A Lorenzo le fascina el dinero fácil.
Skarlett tan solo desea sentirse libre sexualmente.
Mientras ella ha pasado años enamorada, él cree haberla olvidado.
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Después de la trágica m...
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—¿Habéis terminado ya? —Se burla Henry—. Vaya par de maricas.
—Una palabra mas así y te hago una colonoscopia con la botella, puto gringo —Le indico levantándome del suelo.
Me parece escuchar la voz de Sebas llamarme, pero lo ignoro y salgo hasta el jardín exterior. Busco un asiento donde no haya ningún borracho tumbado, para sentarme y poder fumar.
—Hey, Lorenzo —Se acerca alguien—. Hace tiempo que no nos veíamos.
Subo la cabeza, se trata de Jesús, vive cerca de casa y antes solíamos quedar para jugar a videojuegos.
—¿Me das una? —Le pregunto señalando a las cervezas que lleva en la mano.
—Te la cambio por un cigarro o un porro.
Se ríe algo achispado.
—No fumo maría, te lo he dicho mil veces.
Toma el asiento que hay a mi lado, se aparta las rastas de la cara y puedo verle los ojos al menos durante unos segundos.
—¿Qué haces aquí fuera?
He salido corriendo después de besar a un tío.
—Me aburría dentro, ¿y tú?
—Estaba buscando alguien con quien charlar sobre mis mierdas.
Enciendo el cigarro después de darle uno, miro la cajetilla, por suerte aun me quedan tres.
—He visto que tenías visita en casa, una chica bastante bajita con el pelo blanco.
Skarlett no pasa desapercibida por ningún lugar, y menos por el público masculino.
—Unos amigos de mis padres, ya sabes viejos conocidos —digo tomando un trago.— ¿Por qué lo dices?
—Pensaba que quizás traerías a la chica a la fiesta, la vi solo una vez, pero es bastante linda.
Le doy una palmada en la pierna, dejándome el cigarrillo en la boca, algo de ceniza me cae en la tela del pantalón.
—No estoy dispuesto a meterla en una jauría de lobos pajilleros, crack.
Jesús se ríe, mordiéndose el piercing negro que lleva en el labio inferior. Definitivamente es el tío que más sobrepasa la línea del grupo. Y aunque su vida nunca ha sido fácil, desde que su padre le abandonó, es la persona más positiva de México.
—¿Por quien me tomas? —exclama fingiendo dolo—. Es obvio que caería a tus pies, si hasta eres la excepción de los tíos heteros.
—¿Te estas declarando, Yisus?
—Solo quiero algo de amor, amigo.
Mientras me explica el nivel de dolor de los tatuajes que se hizo el mes pasado, veo como Yannick baila con su hermana, Valentina y otra chica más, en el césped.
