He dejado de sentir las manos. Aunque el paraguas me protege de la nieve, olvidé ponerme los guantes, y mis dedos están tornándose de un rojo doloroso.
Camino con cuidado por la acera, tratando de evitar el contacto visual con cualquier conocido. Pulso el timbre junto a la puerta de la consulta y, al instante, esta se abre, permitiéndome entrar en el cálido refugio del interior.
—Buenos días, ¿tenía cita con la psicóloga Smirnov?
Cierro el paraguas y me acerco hasta la recepcionista.
—Sí, con Larissa Smirnov —digo quitándome el gorro—. Mi nombre es Skarlett Sazonova.
Ella teclea en el ordenador rápidamente, e inmediatamente me indica que ya puedo pasar a la consulta.
Aún me cuesta creer que ha pasado casi un año desde mi última visita. Cuando salí del hospital tras la operación para extraerme una bala que rozaba mi pulmón, me sumergí en un silencio de varios meses. Fue entonces cuando mi guardia de seguridad, con una mezcla de preocupación y empatía, decidió traerme aquí.
—Hola, Skarlett. Pasa, siéntate y ponte cómoda —me dice la terapeuta, mientras se sirve una taza de té humeante.
Me acomodo en el sofá, manteniendo la espalda recta y las piernas cruzadas, adoptando una postura que aún me resulta un tanto incómoda.
—Hoy hablaremos del amor, Skarlett —comienza, abriendo su libreta rosa con una sonrisa cálida—. Cuéntame, ¿has estado enamorada alguna vez?
Inevitablemente, una imagen de aquel chico mexicano invade mi mente. Su cabello negro y sus ojos oscuros permanecen grabados en mi memoria, incluso desde el día en que perdí a mis padres.
—No lo sé, Larissa —digo, fijando la mirada en ella—. Creo que una vez amé, pero no creo que sea posible enamorarse en solo dos días.
—Para enamorarse solo bastan ocho minutos —argumenta sonriendo de forma ladeada.
Me aparto los rizos de la cara, la simple mención de esos días hace que me sienta enferma; fueron mis últimos días felices y no puedo evitar sentir una punzada de dolor al recordar cómo Lorenzo, con sus palabras llenas de promesas, desapareció de mi vida como si nunca hubiera existido.
—¿Y ahora estás en una relación con alguien? —pregunta Larissa, inclinando la cabeza con interés.
—No exactamente —confieso, algo tímida—. Con Alexey la situación es complicada. Trabaja para mí, así que no podemos avanzar más allá de lo profesional.
Larissa, con su bolígrafo en la mano, lo lleva hasta los labios mientras me observa con su mirada analítica.
—¿No puedes o no quieres, Skarlett?
Alexey me gusta, me atrae sexualmente y es cuidadoso conmigo. Desde que asesinaron a mis padres es la única persona con la que puedo hablar.
—Quizás le vea como un apoyo emocional, y sexual.
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La droga más pura
ChickLitA Lorenzo le fascina el dinero fácil. Skarlett tan solo desea sentirse libre sexualmente. Mientras ella ha pasado años enamorada, él cree haberla olvidado. ✦ • ✦ Después de la trágica m...