83_Llamada de emergencia

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Brian:

Kirsten estaba frente a mis ojos, tirada a un costado de la carretera como si fuera la nada misma, miles de autos pasando por allí y ninguno se detuvo a por ella

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Kirsten estaba frente a mis ojos, tirada a un costado de la carretera como si fuera la nada misma, miles de autos pasando por allí y ninguno se detuvo a por ella.
Con mis manos temblorosas, volví a tocarla, para intentar despertarla, ella estaba con vida, respiraba, pero no despertaba, tenía un poco de vomito pegado en su chamarra y varios moretones en sus brazos.

—Kirs, Kirs— insistí, hasta que esta, se quejó en sueños y nuevamente comenzó a vomitar, involuntaria mente, estaba casi seguro que estaba drogada hasta la coronilla, lo mejor sería subirla a mi auto y llevarla hasta un hospital, pero cuando la estaba cargando en mis brazos, esta abrió los ojos y dijo:

—Oye, dejame, ¡dejame!—

—Kirs, soy yo, Brian, tranquila, te llevaré a un hospital ¿De acuerdo? Estarás bien—

—¿Brian?—

—Si, soy yo, te prometo que estarás bien—

—No quiero ir a un hospital, no— dijo acomodándose y tratando de bajarse, ya que la tenía en mis brazos.

—Hey, tranquila, es por tu bien—

—¡No quiero ir al hospital! ¡no quiero!, ¡no quiero!— se puso intensa y se bajó comenzando a correr, pero cayó a los pocos metros, no podía mantenerse en pie, la pobre se quedó en el piso retorciéndose, asique me acerque a ella nuevamente, diciéndole:

—Kirs, no puedes ir a ninguna parte, ven, yo te ayudaré— la volvi a cargar en mis brazos y la lleve conmigo hasta mi automóvil, de ninguna manera la dejaría sola en esas condiciones.
Una vez dentro, puse en marcha el auto y esta me tomo de la mano diciendo:

—No quiero ir al hospital, por favor, no me lleves ahí—

—¿Por qué no?— le pregunté y esta negó con la cabeza, se negaba a decírmelo —¿Crees que no se que estas drogada? —

—Solo dejame en la estación de trenes, me iré a casa—

—Ni de chiste, no irás a ningún lado en esas condiciones, no lo permitiré—

—¿Y a ti qué te importa? ¿No me has echado como a un perro? Que diablos te importa lo que yo haga—

—Me gusta hacer actos de solidaridad, ahora cállate y déjame conducir— le dije arrancando el auto y marchandonos, no valía la pena ponerme a explicarle nada, solo me gustaría saber que ingirió para terminar así, la chica estaba en las nubes, babeaba apoyando la cabeza en la ventana, jodida mierda.
Haciendo caso a su pedido, finalmente la traje a casa conmigo, si no quería ir a un hospital no la obligaría, bajo del auto detrás mío, todavía en estado zombie.

—Vamos— le indiqué, tomándola del brazo para que me siga, ya que se había quedado parada en medio de la entrada mirando hacia la nada.

—¡Grace!, ¡Grace!— llame a mi ama de llaves, quien apareció de inmediato diciendo:

Seize the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora