mi Príncipe entre la oscuridad.
Solo puedo pensar en que Mehmed se está rindiendo, él no está luchando más.
También sé, que no me lo ha dicho todo. Él mismo me prometió que debía hablarle cuando él ya no quisiera, él fue quien me dijo que no lo abandonara incluso cuando me lo pidiera.Una vez avanzado varios pasillos, me cruzo con Jennet.
–¡Ah, muchacho! Pero qué susto, pareces un espíritu rondando por aquí. —Ignoro su comentario y continúo caminando. –Qué grosero eres, ¿No vas a decirme nada?
—Me detengo en seco y volteo. –Tú y todos aquellos que se oponen a que esté cerca de Mehmed, los maldigo.
–¡Cuánta insolencia! ¿Se puede saber qué te sucede?
–Basta Jennet, no importa lo que yo diga, ningún consejo tuyo puede ayudarme.
–Si se trata del Príncipe, pues... Quizás mis consejos puedan ayudarte, pero mejor me los guardaré, que tengas buena noche.
–Jennet espera, está bien, de acuerdo, está bien... —Comienzo a relatar. –Me encontraba en los Aposentos del Sultán cuando él falleció.
–¿Qué dices?
–Haz silencio, déjame terminar. Eso fue la noche anterior a la que la Sultana Kösem le informó a sus hijos e hijas.
–¿El Sultán murió hace días?
–¿Vas a seguir interrumpiendo? Mehmed se molestó conmigo cuando se enteró que lo oculté.
–Pues con justa razón.
–Necesito estar con él, y acaba de expulsarme de sus Aposentos por que estará con una Concubina.
—Digo lamentando.–La Sultana está más que empeñada en tener un nieto del Príncipe Mehmed, y yo no puedo oponerme a eso... —Voltea a mirar si alguien se aproxima y regresa a mi. –Bien, muchacho, voy al Harén a eliminar esa orden y tú, vete a convencer al Príncipe a sus Aposentos para que solucionen las cosas.
Doy vuelta y regreso decidido al lugar, no lo dejaré, si él me pide que me vaya es por que en realidad quiere que me quede. Él se siente solo, por la muerte de Ahmed, y necesita compañía, necesita de mí, y le daré todo mi apoyo y bendición para verlo levantarse otra vez de esa melancolía que lo rodea.
–¡Mehmed! —Exclamo abriendo las puertas.
–¡¿Pero qué demonios haces?! —Grita furioso desde su cama.
La concubina que estaba encima suyo se quita y cubre su cuerpo con sus ropas, Mehmed queda de espaldas sobre la cama y ni se inmuta en esconderse.
–¡Qué cosa te quedas viendo, vamos! ¡Vete de aquí!
Corro a toda velocidad entre la maleza y los muros, dejando detrás el Palacio, hasta llegar a la Arboleda en la que alguna vez me besó Gokhan.
Libero mi llanto con todas mis fuerzas y golpeo el árbol con mis puños. Repitiendo ese mismo patrón un montón de veces, casi sin lágrimas para llorar y mis puños sin sangre para continuar derramando.
Me ubico sentado contra unas rocas y me distraigo mirando las estrellas.
Comienzo a recordar aquella vez que Gokhan me tocó. Su beso fue tan real, y su llanto tan desesperado, que yo le creí. Le creí que estaba frágil, pero todo fue parte de un plan que no logro comprender.
–Gokhan fuiste una desgracia... —Digo al viento.
–Yo no soy feliz con Ayse, con Phelippe no hay caso, y Mehmed me está lastimando, como no se imagina que lo hace, ¿Y si quizás Gokhan tenía atracciones como las nuestras? Él odiaba a las Sultanas, puede que él haya querido ser cercano a nosotros pero por seguir sus órdenes, nunca lo logró, tal vez aquella vez que posó sus labios en los míos, fue la única vez que fue sincero conmigo, la única vez que se atrevió a abrirse... Y yo lo rechacé. Quizás Gokhan era mi destino luminoso, quizás con él debí irme, tal vez debí hablarlo con él, pero yo estaba cegado, ciego por Mehmed. A esta altura de la historia... Es imposible cambiar el pasado, Gokhan está muerto y todo en este Palacio está cambiando.Cada palabra que sale de mi boca, las digo con la esperanza que alguna estrella pueda oírme y así poder tener un mínimo de consuelo, por más pequeño que sea, lo recibiré, juro que lo recibiré.
Mi angustia me hace llorar a gritos, llenando mi corazón por completo de dolor.
Por más que intento convencerme que todo mejorará, la vida se encarga de demostrarme lo contrario, siempre recaemos en una discusión, una pelea, siempre alguien pierde la vida, siempre hay engaños, todo el tiempo sale todo mal.¿Alguna vez seremos felices? ¿O qué acaso la felicidad son esos pequeños y cortos momentos entre los problemas?
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Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)
Teen Fiction(Reescribiendo y corrigiendo) Iskender, es un joven arrebatado de su hogar y llevado como esclavo a un mundo de opulencia y peligro. Su encuentro con el arrogante Príncipe Mehmed marca el comienzo de una relación turbulenta, marcada por la violencia...