✦LV✦

4.7K 330 17
                                    

Remojo un trozo de papel higiénico en el agua del lavabo para conseguir quitar la mancha de cerveza del vestido, aunque no se ve demasiado no me gustaría pasar la noche con este olor amargo encima

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Remojo un trozo de papel higiénico en el agua del lavabo para conseguir quitar la mancha de cerveza del vestido, aunque no se ve demasiado no me gustaría pasar la noche con este olor amargo encima.

—¿Puedo pasar?

—Un segundo, ya salgo, Yannick.

Le veo apoyado en la pared del pasillo, lleva la camiseta manchada encima del hombro sin darle mayor importancia. Su torso con mas tinta que piel brilla bajo el foco del techo.

—Pareces fuera de lugar —murmura pasando su dedo índice por el puente de mi nariz—. No querías asistir a la fiesta, ¿verdad?

Al menos, no va desencaminado.

—La verdad, prefiero que la invitación no llegue con treinta minutos de antelación.

Él desliza el dedo hasta alcanzar un mechón de mi cabello y enredarlo un par de veces.

—Los mejores planes son los que surgen sin planificación previa, ¿no te enseñan eso en Rusia?

—En realidad, en Rusia nos enseñan a pelar contra sanguinarios osos.

Sus ojos entre azules mezclados con verde me absorben hasta canalizar todos mis pensamientos,tanto buenos como malévolos.

—Me temo que la idea de elegir a uno de los cada día se va desmoronando más y más. —Yannick acerca su rostro unos centímetros—. Algo así como un castillo de naipes.

No hago ningún intento por anegarlo, aquello es tan cierto como que mañana saldrá el sol al amanecer. Las palabras de Yannick tienen un peso en mí, siempre logran hacerme ver la realidad cuando intento apartarla de mi camino.

—Prefiero el término castillo de arena porque ambos sois dos olas de Poseidón contra mí.

Su sonrisa se aumenta sin detenimientos, noto sus cálidas manos a cada lado de mi rostro, atrapándome en un aura sin roturas.

—Poseidón era también portador de terremotos y destrucción —dice rozando sus labios contra los míos—. Me apete comprobar tu teoría, Skarlett.

El hombre galante que tengo me provoca un cosquilleo maravilloso, nublando todos mis sentidos. Durante un breve espacio de tiempo nos olvidamos del mundo exterior, pero una tos fingida nos hace separarnos abruptamente.

—¿Quién era? —pregunto recuperando el aliento.

—Diría que una de las chicas, joder, ¡joder! —exclama estirando el cuello para intentar ver algo.

Le indico que esperemos unos minutos para ver si esa persona vuelve, pero el grito de una voz muy familiar nos hace dar un respingo, por un momento opto la idea de escabullirme por la ventana del cuarto de baño, pero sé que no puedo dejar a Lorenzo solo con este tema tan escabroso.

—Gabriela, tranquilízate, no es lo que parece, hazme caso por una vez en tu vida —dice mi esposo cediéndole un vaso de agua.

La pelinegra no bebe ni una gota, tiene las mejillas coloradas y parece que acaba de ver a un fantasma.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora