✦XLVII✦

6.1K 469 9
                                    

IIntroduzco los brazos en el abrigo, reviso que mis bolsillos estén llenos de balas de repuesto y coloco la pistola en el lateral izquierdo con un cuidado meticuloso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

IIntroduzco los brazos en el abrigo, reviso que mis bolsillos estén llenos de balas de repuesto y coloco la pistola en el lateral izquierdo con un cuidado meticuloso.

—Pon atención —digo dirigiéndome al guardia de Skarlett—. Estarás en el pasillo de la planta superior asegurándote de que nada ni nadie interfiera con el sueño de mi esposa. Está completamente prohibido entrar en su habitación.

El hombre asiente con firmeza. Según la policía, es uno de los mejores tiradores y guardaespaldas disponibles, por lo que su presencia aquí es fundamental para la seguridad de Skarlett.

—¿Por qué no va con usted, señor? 

—¿Quién te dijo que puedes cuestionar mis decisiones? —respondo con una frialdad que deja claro que no toleraré ninguna duda sobre mis instrucciones.

Él no responde, simplemente asiente con una inclinación de cabeza antes de subir las escaleras para tomar el puesto que le he asignado.

Salgo al exterior, donde los tres coches con los cinco guardias que he solicitado me esperan pacientemente. Alzo la mano para indicar que deben arrancar y el último en la fila me abre la puerta para que pueda subir.

—Buenas noches, señor Rey —saluda el guardia mientras apaga la radio.

—¿Habéis localizado a Natalka Boyko? —pregunto, el tono de mi voz denota impaciencia.

El guardia, cuyo nombre no recuerdo en este momento, me pasa un celular con una foto de la chica amordazada en la parte trasera de un coche blanco, presumiblemente suyo.

—Buen trabajo —digo, lanzando el aparato por la ventana. 

El trayecto parece interminable, la mente me da vueltas con las preguntas que debo hacer, aunque no tengo las palabras exactas preparadas. Tengo claro que necesito obtener la información que busco, y no pienso recurrir a la violencia. Aunque Skarlett no lo reconozca, Natalka es la única familia que le queda, y no voy a ser yo quien le haga daño.

La noche es fría y la niebla reduce la visibilidad a un mínimo. En unos kilómetros más llego al destino que busco.

—Quedaos alrededor —ordeno mientras bajo del vehículo para asegurarme de que todos entienden sus responsabilidades—. No sabemos si está sola en México ni si puede ser peligrosa. Es una Sazonova.

Camino hasta auto blanco y abro la puerta para sentarme en la parte trasera con ella. Observo cómo sus ojos, desorbitados y llenos de odio, me clavan la mirada. Sus mejillas están enrojecidas y su frente cubierta de sudor por el esfuerzo de intentar liberarse de las cuerdas que le atan las manos.

—Deja de moverte —le ordeno, mi tono firme y decidido—. Si no gritas, te quitaré el trapo de la boca. Pero a la primera voz alta que des, te meteré en un baúl y te lanzaré al Océano Pacífico.

Sus ojos reflejan el miedo y la determinación, entendiendo que debe mantenerse en silencio si no quiere empeorar su situación. Con un movimiento ágil, deshago el nudo que sujeta el trapo alrededor de su boca, y ella baja la cabeza, sus labios secos y las marcas rojas en sus mejillas evidencian la presión y el estrés.

La droga más puraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora