✦XLVI✦

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Amber aparta todos los peluches que adornan su cama para hacerme un sitio a su lado

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Amber aparta todos los peluches que adornan su cama para hacerme un sitio a su lado.

—¿Por qué dices eso, Skarlett? —pregunta, claramente sorprendida— Desde aquí siempre os veo reíros y disfrutar juntos. De hecho, alguna vez os he oído haciéndolo en el establo.

—¿En serio?

No tenía idea de que las paredes de estas casas fueran tan finas, o tal vez simplemente somos demasiado ruidosos.

Amber se queda en silencio, con la mandíbula casi tocando las sábanas celestes de su cama durante varios segundos.

—¿Y ahora estáis arrepentidos? —pregunta finalmente, su voz llena de curiosidad y algo de preocupación.

No sé si mis palabras han logrado incomodarla o simplemente la han dejado sorprendida. Me apoyo en el respaldo de la silla, observándola, mientras me pregunto si lo que ha pasado con Yannick ha sido solo una fase pasajera o si realmente es una señal de algo más profundo en nuestra relación.

Para mí, no se trata de un error. A pesar de que viajé desde mi país hasta México con la esperanza de construir un futuro lo más normal posible después de enterrar a mis progenitores, Lorenzo siempre me transmitió una sensación de confianza y protección que, en realidad, todavía necesito.

Fue mi primer amor, el primer hombre que no pude sacar de mi mente, incluso después de haber recibido un balazo en el pulmón que casi me lleva a la tumba.

—Al principio pensé que era una locura —confieso—, pero creo que esto añade una pizca de diversión y locura a nuestras vidas. El problema es que ahora ellos están compitiendo por mí. Son como dos perros rabiosos buscando su atención personal.

Me siento completamente aliviada tras compartir todo esto con alguien; era como si llevara una cadena amarrada al cuello que finalmente he soltado.

—Creo que deberías hacer que ellos hablen a solas, sin ti —dice Ambar con seriedad—. Pero asegúrate de dejar clara tu posición, o esto se convertirá en una relación tóxica a dos bandas.

Su expresión se torna gélida al mencionar "relación tóxica", y me pregunto si ha recordado algo relacionado con su propia experiencia.

—Tienes razón —respondo, asintiendo con determinación.

Ambar se pone en pie y comienza a recoger la ropa esparcida por el suelo, colocándola en una silla rosa. Su habitación es bonita, aunque claramente aún conserva un toque infantil. Supongo que no quiere desprenderse de esa parte de su vida.

—Había pensado en ir a la peluquería, quiero sanearme este enjambre de abejas que tengo en la cabeza. ¿Quieres venir? —pregunta Amber, poniéndose de pie.

Me levanto con una sonrisa y asiento con entusiasmo, como si la idea me encantara. Bajamos las escaleras juntas, mientras ella se prepara para despedirse de su abuelo y de la mujer que lo cuida en su ausencia.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora