✦XXII✦

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Un chapuzón en la piscina es justo lo que necesito

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Un chapuzón en la piscina es justo lo que necesito. Nada más llegar a casa, me lavo las manos, intentando borrar la sensación de quemazón que me dejó el tacto de Yannick. Es como si quisiera arrancarme de encima su huella.

Saco un bikini del cajón y me lo pongo sin prisa. Cuando estoy lista, solo meto los pies en el agua, sintiendo el frescor que contrasta con el calor que aún llevo dentro. Mientras el agua me acaricia los tobillos, le envío un mensaje a Lorenzo, informándole de que ya estoy en casa.

Aunque la noche comienza a caer, queda suficiente luz para que el ambiente se sienta acogedor. Las flores que rodean la piscina exhalan un aroma dulce y penetrante, casi embriagador. Me dejo llevar por el sonido del agua y el susurro del viento, intentando liberar la tensión que se ha acumulado en mi cuerpo.

Siento cómo los guardias desvían la mirada, haciendo un esfuerzo consciente para evitar que Lorenzo, al llegar, los pille con los ojos puestos en su esposa. En fin, hombres.

El rugido del motor anuncia la llegada del verdadero dueño de esta casa. Lo veo acercarse con pasos largos y seguros, deteniéndose detrás de mí solo por un instante antes de arrodillarse a mi lado.

—Pensé que ya estarías desnuda —me susurra, rozando su boca contra mi cuello—. He triplicado la velocidad permitida solo por tus pechos.

—Bueno, puedo estar lista en un segundo —respondo, deslizando mi mano hacia el nudo del bikini—. Solo tengo que tirar de esta cuerda...

Lorenzo atrapa mi mano antes de que pueda deshacer el nudo, apartándola con suavidad mientras se ríe con una ligereza que me hace sonreír también. Su risa es como una caricia, un recordatorio de la conexión que compartimos.

—Si quieres desnudarte lo harás, pero espera unos minutos. Así estaremos solos —dice con un tono que mezcla paciencia y anticipación.

Deja su teléfono sobre el césped, junto con sus zapatos, y se aleja unos pasos para hablar con sus hombres. Mientras tanto, me tumbo sobre la hierba, cerrando los ojos, dejando que el silencio y mis pensamientos me envuelvan.

La tranquilidad dura poco. De repente, siento sus manos en mis muslos, tirando de mí con suavidad hasta que ambos caemos al agua. Abro los ojos y, en un instante, me doy cuenta de que Lorenzo ya está desnudo, con esa mezcla de deseo y ternura que siempre me hace perder el control

—He sido más rápido que tú, Miss Rusia —indica pasándome el dedo pulgar por los labios—. ¿Qué harás al respecto?

Desanudo mi ropa de baño por la parte de la espalda. Me fascina ver la expresión de sus ojos al verme despojada de toda indumentaria.

—¿Lo has hecho alguna vez en una piscina, Skarlett? —Me pregunta cogiéndome por la cintura.

Asiento con la cabeza, parece que no es la respuesta que esperaba.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora