79_ Luces rojas.

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Brian:
Estar en el lugar y en el momento equivocado ¿Nunca sintieron maldecirse por eso? Desearía no haber venido hasta aquí, para no tener que ver ni oír absolutamente nada.

Una chica con lágrimas en los ojos caminaba en mi dirección, al principio no la reconocí, ya que se tapaba la cara con gran frecuencia, pero ya al cruzarse conmigo, noté que se trataba de Victoria, llevaba mucha prisa. Intente detenerla pero ella me esquivo diciendo:

—Deberías irte—

—¿Pero qué ocurrió?— pregunté sin entender.

—Descúbrelo por ti mismo— respondió alejándose a pasos agigantados. 

No entendía nada, pero camine unos cuantos metros más, temeroso de tener que ver algo horrible, tenía que ser algo muy espantoso, como para que Victoria se fuera así, un presentimiento, un cartel enorme de advertencia, me decía que retroceda y me fuera a casa, pero la intriga gano más que la razón.
  
Me acerqué hasta la puerta nro 12, y observando por la pequeña ventana que esta traía, vi que allí estaba Gena, su cabeza descansaba sobre el pecho de Danny y una de sus manos sujetaba la suya, entrelazada, acariciaba el dorso de su mano con su pulgar.

Cantaba o tarareaba una canción que no podía reconocer, mientras que sus ojos continuaban cerrados. Era una imagen tiernamente dolorosa. 
Gena colocó su mentón sobre el pecho de Danny y acariciando su cara escuche decirle:

—Es apacible estar así ¿verdad? Se siente como si estuvieras en el limbo, un lugar cálido entre la vida y la muerte, lo sé, porque he estado allí— la veo suspirar con pesar — Empezarás a sentir cansancio, soñaras con lo mismo una y otra vez— le dice — Y entonces ya no será un lugar cómodo para ti, vas a querer despertar, despertar a toda costa y no podrás— Gena se enderezó y tomando su mano la sostuvo hasta la altura de su boca, para depositar  un beso en sus nudillos.  La imagen dolía. Dolía demasiado. Pero sin embargo, no podía dejar de mirar ni escuchar todo.

—Cuando eso suceda, necesito que corras hasta mi voz y despiertes ¿me escuchas? Sé que puedes, se que puedes escucharme, solo escúchame y vuelve, por favor, por que si no vuelves, no sé qué haré sin ti— lagrimas comenzaron a correr por mis ojos, más hablaba Gena, más me moría yo —Regresa Danny, regresa a mi, estaré aquí, siempre estaré aquí, por que sabes que jamás me alejare de ti, tu sabes eso, siempre seremos tu y yo, perdóname por no haberlo visto antes, perdoname— Gena lloraba y yo me despedazaba en el suelo al escucharla. No podía seguir haciéndolo. Tenía que salir de aquí, aunque me temblara todo el cuerpo y me sintiera devastado, poco a poco, me levanté, limpié mis lágrimas y tomé fuerzas para salir de este hospital con lo poco que me quedaba de dignidad. 

Observé por última vez a la mujer que amaba, me dolía tanto, me dolía hasta los huesos, la vi llorando, desconsolada e implorando que aquel hombre convaleciente despertara.

Creo que siempre supe lo que el destino nos tenía preparado, tuve que darme cuenta, desde que todo se vino abajo, hace mucho tiempo, cuando él apareció, cuando jamás pude alejarlos. Por más que lo intente, no quería entenderlo, me quise aferrar al recuerdo y a la esperanza de un amor que estaba muerto. Al menos para ella. 

Era demasiado para mi, estaba agotado, mentalmente cansado, con mis ilusiones rotas, así que tomando el ejemplo de Victoria, simplemente me marché.
Con el alma hecha pedazos y el corazón pulverizado.

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Gena:

Gena:

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Seize the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora