"La Vida En Otro Reino" (3x08)

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Tarkan Iskender Aga.

La oscuridad ya rodea el Pueblo, y las concubinas nos advirtieron de una fiesta esta noche en el jardín lateral, aquel lugar lleno de césped y árboles.
Por ser verano aún hace mucho calor y sería refrescante estar al aire libre.

Me encuentro en mis Aposentos, vistiéndome para la ocasión, arreglo mi cabello y uso un poco de perfume que me obsequió Phelippe.

Tocan las puertas e ingresa Mehmed y Murad.

   –¡Pero qué bien huele eso Iskender! —Dice Murad. –Dile al Maestro que yo también quiero uno similar.

   –Esto no es del Palacio, pequeño. —Lo dejo sobre el mueble. Mehmed se acerca y lo toma.

   –¿Y de dónde es? —Lo huele.

   –Me lo obsequió Phelippe. —Voltea a verme con los ojos abiertos demostrando molestia.

Permanece viéndome como si tuviese una lucha en su interior de todas las cosas que desea decirme, y finalmente rompe el silencio con su descontrol.

   –¡Y por qué recibes regalos de ese maldito!
En solo un movimiento arroja el frasco al suelo y me sujeta de la ropa. –¡Te dije que te mantuvieras alejado de él! ¡Y aquí te encuentro recibiendo sus regalos!

   –¡Suéltame Mehmed ya basta! —Grito en su cara. Sujeto sus manos intentando quitármelas de encima pero me veo imposibilitado, tiene mucha más fuerza que yo.

Murad no es de mucha ayuda ya que simplemente salió corriendo del cuarto.

   –Mehmed ya basta por favor me estás asustando. —Sollozo cerca de su oído.

   –¡Tú no me obedeces! ¡Eres mi Aga!

   –¡Ya quítale las manos! —Phelippe quita a Mehmed de un solo jalón y lo lanza sobre la cama.
¡Cómo puedes tratar así a tu chico!

   –¡No te metas en lo que no te importa!—Grita Mehmed amenazante.

Phelippe me toma de una mano y me saca de allí, dejando a Mehmed completamente solo.



Todos en la fiesta están distraídos haciendo otras cosas, Phelippe y Yo nos sentamos en una de las carpas alejadas.

   –Que bueno que están estas carpas aquí de noche. —Dice para intentar hacerme reír. –Ya cálmate Iskender, ya no está aquí, estás conmigo, nadie te hará daño. —Intenta secar una de mis lágrimas pero aparto su mano de mí, provocando que la tome con firmeza.

   –Lo siento, que vergüenza todo esto.

   –No es tu culpa, él tiene un serio problema. Tú eres mucho para él, Mehmet dice que eres considerado un héroe aquí, y mira como se comportó contigo, cree tener poder sobre ti.

–Bueno él es un Príncipe, si tiene poder.

–No hablo de gobiernos, hablo de personas, él piensa que puede poseerte.

Bajo la mirada y guardo silencio.

¿Sabes cómo sería tu vida en nuestro reino?
Dice con voz cálida. –Tendrías un caballo, podrías salir cuando quisieras, mi Padre es el Rey y cualquier problema que tengas yo te ayudaría.
Con su mano toca mi hombro. –Y luces bien, las chicas allá morirían por estar cerca de ti.

–No me interesan las chicas. —Río apenas.

¿Las chicas no? ¿Entonces los chicos?

–¡No es eso lo que quise decir! —Me exalto un poco. –Me refería a las chicas, el poder y al oro, nada de eso me importa.

–Si te llaman más los chicos que ellas, no debes alterarte así, pues si es mal visto, pero mientras lo tengas oculto, nadie te ahorcará públicamente.

–¿Mantenerlo oculto?

–Mantenerlo oculto. ¿Puedo decirte un secreto de mi? —Voltea a mirar que nadie se acerque. –Yo lo oculto muy bien, tanto como tú.

Cierro mis ojos intentando mantener mi rostro sin expresiones para no delatar la situación que acaba de presentarse en mi mente.
Al parecer ellos en su reino tienen mucho más explorado esta clase de acontecimientos.
A decir verdad, hasta el día de hoy jamás había puesto sobre la mesa las atracciones que uno pueda sentir. Y no pensaba en abrir todo esto con Phelippe.

¿Cómo sabes tanto sobre esto?

–Pues en mi cultura existe hace muchos años, es solo que lo ocultamos de la Iglesia y todos aquellos que se oponen. Nadie debe saberlo jamás.

–Pues te equivocas al decir que yo lo oculto.

–Claro que lo ocultas. Los ojos no mienten, yo vi cómo me veías cuando me viste por primera vez, y también veo cómo Mehmed te mira.

–¿Qué tiene que ver Mehmed en esto?
Respondo molesto.

Lo que sucede entre el Príncipe y tú es más que evidente.

–Entre el y yo nada sucede, estas inventando cosas, nada de lo que dices tiene sentido, él está enamorado de una concubina que se casó con su hermano Osmán, y yo estoy casado con su hermana, la Sultana Ayse.

–¿Tienes esposa?

–Así es, y la amo y la respeto, en nuestra cultura eso es muy mal visto y una falta de respeto colosal.

–Yo me disculpo, no quise ser imprudente, por favor olvida lo que te dije sobre mí, nadie puede saberlo, otra vez me disculpo.

Se levanta avergonzado del asiento y se aleja hacia los demás que están apreciando los músicos y los bailes de todos, podría decir que todo el Palacio está allí fuera.

Le mentí descaradamente a Phelippe e incluso lo hice sentir mal. Todo esto es tan extraño y nuevo, jamás había hablado con alguien sobre esta clase de cosas. Clase de cosas que fácilmente pueden llevarte a la horca.
En este Palacio nunca había oido algo así.

Phelippe fue más que claro al decir que en su reino él pretende a chicos, a hombres. Y por muy fuerte que suene, al parecer allí debe haber cierto grupo de otros chicos, que también los pretenden.

Es todo tan confuso para mí.
Toda la vida crecí con mis Padres juntos, mi Padre y Madre, no dos Padres o dos Madres.

Eso es imposible, no hay registro de ello, nada puede alterar los planes de Alá, y está muy mal que luego de la conversación con el Príncipe de España y Portugal yo le haya dado la razón.

Tal vez no directamente, se lo negué, pero en mi mente todo tiene sentido. Todo esto que sucede con Mehmed y conmigo debe ser detenido, antes que sea muy tarde.

Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora