MINI ESPECIAL FIN DE AÑO

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5 AÑOS MÁS TARDE

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5 AÑOS MÁS TARDE

—¡Venid, venid! ¡Mamá y papá acaban de llegar! —La voz, ahora menos aniñada, de Dani se oye desde la verja del jardín.

Lorenzo acarrea con mi maleta, pero al ver a los tres corretear hacía nosotros la deja a un lado para ponerse de rodillas y abrazarlos. Rápidamente hago lo mismo y Cata es la primera en encaramarse a mi cuello.

—¡Feliz cumpleaños, mami! —gritan al casi unísono saltando con los puños cerrados.

—Oh, gracias.

Los mellizos se ríen, cada uno al costado de su hermano mayor.

—¿Nos habéis extrañado? —pregunto peinándole su precioso cabello rojizo.

—Sí, mamá. ¡Iván me ha pegado todos estos días! ¡Es un bruto!

—¡Chivata!

Él recién mencionado y el hermano más revoltoso se aleja unos centímetros para poner su carita de inocente. Se toquetea el collar que su padre le regaló por su cumpleaños y el cual no se quita ni para bañarse.

—¿Es verdad eso, Iván? ¿Le has hecho daño a tu hermana? —Lorenzo se cruza de brazos delante de él—. Sabes perfectamente que no tolero que os peleéis, me temo que esta Navidad no tendrás ningún regalo.

Sé que quiere llorar y patalear, pero es tan orgulloso como mi marido y frunce el ceño evitando que le caigan las lágrimas.

—Iván... Ven aquí —digo, pero él se marcha hacía la casa.

—Hablaré con él —Lorenzo me abraza y atrapa la nariz de Cata entre sus dedos—. Vamos, mamá está cansada del viaje, acompañarla hasta el dormitorio.

Dani acoge mi mano y su hermana pequeña lo imita, los tres caminamos hasta el salón y subimos las escaleras. Toda la casa huele a limpio, aunque hay algunos juguetes tirados por el pasillo, Daniel ya no los usa tanto pues dice que con siete años ya no los necesita, pero de vez en cuando le pillamos robando los de Cata e Iván.

—¿Dónde habéis estado, mamá? —Ella se sube hasta mi cama, está descalza y tiene la planta de los pies bastante sucia, así que antes de nada se los limpio con una toalla.

—Pues... —acojo su piececito izquierdo—. Hemos ido a visitar a un amigo, me gusta ir antes de mi cumpleaños.

Mi hijo mayor me escucha con atención, es calmado como un riachuelo y tiene un don para la paciencia que sus padres carecen.

—¿Y cómo está tu amigo?

Intento disimular mientras me concentro en su otro pie, pero sé que es evidente que esa pregunta acaba de atravesar mi mente. La tumba de Yannick sigue intacta, solo tenía vestigios de nuestra visita anterior: algunas flores marchitas, hojas atraídas por el viento y algunas marcas de deterioro en la madera de su cruz debidas a la lluvia.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora