"Una Noche Para Dos" (4x23)

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Príncipe Mehmed.

   –¡Yo conozco esta cabaña! —Grita Iskender en mi oído.

El carruaje se aleja y cargo a este ebrio hombre sobre mi hombro. Nos acercamos a la puerta de la cabaña.

   –Lo sé Iskender, ya sé que la conoces, ya basta, yo te traje aquí por voluntad.

   –Escúchame bien, Mehmed. —Dice trabándose con su saliva. –Estoy entrando aquí contigo pero no creas que pasará algo.

   –¿Algo como qué? —Cierro tras de mi. –Vas a tomar algo con hierbas para que te vuelvas normal de una vez.

   –Tú... Ni yo... —Dice con cierto ritmo de música.
No somos normales... Ambos somos hombres y nos amamos, ¿Crees que es normal? ¡Ja ja ja! —Ríe a carcajadas. –Tú no eres un Príncipe normal, y yo tampoco un Aga común. ¿Qué Aga ha visto a su Príncipe desnudo, y viceversa?

   –¿Qué se supone que significa viceversa?
Lo jalo hasta la cama. Me rodea el cuello con un brazo acercando nuestros rostros.

   –Significa que tú también me viste... Recién, con esa sucia chica.

   –Creo que estuviste lo suficiente en esa horrible cantina, y por eso te comportas así, lo digo en serio, no te reconozco.

Me jala brusco y me besa fugazmente. Me quito de encima suyo y me alejo hasta la cocina.

   –¡Basta Iskender! Estás ebrio, ya contrólate.

   –¡Oh, es cierto! ¡Tú eres el Príncipe y yo el Aga! Eres tú quien da las órdenes aquí, no pensaba que te gustaban estos juegos.

   –¿Qué juegos? —Me regreso a él.

   –Eres tú quien quiere dominarme, y es eso lo que te molesta, que no te hago caso, ¿Quieres ser quien mande? Está bien.

Se ubica en el centro del cuarto con ambos brazos estirados hacia arriba.

   –¿Qué se supone que haces?

   –Quiero que me desvistas. —Dice con los ojos cerrados.

   –Ay, no puede ser. —Cierro mis ojos resignado.
Ya recuéstate por favor.

   –¿Oh? ¿Así que quieres hacerlo acostado? De acuerdo, de acuerdo. —Se recuesta.

   –Esto no sucederá Iskender, no va a pasar, y menos aún si estas ebrio.

Al ver que permanece inmóvil me acerco para ver si respira, es cuando de su boca sale expendido por el aire todo el alcohol que ingirió, ensuciando mis ropas mi rostro y también el suelo.

   –¡Rayos, Iskender! —Me quejo.

Lo levanto y caminamos hasta la zona detrás de la cabaña, encontrando una tinaja de madera de tamaño considerable.

Su vomito ensució su cabello y parte de su cuello.
Lo recuesto en el suelo y comienzo a quitarle las prendas una por una, para lavarlas y luego ponerlas al Sol, antes que anochezca.

Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora