69_¿Adivina quien soy?

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Capitulo 69:

…Maldita sea con esta llovizna, solo sabe causarme retraso, de todas formas, observo detenidamente cada lugar, cada detalle, los semáforo, los nombres y números de cada calle por la cual paso, se siente bien estar aquí, se siente bien saber que pr...

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…Maldita sea con esta llovizna, solo sabe causarme retraso, de todas formas, observo detenidamente cada lugar, cada detalle, los semáforo, los nombres y números de cada calle por la cual paso, se siente bien estar aquí, se siente bien saber que pronto estaré viéndolos a la cara. La fresca brisa se cuela por las ventanas de mi auto, dios, es jodidamente reconfortante.
Muchas personas corren por las calles, haciendo sus ejercicios diarios, extrañaba el movimiento de las calles, no sabes del valor que tiene cada cosa cuando lo vives a diario, solo lo sabes, cuando te privan de tu libertad.
Me detengo a observar una pareja de enamorados, ellos se besan y sonríen como si solo se encontraran ellos dos solos en el mundo, como si nada a su alrededor existiera, me repugna el solo verlos, se me revuelven las tripas, ¿Qué tan idiotas se puede volver la gente al enamorarse?, pareciera que no les importara nada mas, ni mucho menos hacer el ridículo.
 Sinceramente no lo entiendo, no existe tal sentimiento en mi, aunque admito que alguna vez lo he sentido  y por poco me lleva a la ruina. No tenía ganas de que me volviera a pasar, asique mi corazón se volvió de piedra. El sexo, el encantamiento, la atracción, se volvieron mi estilo de vida y estaba jodidamente conforme con eso. Lo mantendría así, todo perfectamente equilibrado. 
Lo único malo en todo esto, era la obsesión, que estaba en medio y en este momento, estaba llevándome a perder la cabeza, casi como aquellos idiotas enamorados.
Mi cabeza no paraba de trabajar, mis planes, hasta ahora, estaban saliendo a la perfección, estar sin libertad no duro tanto como pensaba y tampoco había sido tan malo, contar con ayuda de amigos y policías corruptos ayudo mucho a que hoy pudiera estar libre, por así decirlo, hiperventilando, alce mi vista hacia un gran edificio con miles de ventanas cristalinas y un gran cartel luciéndose elegantemente en su frente, “rock in the world” aquí estábamos y era tan jodidamente bueno regresar al mundo exterior. 

Estacionándome en una esquina, resople un par de veces pasando mis dedos por mi cabello, lo tenia más largo de lo común pero no me desagradaba del todo, mis ojos azules se reflejaron en el espejo retrovisor del auto, ojos fríos, cansados, destrozados y todo por culpa de un par de estúpidos enamorados, pronto me las cobraria.

—Disculpe, no se puede estacionar aquí, ¿ve el cartel?, dice, prohibido estacionarse— me saco de mis pensamientos un guardia de seguridad que se acerco a la ventanilla de mi auto.

—¿Donde puedo estacionarme entonces?— pregunte.

—Allí— señalo un aparcamiento donde había varios automóviles y se veía un pequeño lugar libre, asentí en dirección al policía y me moví con el auto hasta el estacionamiento, maldito gilipollas, ojala pudiera golpear su asqueroso e inútil culo, pero ahora no podía perder tiempo en eso, lo mejor era ser jodidamente amable con estos imbéciles.

Mi celular vibro y fijándome en el remitente decidí contestar, no atendía a cualquiera, pero este número, era de alguien que podía perfectamente identificar.

—Hable— respondí, aun sabiendo de quien se trataba, mis labios se curvaron en una sonrisa al escuchar su voz, mi sangre hirvió al recordar su rostro. Ella era sumamente excitante, y era mi cómplice en todos mis futuros planes. Cada plan necesita de una ayuda para que salga perfecto ¿no? Y ella era una de las razones por las cuales hoy, estaba libre —Ya sé que eres tú niña, es con quien he estado hablando todo este tiempo, en fin, ya estoy aquí  como me has dicho— mi cómplice me pregunto por como iba todo, a lo que le respondi:

Seize the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora