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Después de asegurarme de que Gabi está fuera de peligro, siento cómo la tensión que había estado acumulando en el pecho finalmente empieza a disiparse

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Después de asegurarme de que Gabi está fuera de peligro, siento cómo la tensión que había estado acumulando en el pecho finalmente empieza a disiparse. El nudo de preocupación se deshace poco a poco, y puedo respirar con más normalidad.

Salgo de la sala médica, esperando encontrar a Skarlett en la sala de espera, pero no la veo por ninguna parte. Tampoco hay rastro de Yannick. Una inquietud renovada comienza a asentarse en mi interior mientras recorro el pasillo, preguntándome dónde podrían estar.

Decido salir al exterior, buscando un poco de aire fresco y tal vez un atisbo de ellos. Aquí tampoco parecen estar a simple vista, pero entonces escucho algo que me detiene en seco: la risa de Skarlett, esa risa genuina y melodiosa que pocas veces deja escapar.

Me dirijo hacia el sonido y, al doblar la esquina del edificio, los veo. Están juntos, más cerca de lo que me gustaría, sus cuerpos inclinados el uno hacia el otro en una especie de burbuja que parece excluir a todo lo demás. La escena me golpea con una fuerza inesperada, despertando algo primitivo en mi interior.

Yannick tenía razón, después de todo. Es evidente que Skarlett se siente atraída por él. La forma en la que están interactuando, la química palpable entre ellos, me recuerda dolorosamente a cómo solemos estar ella y yo en los momentos más íntimos de nuestra relación.

Cada gesto, cada mirada...

—¿Qué es tan divertid?

El francés da unos pasos hacia atrás, claramente incómodo por mi intervención.

—Nada, bobadas, solo quería animarla un poco  responde mientras desvía la mirada, como si estuviera buscando una salida.

Skarlett se acerca a mí con el bolso colgado al hombro, y aunque parece preocupada, tengo la sensación de que no es por la conversación que acaba de tener con Yannick, sino por algo más profundo, quizás por las palabras de mi madre.

La beso en la frente, tratando de restablecer algo de normalidad en medio de todo este torbellino.

—Oye, he pensado que el día de mi cumpleaños podríamos celebrar nuestra boda. Así atraeremos todas las miradas.

Sabemos que hacer pública nuestra unión es un movimiento estratégico; queremos atraer a la mujer que ha intentado asesinar a mi hermana. Habíamos acordado no celebrar la boda de forma tradicional, pero ahora parece la oportunidad perfecta para exponerla.

Skarlett me mira, su expresión refleja una mezcla de sorpresa y algo más que no alcanzo a descifrar. Ella siempre es difícil de leer.

—¿Podemos hablar de ello en casa? —cuestiona, claramente incómoda con la presencia de Yannick.

—¡Oh! —exclamo, girándome hacia él para retarle—. ¿Sigues tocando el saxofón? ¿O estás más centrado en la fotografía?

En cuanto las palabras salen de mi boca, me doy cuenta del error. Skarlett no sabía que estaba al tanto de las aficiones de Yannick, y por su expresión, parece que acaba de descubrir algo que no esperaba.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora