Príncipe Mehmed.
Muy a menudo hago las tareas que mi Madre me encomienda. Que debo estudiar historia, luego geografía, después sobre economía y la moneda imperial, cada cierto tiempo visitar los Cuarteles de Jenízaros, debo practicar con la espada, el arco y también técnicas de combate cuerpo a cuerpo, eso y un montón de deberes de un Príncipe.
Es por lo mismo que no logro quitarme la idea de la cabeza, que haber ocupado todo un día, desde el amanecer al atardecer, en conversar con el chico herido del Cuartel, fue solo una pequeña y casi indistinguible distracción de todos mis deberes.
Verlo tendido en esa cama y ver su apariencia masculina con su sentido del humor, puedo decir que despertó algo de interés en mí, de conocerlo y frecuentarlo, supongo no habrá problemas si es que somos amigos. En algún momento debía detenerse el derramamiento de sangre y conocer otras personas, así como Tarkan frecuenta a Bulent, o a Ruzgar, y también a Yigit y Eren. Pienso que nos haría bien tener más amistades.
–¿Dices que fuiste tú quien asesinó a un lobo salvaje? —Digo exagerando. Berker ríe y cubre su boca con la mano.
–Si Príncipe —Dice divertido intentando sonar serio. –A pesar que eso sucedió hace casi doce años.
–¿Doce años? ¿Que edad tienes?
–Yo, Príncipe, estoy saliendo de los dieciséis, prontamente.
–Oh, tienes bastante más edad que yo, pero nos vemos de la misma edad.
–Si, pues a pesar que siempre me encontraba al Sol, en el Norte no broncea tanto la piel como aquí.
–Si, ya lo noto. —Digo mirando las líneas azules debajo de su piel.
–¿Lo notas? En el Palacio te enseñan a observar en exceso a la gente al parecer.
Entender su comentario me hace notar que estuve mirándolo fijo, casi sin pestañear y sin moverme.
Escucho lo que dice pero no puedo evitar sentir mucha curiosidad por su aspecto físico, la forma de sus ojos o el grosor de sus hombros. Sus pómulos rojizos y su mentón tan definido.
Me obligo a salir del trance sacudiendo la cabeza.–Lo siento Berker... —Bajo la mirada y regreso a él. –Dormí mal anoche y tiendo a quedarme con la vista perdida, y sin querer te veía a ti.
Arquea sus cejas mientras asiente con la cabeza.
Finge creerme y me da una respuesta positiva solo para darme tranquilidad y hacerme sentir cómodo otra vez.
Frota sus manos con incomodidad y baja la mirada dando un largo suspiro.–Deberíamos ya regresar al entrenamiento del Cuartel.
–¿Quieres regresar a tu encierro allá abajo?
Nos encontramos sentados sobre el tejado de la edificación. Recorriendo por la mañana encontré un pequeño cuarto con cajas apilables, que permiten ir hacia arriba y salir por una ventana muy alta, quedando a la altura de este lugar.
Lo ayudé a subir a las cajas y él completó la última parte de la escalada, con mucha agilidad además.–Hay que agradecer que mi pierna ha mejorado bastante, siento que casi puedo moverla nuevamente.
–Cuando te observo, podría decir que no te rompiste la pierna, si no que fue una lesión menor, y que haces uso de eso para descansar.
Al decir eso una sonrisa se marca en su rostro e intenta ocultarla viendo en otra dirección.
–Oh vamos, no ocultes tu rostro, ya te descubrí, pero no diré la verdad sobre el asunto.
Suelta una pequeña carcajada.
–Está bien Mehmed, de acuerdo. —Dice dedicándome una sonrisa de labios.
–¿Vas a decirme cómo ocurrió?
–Caída de un caballo de entrenamiento. —Dice cortante. Borrando la sonrisa de su rostro. Su mirada se pierde en el horizonte donde se aprecia el Pueblo.
–Mejor no seguiré preguntando ya que, por lo visto, te afecta bastante.
–Quiero preguntar algo, Príncipe.
–Mehmed.
–Mehmed. —Repite.
–¿Cual sería tu duda?
–¿Por qué no se ha casado Príncipe Mehmed?
No logro contestar a su pregunta ya que mi mente se distrae de sus palabras al notar su mano puesta en la mía. La calidez de su piel recorre cada uno de mis dedos y me hace sentir cómo se acelera mi corazón.
–¿Estás bien? —Pregunto nervioso.
–Oh lo siento, tenía intención de acomodarme y aplasté tu mano. —Dice divertido. Retirando su mano de la mía.
–Descuida. —Digo sintiendo enfriarse mi mano.
–¿Bueno y? ¿Por qué nunca te casaste Mehmed? Tienes ya quince años, estás en toda tu masculinidad desarrollada.
–¿Masculinidad desarrollada? ¿Qué sabes tú sobre eso?
–Oh por favor, Mehmed. Si no quieres hablar sobre el tema está bien, pero ya entendiste a qué me refería. No puedo creer que te da pudor hablar de esto con otro chico.
–Solo converso estas cosas con mi confidente.
–¿Tienes un confidente para esas cosas? ¿Y si te ayuda en esas necesidades por qué lo mencionas en masculino?
Me quedo callado al comprender la confusión que sin querer le provoqué a Berker con lo que dije.
Si, Tarkan es mi confidente y con él me desahogo, verbalmente y también en lo físico, pero eso Berker no lo sabe.–Solo es un confidente verbal, y es un chico, me lo obsequiaron como fiel esclavo. Pero ahora es mi amigo, mi fiel compañero, sin él siento que no podré vivir.
–Cásate con ese confidente tuyo, si tanto lo estimas.
Ambos reímos.
–Lo haría si pudiera. —Digo bajando la risa hasta llegar a sonar serio.
Berker se queda en silencio mirando sus pies. Gira su cabeza hacia mi pero finjo estar mirando al horizonte. Siento su mirada en mi y no puedo evitar sentirme nervioso.
A pesar de que lo dije en tono de broma mis planeas sonaron bastante serias y tal vez me asusta la reacción de Berker. Su mirada pareciera juzgarme y ni si quiera me atrevo a voltear a verlo.
Todo este tiempo la comodidad de su amistad me ha servido para tranquilizarme después de todas las batallas que hemos vivido con Tarkan.
No me gustaría perder a Berker como amistad. No debí decir eso. Lo tomará muy en serio, es un Aspirante y tiene sus convicciones. No es un corrompido como yo.
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Príncipe Mehmed. (Gay) (Reescribiendo y Corrigiendo)
Teen Fiction(Reescribiendo y corrigiendo) Iskender, es un joven arrebatado de su hogar y llevado como esclavo a un mundo de opulencia y peligro. Su encuentro con el arrogante Príncipe Mehmed marca el comienzo de una relación turbulenta, marcada por la violencia...