Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)

"Sultán Ahmed" (4x16)

Tarkan Iskender Aga.

El Sultán me mira impaciente, la Sultana Kösem se limita a sostener sus manos delante de su cuerpo y esperar cabizbaja a que yo hable.

–Defiendo a Mehmed de víboras que viven en este Palacio, que se supone es su hogar, yo abrí mis ojos, y me di cuenta de que todo esto es una guerra interna, cuando llegué a este Palacio, ¡Dilruba me envió a apuñalar! Ella fingió que no me conocía pero lo hizo para desproteger a Mehmed y él así quedar solo nuevamente, ¡Mehmed me ayudó y sanó mi herida! Ellos querían posicionar a Gokhan como su nuevo confidente y lo lograron, pero Gokhan nos amenazó con mostrar unas cartas sobre Mehmed en las que él le confesaba que quería a su Padre muerto para ser el nuevo Sultán y gobernarlo todo, ellos planeaban acusarlo falsamente pero nosotros lo detuvimos, ¡Yo lo detuve! ¡Yo defendí a Mehmed! ¡Yo lo empujé de la Torre de la Justicia y acabé con su vida! Pero las cosas estaban lejos de terminar, Safiye me ha amenazado directamente con que nadie me creería, ella está intentando acabar con su familia y nadie me creerá, ¡Maldita sea! ¡Cómo pueden estar así de ciegos! ¡Por qué no lo ven, nadie lo ve, por qué nadie lo ve!

Intento calmar mi respiración cerrando mis ojos y con una mano en el pecho. Las manos me tiemblan y siento muchas ganas de llorar. Ambos me miran atónitos y estupefactos, sin saber qué pensar o qué decir. Es su familia, quienes después de años, continúan haciéndoles la vida imposible.

–¿Lo que dice es cierto? —Ahmed le pregunta a Kösem. –¿Este chico dice la verdad? ¿No miente?

Nuestro Sultán se queda en silencio pestañeando muy lento y con la vista perdida en el fondo, ninguna palabra sale de su boca y ninguno de los tres se anima a interrumpir su silencio.
Finalmente se pone de pie, pero puedo notar cierta inestabilidad en su andar. Luce muy pálido y grandes ojeras rodean sus ojos, sus brazos tiemblan y sus piernas le responden con lentitud.

Se acerca a Kösem un par de pasos para luego caer desplomado de cara al suelo.

   –¡Sultana! —Me acerco y le sostengo la cabeza.
–¡Está sangrando!

   –Iskender llama al médico ahora mismo.
—Ordena Kösem.

   –No, no, por favor no... —Ahmed solloza.
–Quiero que me lleves... A nuestro Jardín... Nuestro Jardín Secreto, aquel dónde nos conocimos...

Kösem me mira angustiada, intento cuestionarlo pero ella me lo impide con su mirada, juntos ponemos de pie a nuestra Majestad y lo ayudamos a salir de los Aposentos.

   –Iskender, quiero que me esperes aquí, no vayas a salir de aquí. —Ordena la Sultana.

–Pero Sultana...

–¡Es una orden!

Detengo mi caminar y veo cómo ambos se alejan doblando en la esquina del pasillo.
Giro y me regreso a los Aposentos, cerrando las puertas tras de mí.

¿Jardín secreto? Solo Alá sabe qué esta sucediendo, todo es muy confuso.

Las horas pasan y yo continúo en completa soledad aquí dentro.
Mehmed debe estar aún encerrado en su cuarto y Ayse muy preocupada.

¿Éste es mi gran castigo por todo lo sucedido?
Nuestra Majestad me exiliará del Palacio como un vil bandido, a pesar que sólo intenté protegerlo, justo como con Mehmed, y al parecer la historia se repite, ya que se niega a creerme y prefiere rechazarme.

Las puertas se abren tras de mí, dos Agas traen al Sultán, él con sus ojos cerrados, siendo seguidos por Kösem.

   –¿Sultana? ¿Qué sucedió? ¿Él está bien?

Ella expulsa a ambos muchachos luego que ellos recostaran al Sultán en su cama, luego de cerrar las puertas me queda viendo de frente.

   –Hasta que yo te diga que hables sobre lo que aquí está sucediendo, no lo harás, ¿Entendido?

   –Si, mi Sultana.

   –Tú y yo tenemos el mismo objetivo Iskender, proteger a los Príncipes.

Luego de sus palabras se queda viendo a la nada un par de segundos.
Da un fuerte suspiro y se acerca a la mesa, toma una pluma y una hoja y comienza a escribir.

La concentración en su mirada y la tristeza de su rostro la están desbordando.
Con una vela quema el sello y se acerca al durmiente Sultán, y con delicadeza toma su mano y sella con el anillo lo recién escrito.

   –Iskender... Escúchame atentamente.

Se levanta y permanece de pie con ambas manos tomadas delante de ella, viendo a Ahmed, y comienza a hablarme.

–Cuando la llama de vida de un Sultán, deja de existir, su hijo de mayor edad ascenderá a el Trono, él gobernará y negociará para mantener el equilibrio en todos sus territorios, sin importar su edad, deberá dar un gran paso para madurar y crecer, en una sola noche, en un solo momento.
—Me dirige la mirada.

–¿Sultana...? ¿Está insinuando que nuestro Sultán...? —Pregunto asombrado, recién cayendo en cuenta que ella está confirmando su repentina muerte. –¿El Sultán Ahmed? ¡No puede ser! ¡Sultán! —Me acerco y ella me aleja sujetando mis manos, aún tiembla.

–Iskender... A veces ese heredero, no es merecedor de tanto poder... —Voltea a ver a Ahmed y regresa a mí. –Mis hijos no morirán a causa de eso, acabo de firmar un documento escrito por Ahmed, en el que se renuncia al fratricidio para siempre.

–¿Los Príncipes se salvarán? —Pregunto ansioso. –El Príncipe Osmán se supone que debiera aceptarlo una vez que sea Sultán, él debería hacerlo, ¿No es así?

Nos quedamos mirando en completo silencio, ella pestañea lento y con desanimo.

–No. —Dice fría. –Osmán no será Sultán.

La Sultana Kösem está dicendo que no permitirá que Osmán ascienda, cómo pudo cambiar todo en tan solo unas horas.

¡El Sultán Ahmed murió repentinamente! ¡Nadie se lo esperaba!
Creerán que lo asesiné para que no me enviara al Distrito, todo esto se verá como una confabulación.
Pero Kösem estaba conmigo, ella estará de mi lado... ¿Debería preocuparme? Osmán no será Sultán, en cambio Mehmed si, él me protegerá de todos aquellos viles bandidos que nos han estado hostigando.

¡Por fin la paz llegará a este Palacio!
La Sultana Kösem acaba de tomar la decisión más sabía para el Imperio.

Mi Mehmed será un Sultán increíble, él gobernará y triunfará, y yo, Tarkan Iskender Aga, juraré ante Alá y todos los de este Palacio que seré el súbdito más fiel de nuestra Majestad, el Sultán Mehmed en el inicio de su era.