21.

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Nirvana sintió que las lágrimas empezaban a desbordarse por sus ojos, a medida que lo escuchaba desahogarse. No importa lo que pasara, ellos siempre estarían juntos, como siempre.

Justin miró el pequeño apartamento de Omar, ni siquiera sabía qué diablos hacía ahí, había dejado la niña con Lucía, no tuvo una buena noche, esperó hasta la madrugada a Nirvana, pero ella nunca llegó, pensó en llamarla pero recordó que él mismo le había roto su celular. Pensó en lo mal que se debía sentir ella cada vez que lo esperaba hasta muy entrada la madrugada, ahora la entendía, la extrañó toda la maldita noche.

Entró a la casa, ellos nunca le ponían seguro a la puerta, cosa extraña. Miró a la señora que Nirvana consideraba como su madre, se llamaba Amanda, y había una rubia de baja estatura sentada en el sofá, aparentemente malhumorada. —Deme un minuto, y llamaré a Nirvana, está dormida —Le dijo Amanda.

Él negó. —Siento mucho su perdida, no se preocupe por nada, tendrá una pensión de por vida, sé que su esposo trabajó mucho tiempo para la compañía, me encargaré personalmente de todo. 

Amanda asintió tristemente. —Gracias.

—Bien, supongo que tú debes ser el tal Justin —dijo Irene—. ¿Me harías un gran favor? ¿Podrías llevarte a tu esposa de aquí? Yo soy la que debería estar durmiendo con Omar, no ella. Además... Demasiado daño le hizo, para que él la vea todavía como si ella fuera un ángel, ella ya no pertenece aquí, así que te la puedes llevar. ¿Crees que podrías hacer eso? 

Justin no respondió, contrario a eso caminó hasta la habitación y abrió lentamente la puerta, observó a su esposa, estaba acostada en la misma cama de Omar, no estaban acurrucados pero sus manos estaban entrelazadas. Eso hizo que su corazón se apretara, él nunca sería ni meramente parecido a Omar, él nunca iba a generar ese amor tan grande como el que ella tenía por ese chico. Omar siempre había estado con ella, siempre la había tratado bien, no como él que la había tratado dela patada cuando la conoció. Algunas cosas simplemente no podían igualarse, nunca podrían igualarse.


Nirvana avanzó hasta la sala, estaba despeinada, y su apariencia era un asco, había dormido de más, Omar seguía dormido, se sorprendió cuando vio a Irene en el sofá. — Tú de nuevo —dijo de mala gana.

Nirvana se arregló el pelo con las manos y la observó. — ¿Qué te he hecho? Preguntó confundida. 

—Tú... tú me has arruinado parte de la vida —respondió Irene, caminando hacia ella.

—Basta —intervino Amanda—. Si te sigues comportando de esa forma te vas a ir ¿Entiendes? 

Irene rodó los ojos y se volvió a sentar en el sofá, cruzada de brazos.

— ¿Cómo te sientes? —Le preguntó Nirvana a Amanda. 

Amanda se encogió de hombros. —Tengo un hijo, no puedo derribarme, él me necesita. Al menos gracias a Justin las cosas no serán tan complicadas.

— ¿Gracias a Justin? —preguntó ella confundida. ¿Qué tenía que ver él en todo eso?

Amanda miró hacia otro lado. —Él estuvo aquí.

— ¡¿Qué?! —Preguntó ella, exaltada. — ¿Aquí? 

Amanda asintió. —Me ofreció una pensión de por vida, dijo que él mismo se encargaría de eso. 

Ella cerró los ojos. Justin estuvo ahí, y la vio dormir con Omar, y se fue. ¿Por qué no la despertó? ¿Por qué la fue a buscar? 

Luego de ayudar en todo lo que pudo, y asegurarse de que Omar hubiera descansado lo suficiente, regresó a casa, aunque había dormido parcialmente bien la noche anterior, aun así seguía cansada, extrañaba a su hija, extrañaba su cama, y ¿Por qué no decirlo? También extrañaba a Justin, las cosas con él no habían quedado en el mejor de los términos. 

Marcó la clave de su hogar en el ascensor y subió al apartamento. Todo estaba aparentemente tranquilo, ya había anochecido, caminó por la sala en busca de su esposo y su bebé y una voz la hizo detenerse, provenía del balcón. Se acercó lentamente para poder reconocerla. 

—...Por eso quise que nacieras tú, porque tú solo me vas a amar a mi ¿Verdad? Solo a mí. Antes yo era importante para tu mami, pero ya no estoy seguro de eso. Ella cree que esas personas son más importantes que yo... ¿Tu no me vas a cambiar por ellos verdad? 

Nirvana sintió que su corazón se apretaba al escuchar a justin hablar con su hija, ella lo seguía amando, por supuesto que lo hacía, no importaba las peleas que tuvieran, ellos estaban casados, tenían una hija, su amor seguía ahí. 

Se acercó a él y puso ambas manos en sus hombros. —Estoy aquí —dijo abrasándolo y mirando a Sarah, la cual la observaba detenidamente. — ¿Me extrañaron? —Preguntó tomando la compostura y sonriendo un poco.

Vio a justin pararse frente a ella. —Lo siento, cielo. Por todo. No he tenido tiempo para darte un abrazo, sé lo importante que son ellos para ti.

Nirvana sintió que las lágrimas caían por sus mejillas, era cierto, ellos eran una parte de su vida que no se iba a poder arrancar nunca, ellos la vieron nacer, crecer, y ahora ella había visto a uno de ellos morir. Y no fue fácil. Se dejó acurrucar en los brazos de su esposo mientras lloraba, no quería seguir viendo a sus seres queridos morir, no quería. 

—Necesitas dormir —escuchó que le dijo justin, pero ella no podía quitarle las manos de encima, lo necesitaba pegado a ella, necesitaba a su hija, necesitaba sentir que formaba parte de algo, que ellos estarían ahí siempre para ella. 

Él la levantó en brazos y la llevó hasta la habitación. Ella se asió y se tiró en la cama. — ¿Tienes hambre? —Le preguntó justin. 

Ella negó con la cabeza. Se acurrucó en la cama y trató de dormir pero no pudo, así que se sentó en la cama, y sonrió al ver que justin estaba jugando con la niña, Sarah tenía dos meses y aunque era todavía muy frágil, eso no le impedía a su papá, tratar de hacerla sonreír. Nirvana se acercó a él y recostó su cabeza de su hombro. —Perdón, no debí ponerte elegir entre ellos y yo —dijo justin.

Ella suspiró. —Necesitamos ponernos de acuerdo, no es tan difícil. 

Justin sonrió. —Te amo —dijo girándose y dándole un beso.

Ella sonrió. —Yo también te amo.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora