✦XXV✦

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—Soy un completo pendejo

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—Soy un completo pendejo. —Murmuro al sentarme en el sofá del salón, sintiendo el peso de la culpa aplastándome.

No puedo creer cómo he llegado a decirle semejante barbaridad. La verdad es que los borrachos, al igual que los niños, no tienen filtro y tienden a desvelar lo que realmente piensan o sienten. El peso de mis palabras me resulta abrumador.

El padre de Skarlett guardaba secretos oscuros, información oculta que, al final, resultó ser demasiado peligrosa. La verdad de esos secretos no solo acabó con su vida y la de su esposa, sino que también casi destruye a su única hija.

El sonido de la puerta del salón me devuelve al presente. Un guardia de seguridad aparece en la entrada.

—¿Tienes alguna noticia? —Le pregunto con ansiedad, buscando algún indicio de que todo está bien.

—No, aún no tenemos novedades. —Responde con una expresión grave—. Pero su hermana está esperando en el jardín. Dice que desea hablar contigo.

Le indico con la mano que pase, aunque la verdad es que no estoy con ganas de escucharla. Sin embargo, después de meses sin hablar con mi melliza, no quiero que se convierta en una desconocida para mí.

—¿Loren? 

—Pasa, siéntate con tu hermano preferido. —Le indico con un gesto, intentando poner algo de humor en la situación.

Deja su cartera sobre la mesa y se lanza al hueco del sofá que queda libre a mi lado. Su cabello de tono miel se desborda por sus brazos, creando un contraste suave contra el sofá oscuro.

—No tengo más hermanos y tampoco es que seas mi preferido, me has tenido abandonada. —Se queja mientras se abraza las piernas, mostrando un gesto de melancolía.

Le paso la mano por el flequillo, notando cuán diferente se ve ahora. Cada día está más cambiada, con un reflejo en los ojos que no había visto antes.

—¿Qué te ocurre, Gabi? Sabes que si alguien te está molestando, puedes decírmelo. 

Ella gira el cuello para mirarme, su expresión mezcla sorpresa e indignación.

—Claro, como si eso sirviera de algo. ¿Para que lo metas en una tumba? —Se acerca, claramente afectada.

—Depende del motivo, nadie te hará daño y saldrá impune. Eres una Rey. 

Me quita la taza de té para darle un sorbo, y el silencio que se establece entre nosotros se hace denso. No puedo evitar sentir una mezcla de incomodidad y expectativa.

—Oye, mamá me dijo que tienes algo que contarme. 

Cruzo los brazos al escucharla. No me sorprende que mi madre no pudiera guardar un secreto. Y ahora, la verdad es que ni siquiera estoy seguro de qué soy para Skarlett en este momento.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora