Me siento en el baúl, con la ropa limpia sobre las piernas, mientras mi mente da vueltas al mismo punto. Ese maldito libro, el que encontré entre sus cosas... Está claro que alguien con quien tuvo sexo, o al menos lo intentó, se lo regaló. Pero él me juró que era virgen.
¿Me mintió? ¿Quién demonios es "Y"? No puedo pensar en ningún nombre de mujer que empiece por esa letra. Podría ser alguien de su pasado, alguien que ya ni recuerda, pero no puedo evitar sentirme inquieta.
Justo cuando estoy a punto de perderme en esas ideas, la puerta se abre y Lorenzo entra.
—¿Qué haces ahí sentada? —pregunta, con una mezcla de curiosidad y sospecha.
—Emm, nada —respondo rápidamente, levantándome de golpe—. Estaba por darme una ducha. Necesito lavarme el cabello.
—Vale, puedes usar todos los baños de la finca, pero el de mi habitación es más grande, por si lo prefieres —dice Lorenzo con una sonrisa que sugiere algo más.
Decido ir al baño principal. Después de desnudarme, abro el grifo de la ducha, dejando que el vapor comience a llenar el espacio. En la pared hay un gran espejo que refleja mi imagen entera, y mis ojos inevitablemente se dirigen a las cicatrices en mi cuerpo. La de la operación es más extensa, honda y con relieve, un recordatorio que no me gusta ver, pero que me recuerda que estoy viva.
Sumida en mis pensamientos, apenas noto cuando Lorenzo entra al baño, desnudo. Su presencia transforma el pequeño espacio, llenándolo con una intensidad que es imposible ignorar.
—Tomaré esa ducha contigo —dice con voz baja, acercándose con una mirada que hace que mi corazón se acelere—. Esas cicatrices te dan un aire de malota que me pone mucho —susurra mientras coloca su mano sobre la marca más profunda.
El deseo que siento por él arrastra cualquier otro pensamiento, incluso el de "Y". Verlo así, sin ropa, con el cuerpo ligeramente sudado y las mejillas encendidas, es como encender una chispa en mi interior. Me consume por completo.
—¿Qué llevas en la mano? —le pregunto, notando por primera vez un pequeño objeto entre sus dedos mientras me guía suavemente hacia la ducha.
—Un condón. —Se ríe.
El baño está lleno de vapor. Dentro de la ducha me mojo la cabeza y el cuerpo, Lorenzo se arrodilla besando las gotas de agua que resbalan por mis pezones erectos, es delicioso.
Respira fuerte mientras se coloca el preservativo, levanto una de mis piernas y él me empuja contra los azulejos blancos de la pared sujetando la otra con su brazo penetrándome en un movimiento fuerte y rápido.
—¿Te gusta así? —pregunta cogiéndome del cuello.
Es escalofriante el placer que me hace sentir, le contesto con un movimiento de cabeza y noto como impulsa con fuerza su cintura contra mi pelvis.
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La droga más pura
ChickLitA Lorenzo le fascina el dinero fácil. Skarlett tan solo desea sentirse libre sexualmente. Mientras ella ha pasado años enamorada, él cree haberla olvidado. ✦ • ✦ Después de la trágica m...