✦XXIV✦

8.5K 663 31
                                    

La moto ronronea bajo mis piernas, y la sensación de velocidad mezclada con el viento en mi rostro es embriagadora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La moto ronronea bajo mis piernas, y la sensación de velocidad mezclada con el viento en mi rostro es embriagadora. Pocas veces había montado en una moto tan grande, pero nunca con un tipo como Yannick: tatuado, con una mirada que promete peligro y unas intenciones que son cualquier cosa menos inocentes.

El peso de mi anillo de bodas parece aumentar con cada kilómetro que recorremos. Estoy casada, unida en matrimonio con el hombre que alguna vez creí que me amaba más que nadie. Pero ahora, la duda me corroe. ¿Qué significa realmente ese libro que mencioné? ¿Qué secretos podría estar escondiendo Lorenzo?

En el siguiente semáforo, cuando la moto se detiene, no puedo evitar la necesidad de saber más.

—¿Dónde me llevas? —le pregunto, inclinándome para que pueda oírme por encima del rugido del motor—. Podrías ser un asesino en serie que lleva a su presa al matadero.

Yannick se gira ligeramente, una sonrisa torcida se dibuja en su rostro.

—Eso lo haría más emocionante, ¿no crees? —responde con un brillo travieso en los ojos—. Pero no te preocupes, Skarlett. Te prometí un buen día, no tu último día.

Sus palabras tienen una mezcla de humor y peligro que me hace reír, aunque una pequeña parte de mí permanece alerta. Aunque no sería una víctima fácil de eliminar, la adrenalina de no saber qué sigue me hace sentir viva. Mientras el semáforo cambia, me agarro más fuerte a él, preparándome para lo que venga.

—Soy solo un stripper, lo único con lo que podría matarte es con un polvo brutal —dice Yannick con una sonrisa ladeada mientras el semáforo cambia a verde. Arranca la moto con un rugido y añade—: Vamos a mi casa, tengo un cobertizo para mí solo.

El camino es más largo de lo que esperaba, y aunque el casco comienza a agobiarme un poco, puedo soportarlo. Durante todo el trayecto, siento el teléfono vibrar insistentemente en mi bolsillo. Lorenzo debe estar al borde del colapso, pero ahora mismo no me importa.

Cuando por fin llegamos, Yannick aparca en un pequeño espacio junto a su cobertizo. Bajo de la moto, dejo el casco sobre el asiento y, sin pensarlo mucho, apago el teléfono. El silencio que sigue es un alivio que no sabía que necesitaba.

—¿Te busca tu novio? —pregunta el francés mientras se guarda las llaves en el bolsillo, observándome con curiosidad.

—Sí, hemos discutido —respondo, deteniéndome en seco, las palabras saliendo de mi boca antes de que pueda detenerlas—. Bueno, más bien ha sido un capullo conmigo. No puedo creer que me haya hablado así de mi padre.

La rabia y el dolor que había intentado reprimir brotan a la superficie, y aunque este no es el lugar para resolver mis problemas matrimoniales, no puedo evitarlo. Yannick me observa en silencio, su rostro normalmente despreocupado mostrando una seriedad inusual.

—Vaya, eso es duro. —Su tono es sorprendentemente sincero—. No pareces ser del tipo de mujer que deja que la pisoteen.

—No lo soy —respondo con firmeza, mirándole directamente a sus ojos azules—. Por eso estoy aquí.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora