✦XII✦

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Acabo de descubrir que existe algo más que me gusta de Skarlett, y es contemplarla dormir

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Acabo de descubrir que existe algo más que me gusta de Skarlett, y es contemplarla dormir.

Creo que nunca he tenido una imagen así de ella: serena, tranquila y con el rostro sosegado.

—Puedo notar como me observas, Lorenzo —susurra, encogiéndose debajo de las sábanas.

—Si no quieres que esté en tu cama, puedo irme.

Skarlett desliza su pierna izquierda hasta mi abdomen y tira de mí para que me acerque. Me coloco de lado, dejo mi mano reposar sobre sus costillas y noto la cicatriz de la operación en las yemas de los dedos.

—¿Dónde te extrajeron la bala? —pregunto, masajeándole la zona—. Sé que no fue en un hospital.

La poca luz que entra por las rendijas de la persiana me permite observar sus movimientos faciales. Skarlett habla sin necesidad de articular una palabra, su mirada y sus gestos lo dicen todo.

—En el sótano de Viktor, él tiene estudios de medicina, era la única opción —murmura finalmente, con voz apenas audible—. No podía arriesgarme a ir a un hospital. Demasiadas preguntas, demasiadas miradas curiosas.

Siento un nudo en el estómago. La idea de que haya tenido que pasar por ese infierno me llena de rabia e impotencia.

—Lamento que hayas tenido que pasar por eso, Skarlett.

—Supongo que algún día querrá lo que siempre ha deseado de mí a cambio de su favor.

—¿Y de qué se trata?

Skarlett se tumba boca arriba, y mi mano pasa a estar encima de su pelvis.

—Siempre quiso follarme, así que apuesto que ese será mi pago.

No, no lo será, y me encargaré de ello.

—No dejaré que nadie se acerque a ti de esa manera, Skarlett —digo con firmeza, acariciando su piel suavemente—. No mientras yo esté aquí.

La noto erizarse debajo de mí.

—¿Y tú? —Me acerco hasta el hueco de su cuello—. ¿Quieres coger con él?

Gira su rostro su nariz redonda queda pegada a la mía.

—No. Soy más de morenos, no de rubios rusos.

Me gusta escuchar su acento, tocarle la piel... Es la única chica con la que he sentido algo más que amistad o una simple atracción física. Es la excepción por la cual sé que no soy homosexual, pero también me hace dudar sobre quién soy.

La presión de mis pensamientos se alivia con su contacto, su presencia, y me permito perderme en el momento. Rozo su piel con mis dedos, sintiendo cada curva y cicatriz, cada marca que la hace quien es.

—Tu cintura es tan pequeña que podría moverte con una sola mano —le susurro, forzando el agarre.

Ella suspira, cerrando los ojos un instante, permitiéndose relajarse bajo mi toque.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora