"Para Servirle, Príncipe" (1x05)

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Iskender Aga

La sultana Ayse se había marchado hace bastante de los aposentos de Mehmed, y él aún no había regresado. Iskender apoyó su cabeza en la almohada y no pudo evitar dormirse otra vez.

Se despertó después de un par de horas. Sintió una presencia pasearse en el cuarto y abrió los ojos. Vio a Mehmed de pie junto a la puerta cerrada del balcón, estaba mirando hacia afuera en la típica pose de los príncipes: erguido a más no poder, el mentón levantado y las manos por detrás de la espalda.

El príncipe notó que Iskender había despertado. Se volteó hacia él y dio un par de pasos.

–¿Piensas dormir en mi aposento todo el día?

–Príncipe... —Iskender se sentía muy somnoliento. Se estaba obligando a despertar. –¿Lleva de pie ahí mucho tiempo?

–Recuerda que quiero que te vayas. —Le dijo frío. La expresión de Iskender cambió cuando sintió la tensión. –No te atrevas a mirarme así.

Sigo esperando tus disculpas.

–¿Cómo te atreves a tratarme de "tú"? Soy tu príncipe.

–¿Para qué me remarcas ser príncipe si quieres que me vaya?

–Aun que estés aquí, en el palacio del sultán del mundo, o en tu mugroso pueblo, seguiré siendo un príncipe, te guste o no.

Se quedaron mirando en silencio. Ambos estaban molestos y con las cejas apretadas. Mehmed tragó saliva con pesadez e hizo un recorrido de regreso a la puerta del balcón, y luego hasta la cama. Miraba a Iskender con ojos de curiosidad, y al mismo tiempo de desprecio. Iskender era consciente de que sentía asco por él, seguramente por lo pobre que era.

Vuelve a insultarme así, y te voy a abrir la herida que tienes en el abdomen.

Fue en ese momento cuando Iskender notó que sus vestimentas no eran las mismas del día anterior. Miró a Mehmed un poco desconcertado y entrecerró los ojos.

–¿Me desvestiste? Esta no es mi ropa.

La anterior tampoco lo era. —Le respondió entre dientes. Se cruzó de brazos y le apuntó la herida. –Los médicos te atendieron, cambiaron tu vendaje y también tu ropa, no creas que yo me rebajaría a eso.

Tengo el recuerdo que me ayudaste, y me quemaste con algo, ¿Qué eso no es haberme ayudado?

–Pues yo tampoco escuché las gracias por eso.

Y tú aún no te disculpas por insultarme cuando llegué.

–¡Basta! —Le grita molesto. Se acercó más aún al borde de la cama. –¡Vuelve a tratarme de "tu" y te golpearé, ya verás cómo terminas!

–¡Y usted no vuelva a decirme que soy un pueblerino mugroso!

–¡No me faltes el respeto! ¡Soy tu príncipe y debes obedecerme!

El príncipe e Iskender continuaban tratándose a los gritos cuando la sultana Ayse entró al lugar. Cerró la puerta tras de ella y los quedó mirando fijo.

–¿Qué es esto? ¿Así se tratan entre ustedes? No corresponde que le grites a tu aga. —Señaló a Mehmed y luego a Iskender. –No corresponde que le grites a nadie en este palacio.

No te entrometas, Ayse. —Mehmed la miraba con molestia.

Nuestra madre te obsequió a Iskender. ¡Él es tú confidente! No debes tratarlo así. Y tú, Iskender, ¡Obedécele a mi hermano!

Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora