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El amor entre hermanos no es descriptible

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El amor entre hermanos no es descriptible. Crecer desde el minuto cero al lado de tu melliza me hizo amarla desde que tengo uso de razón, siempre he sabido que uno de mis mayores deberes en este mundo es protegerla.

No es fácil ser la hija de un narcotraficante, no es fácil ser la hermana del sucesor, ni siquiera es fácil ser una mujer en una sociedad repleta de seres malignos que atentan contra ellas creyendo ser superiores.

Formar parte de género femenino en mi país implica que ellas deben sobrevivir, en lugar de vivir, un hecho desgarrador que me desconsuela.

Tarde o temprano mataría en nombre de Gabriela Rey, pero eso no hace que me duela menos el hecho de ser conocedor de que han manipulado a mi única hermana.

—¿Quieres hacerlo tú, Gabi? —pregunto, tratando de mantener la calma.

—¿Yo? —Se irgue de un brinco y se lleva las manos a la cabeza—. Oh, Dios mío, Lorenzo.

—Es fácil, tengo armas, puedes acabar con su vida si te place.

—No sé qué dirá Sebas cuando...

—¡Yo sí lo sé! ¡Se tomará la venganza por su mano y acabará muerto! ¡Se volverá loco! Es capaz de muchas cosas por ti, lo veo en sus ojos.

Skarlett me deja las manos sobre los hombros y estos se relajan instintivamente.

—Vosotros le conocéis, yo no, no será algo que caiga en mi consciencia, dame cualquier arma y lo haré —propone al ver la cara angustiada de Gabriela—. Ya lo he hecho antes.

Niego con la cabeza.

—Sé que lo harías, pero esto es personal y seré yo quien lo haga.

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Ya había tomado una decisión. Me golpeo las manos contra el volante del carro y siento en el pecho una presión exasperarte, como si tuviese un kilo de hierro aplastándome.

Al cabo de unos cuarenta segundos vemos la luz del jardín trasero encenderse. En medio de aquel paraje esta Martín, el hombre que compartía risas con mi padre y por el cuál sentí cierto aprecio durante toda mi vida.

Decir que me siento imbécil es una ligera idea de describirme, pero no sé de qué otro modo adjetivarme. Creo que, a pesar de que desee matarlo y vaya a hacerlo, una parte de mi mente  sabe que jamás borraré la herida que ese hombre le ha dejado a mi hermana.

—Eh —digo—, me tomaré mi tiempo para verle sufrir, esto es un trabajo personal vosotros solo tenéis que cubrirme.

La hierba continua húmeda y las hojas secas que han caído provocan su particular sonido cuando las pisamos, así que, Martín se da cuenta al instante de que está totalmente rodeado.

—Has tardado una eternidad en volver. ¿Qué carajos quieres ahora?

Tira la botella de coñac semi vacía al suelo y se rompe en miles de cristales.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora