58_A corazón abierto

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Capítulo 58:

Brian. 

Manejo por las infernales calles de New York, o eso intento, por que llevo más de una hora estancado en el puto tráfico, no me he movido ni un centímetro y las continuas bocinas que suenan de un lado a otro, retumban en mis oídos causandondome un ...

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Manejo por las infernales calles de New York, o eso intento, por que llevo más de una hora estancado en el puto tráfico, no me he movido ni un centímetro y las continuas bocinas que suenan de un lado a otro, retumban en mis oídos causandondome un horrible dolor de cabeza. 

Esta ciudad es el mismísimo infierno,  no entiendo como los Neoyorkinos pueden vivir en este caos, pero estoy aquí por Gena, por mi matrimonio y por la verdad.

Necesito salvar mi relación y aclarar todo este asunto. Bruno me advirtió  que no será nada fácil que me dejen ver las cámaras de seguridad sin una orden policial, por lo que me encargue de conseguirla además de viajar con mi abogado, me agota a sobre manera tener que estar haciendo todo esto, pero no tengo opción,  si no descubro la verdad perderé a Gena para siempre.

—Maldita sea esta ciudad, mientras yo estoy aquí,  mi esposa me odia cada segundo que pasa un poco más— Protestó golpeando el volante.

—Tranquilo Brian, debes mantener la calma— Me dice Thomas, mi abogado que parece no tomar conciencia de la situación en la que me encuentro. 
Para mi suerte el maldito amontonamiento de autos empieza a moverse, gracias al cielo, intentaré llegar al hotel lo más rápido posible.

Gena no me ha contestado el teléfono  pero al menos se que ha leído todos mis mensajes.  Por medio de Jimmy,  se que ella se encuentra en San Diego, en casa de su madre, ya que las vio entrar esta mañana.
 
Pareciera increíble, pero han pasado tres días desde que todo se ha derrumbado y no puedo dejar de pensar en lo bien que estábamos antes de toda esta tragedia ¿Por qué tuvo que tomar su teléfono? ¿Por qué la dejé sola? Yo iba a decírselo,  iba a encontrar la forma de hacerlo una vez estuviéramos lejos y relajados en una paradisíaca playa, pero lastimosamente ella se me adelantó y nada de lo que tenía planeado se puedo realizar. 

Me pregunto si acaso ella me estaría odiando a tal punto de querer dejarme definitivamente, no, no podía pensar en eso, ella me amaba, llevábamos dos años juntos, mucha agua había corrido bajo el puente, separación  de por medio y aún así volvimos a elegirnos, nuestro amor no podía morir así  no de esta forma, todo iba a estar bien, debía pensar en positivo.

Al llegar, nos recibió la misma recepcionista de la vez pasada,  una simpática rubia de impecable apariencia y muy refinada forma de hablar, nos preguntó lo obvio ¿Si queríamos alojarnos y por cuánto tiempo? Pero su amplia sonrisa de dientes blancos, se desvaneció   cuando mi abogado le pidió revisar las cámaras de seguridad, enseñándole la orden para hacerlo.

—Un momento por favor — nos dijo la mujer, retirándose con sus zapatos de tacón resonando en el piso. 

—¿Crees que aceptaran?— Le pregunté a mi abogado, un poco nervioso.

Seize the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora