✦XLVIII✦

5.9K 450 18
                                    

—¿Nos tomamos un descanso? —pregunta Lorenzo, colgando una bola roja con un lazo blanco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Nos tomamos un descanso? —pregunta Lorenzo, colgando una bola roja con un lazo blanco.

Hacía años que no decoraba para Navidad, y había olvidado lo agotador que podía ser arreglar un maldito árbol, especialmente habiendo elegido el más grande de la tienda.

—¿Cómo sueles pasar estas fiestas? —le pregunto mientras me sirvo un vaso de agua.

—En mi vieja casa, con mi hermana y mis dichosos padres —responde con un toque nostálgico—, pero supongo que este año será totalmente diferente.

Quizás esta época le haga recordar que su padre ya no está entre nosotros.

—¿Por la muerte de tu padre?

Lorenzo se levanta del suelo con los pantalones cubiertos de purpurina, como si acabara de salir de un espectáculo cómico.

—¿Qué? —responde sacudiéndose las manos—. Ese cabrón me es indiferente, lo digo por Gabi. Lleva sin hablarme desde que la pillé con Sebas.

Busco su pitillera y le robo un cigarrillo, él me hace un gesto para que le pase uno también.

—No deberías cuestionar su vida personal —le digo mientras exhalo el humo—. Ella es mayorcita para saber qué quiere tener a su lado... y entre sus piernas.

Lorenzo hace una mueca, claramente sabe que tengo razón, pero no puede evitar que le duela la traición de Sebas. Ese "código" entre amigos que tantos respetan se rompió, y lo que fue prohibido solo avivó el deseo de saltarse las reglas.

—Echo de menos a mi hermana... y a Sebas —confiesa, con su voz cargada de frustración—. Dejaron de llamarme, y ahora no sé cómo arreglarlo, Skarlett.

Con la mano libre le acaricio la mejilla, dejando una fina estela de brillo rojizo que cubre casi toda su cara. No se da cuenta, pero le queda sorprendentemente bien.

—Lo arreglaremos —le aseguro, mirándole a los ojos—. Solo necesitamos comida, buen vino y tu mejor sonrisa, señor Rey.

Lorenzo apaga su cigarrillo en el cenicero. El mío aún tiene vida, pero me lo arrebata de la mano y lo aplasta también, dejándonos sin excusas para prolongar la pausa.

—Un árbol de Navidad no esta lleno de espíritu navideño hasta que tienes un feliz orgasmo a su lado, ¿lo sabes?

Sonrío tirándole del cinturón para acariciarle el abdomen. Lorenzo me deshace el nudo de la bata, aunque nunca suelo llevar nada debajo siempre se sorprende al verme desnuda.

—Me has visto mil veces sin ropa, Lorenzo.

—Y mil veces más me sorprenderé de lo espectacular que es mi esposa.

Tras asegurarse que la puerta esta cerrada, él me tumba sobre el sofá y sus besos me acarician desde el cuello hasta la pelvis. Lorenzo acoge mi mano para dejarla encima de su polla y se la empiezo a acariciar de forma lenta. Mientras lo hago, lo beso introduciéndole la lengua en la boca.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora