✦LXI✦

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Había llovido muchísimo en el último mes, demasiado para la sangre caliente de Lorenzo, aunque el frío para mí era una delicia que había desaparecido desde que partí de mi país natal

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Había llovido muchísimo en el último mes, demasiado para la sangre caliente de Lorenzo, aunque el frío para mí era una delicia que había desaparecido desde que partí de mi país natal.

—Quiero que toda la merca esté cortada y envasada en sus respectivas bolsas antes de las siete, esta noche llega un barco español que se la llevará toda hasta el estrecho de Gibraltar, es un negocio redondo, muchachos, no permitiré ni un fallo. —Mira la cara de cada uno de sus hombres— Pueden marcharse.

Lorenzo se vuelve hacia mí cuando nos encontramos a solas, intenta hacerme cosquillas, pero acabo huyendo escondiéndome detrás del sofá.

—Hoy no tienes ninguna tarea que hacer, creo que me debes un día de pareja normal —digo acercándome lentamente.

—¿De verdad? ¿Qué propones, Miss Rusia?

Aún no me acostumbro demasiado a su barba. Después de llevarse una profunda raja en la mejilla la cicatriz era bastante notable y su autoestima se desplomó más de lo que era capaz de admitir.

—He engordado —murmuro, mostrándole que los pantalones me quedan estrechos—. Necesito ropa nueva, así que, deberías llevarme de compras.

—Vale, prometí darte todo lo que pidieras, ahora no puedo retractarme.

—Más te vale.

✦ • ✦

—¿Qué te parece este abrigo? —pregunto mostrándoselo colgado en una percha.

—No está mal, pero me gusta más el vestido de al lado.

—¿No es muy corto?

—Pues por eso quiero que te lo lleves, amor.

Me dirijo hasta los probadores y él permanece detrás de la cortina para darme su opinión una vez los tenga puestos. Salgo con el primero, aunque no me convence demasiado, no me realza nada el color ni la forma.

El siguiente es el de Lorenzo, y para variar, no esta equivocado. El tono verde oliva combina con mi tez a la perfección, el escote en forma de V y la raja en la pierna son sensacionales.

—¿Qué te parece? —Doy una vuelta—. Aunque si tuviera más pecho lo rellenaría mejor.

—No digas tonterías, tus pechos son preciosos, con ese vestido puesto no podría parar de follarte.

Sonrío ante su comentario y el hecho de que no haya bajado la voz, le pido que me baje la cremallera porque parece que esta algo atascada.

Noto sus dedos en mi nuca y un beso húmedo detrás de la oreja, sus manos bajan hasta mi cintura para girarme y así poder besarme a rienda suelta. Desliza las hombreras de la prenda para bajarla y atraparme una teta con los dientes.

Jugueteo con su paquete, acariciando su erección y besándole sin dejar de jadear en el tono más bajo posible.

Vuelve a girarme, esta vez de cara a la pared y apoya mis manos contra ella, escucho como la tela de sus vaqueros cae al suelo junto con el cinturón y me la mete tras asegurarse de que estoy lubricada.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora