Un leve olor me abrasa la nariz. No es desagradable, pero me da calor. Me baja por la garganta dejándome la lengua adormecida y con un toque amargo y áspero.
—¿Qué estás usando contra mí, Ámbar? ¿O ese olor a cerdo es tu perfume personal?
Me noto decaída, sin fuerzas, entre mi visión borrosa y mis pesados párpados puedo verla con una mascarilla mientras me observa con su arma inseparable en la mano derecha.
¿Cómo pude pasar por alto su presencia?
Siempre ha estado al otro lado de la ventana, viéndolo todo sentada desde el cómodo sofá de su salón. Tengo demasiadas preguntas rondándome la mente como un ratoncito, pero supongo que nunca podré obtener una respuesta. Está claro que de las dos solo puede sobrevivir una.
—Es opio, mi apreciada amiga, será mejor que Boyko te pille dormida, no sé de lo que ese loco puede hacerte si te encuentra en plenas facultades —dice, apoyándose contra una estantería de libros polvorientos—. Creía que sería más difícil traerte hasta el sótano, pero ni siquiera has peleado.
Mis recuerdos son vagos, tan solo ese maldito hedor se me viene a la mente. Cada vez me cuesta más respirar, el aire es denso.
Conozco el apellido Boyko, aunque no conozco a ningún hombre que porte ese apellido, tan solo a mi medio hermana, Natalka, la cual hace meses que desapareció sin dejar rastro alguno.
—¿Qué te han pagado a cambio de mi vida?
—No intentes ofrecerme otro trato, ese tipo está obsesionado contigo y nada de lo que me des se igualará a su oferta, Skarlett —Se acerca hasta quedar frente a mí—. ¿De qué lo conoces?
Veo su curiosidad en sus ojos, aunque ella ve la incertidumbre en los míos, no sé quién diablos es ese hombre, nunca he escuchado ese nombre.
—Te ofrezco el triple, te pagaré cada año la misma cantidad triplicada, hasta que me muera —toso tan fuerte que se aparta.
—Prefiero vivir yo, lo siento.
Escucho como las tablas de madera de la parte de arriba rechinan cuando alguien pasa por encima de ellas, parece llevar botas pesadas y ser alguien corpulento.
—¡Lorenzo! ¡Lorenzo está armada!
La garganta se me desgarra como una sandía siendo cortada por la mitad, me quedo sin voz, aunque continuo hablando, gritando y jadeando hasta que Ámber me propina un fuerte golpe en la boca con la culata de su pistola.
—¿Acabas de romperle el labio a mi amada Skarlett?
Las marcas de las botas no eran de mi marido. Son de un hombre de unos cincuenta años, con una calva incipiente y un voluminoso bigote negro, aunque dudo que sea su áspecto real y no un disfraz para parecer otra persona.
Es tan alto como un edificio de cuatro plantas, robusto y con una mirada rasgada decorada con dos ojos que lucen como antorchas del Coliseo Romano.
Su camisa blanca con botones dorados pronto deja de ser de un solo color impoluto cuando se acerca hasta mí y le escupo manchándole de sangre.
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La droga más pura
ChickLitA Lorenzo le fascina el dinero fácil. Skarlett tan solo desea sentirse libre sexualmente. Mientras ella ha pasado años enamorada, él cree haberla olvidado. ✦ • ✦ Después de la trágica m...