✦XXXVIII✦

6.7K 523 67
                                    

Sin pensarlo, Lorenzo usa toda su fuerza para subirse a uno de los sillones, arranca un cuadro de la pared y lo lanza con furia hacia Yannick

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sin pensarlo, Lorenzo usa toda su fuerza para subirse a uno de los sillones, arranca un cuadro de la pared y lo lanza con furia hacia Yannick. El cuadro pasa zumbando y, por unos centímetros, no le parte la cabeza en dos.

—¿No deberías estar enfadado con los dos, tío duro? —pregunta Yannick, mirando el destrozo con rabia—. Sí, le hice fotos, pero ambos quisieron, ¡ambos, repito!

—¿Perdona? ¿En qué momento te di permiso para mostrar mis fotografías?

Lorenzo se baja del sillón con dificultad. Su pierna le falla y suelta un alarido de dolor, se esfuerza por aferrarse al bastón para intentar soportarlo.

—Vámonos, hablamos luego. No puedes hacerte más daño —digo, tomándole del brazo con firmeza.

Él se aparta el cabello de la cara, sus ojos fríos y las cejas fruncidas.

—¿Daño? ¿Más del que me acabas de hacer? —responde, buscando con desesperación el bastón—. ¿En qué pinche momento estuviste en su cobertizo? ¿Te lo has cogido?

—¡No!

Lorenzo lanza otro golpe hacia Yannick, quien apenas logra esquivarlo. El francés cierra la sala con rapidez para que no entre más gente, pero no evita recibir un puñetazo en la mandíbula de mi esposo.

—Dime que no la has tocado —gruñe, con los ojos llenos de furia—. Dímelo o te mato aquí mismo.

—¡Eres un hipócrita! ¿Tú vienes a hablarnos de quién folla con quién?

Yannick empuja a Lorenzo, ambos quedan medio sentados en el suelo, mirándome con una mezcla de misterio y desesperación.

—Skarlett —pronuncia Yannick con la respiración acelerada—. ¿Cómo crees que este simio sabe que las fotos son en mi cobertizo?

Abro la botella de champagne y le doy un trago largo, buscando un momento de calma en medio del caos.

—No estoy para acertijos. Habla claro de una vez —digo, mientras el sonido de la música y las voces de los asistentes parecen ahogarse en el fondo.

Yannick se pone de pie con cierta dificultad, mientras Lorenzo intenta seguirle el paso, pero tarda más de lo esperado. Finalmente, el francés se dirige hacia mí.

—Lorenzo no ha sido completamente sincero contigo, Skarlett —comienza Yannick, la tensión palpable en su voz.

Jugueteo con el corcho de la botella, pasándolo de una mano a otra, tratando de calmar mis nervios.

—¿Y tú sí? —pregunto, sin apartar de sus ojos celestes.

Él niega con la cabeza, saca su teléfono del bolsillo y lo desbloquea. Navega hasta la galería y me extiende el dispositivo.

—Ahora quiero que lo sepas. Este cabrón no pensaba decírtelo nunca, así que prefiero que lo veas por ti misma.

Le doy un toque a su mano para indicarle que no pienso ver nada.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora