✦LVI✦

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—¡Skarlett, eleva un poco más la mandíbula! —grita Yannick al otro lado del objetivo de la cámara

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—¡Skarlett, eleva un poco más la mandíbula! —grita Yannick al otro lado del objetivo de la cámara.

¿Cómo puede verse tan imponente a cada momento?

Deduzco que puede notar mi mirada, su sonrisa pícara me lo chiva sin poder controlarse. Mi felicidad se evapora al recordar como esa vieja metiche le había robado la sonrisa a mi mujer la noche anterior.

Al incorporarme del sofá, la punzada de dolor estomacal no reapetece, y por fin puedo volver a ser un hombre al completo, aunque me faltan horas de sueño.

La casa, al ser de un hombre soltero, tan solo tiene una habitación con una cama no muy grande. Mi esposa había dormido entre tumbos en mitad de los dos, tanto Yannick como yo casi hemos pasado la noche durmiendo en el suelo.

—¿Y si nos hacemos una fotografía los tres? ¿Puedes activar el temporizador, Yannick?

—Sí, un momento... lo tengo —mira en mi dirección—. Pongamonos delante de la pared blanca, saldremos mucho mejor.

Casi arrastrando los pies hago caso a los dos y acepto la propuesta, nos posicionamos de la misma forma en la que hemos dormido, ambos custodiando los costados de ella.

—¡Cheese!

Skarlett se sienta en un taburete con la forma de la pata de un elefante, sé que no esta bien, no hay que ser ningún genio para darse cuenta.

—¿Quieres que volvamos a casa, Miss Rusia? —acaricio su flequillo, el tinte rojizo casi a desaparecido—. Haré lo que me pidas, aunque eso ya lo sabes.

—No —ella se encoge de hombros, pero sus finos dedos temblorosos no me dan esa percepción—. Estar aquí con vosotros me parece el mejor plan, de verdad.

Yannick deja su cámara encima de la mesa antes de acercarse hasta nosotros, me mira para preguntarme que le ocurre, pero lo único que puedo decirle es que, desearía matar a su abuelita.

—Olvídate de todo lo que dijo mi abuela, son creencias de una generación muy diferente, no es ninguna bruja —dice pasando el dedo por la costura de su pantalón—. Subamos a la azotea, hoy hace un día muy soleado, allí estarás mejor.

Mis ojos están tan fijos en mi mujer que podría derretir el cristal de las gafas de sol, mientras ella se baja los pantalones para aplicarse el bronceador y tumbarse boca abajo, dejando su precioso culo enmarcado en un tanga rosa, Yannick y yo expulsamos un suspiro tan profundo que no podemos evitar mirarnos de reojo durante unos segundos.

Su hamaca no esta tan lejos, así que pongo mi mano sobre sus nalgas, ella intenta disimular mordiéndose los labios, pero sé lo que esta buscando en este preciso momento. Yannick me sigue, palpando cada centímetro de su piel expuesta.

Skarlett nos facilita la tarea abriendo sutilmente las piernas, acaricio su vagina retirando la tela de su tanga hacia un lado y con suavidad meto lentamente un dedo en su coño. Noto los dedos de Yannick buscando lo mismo que yo, ella eleva el trasero hacia arriba haciéndonos llegar lo más adentro posible.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora