85.

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La niña se mantuvo acurrucada en su regazo todo el camino de regreso a casa, nirvana la observó por unos minutos, Sarah era muy apegada a ellos, tanto así, que no quería estar con nadie más que no fuera Justin o ella. Se preguntaba vagamente si la estaba mal acostumbrando, es decir, estaba bien el hecho de que los niños amaran a sus padres, pero en su caso particular Sarah no se despegaba de ellos ni un instante, temía que pudiera estar criándola como una chica mimada, que siempre se escudara en ellos y no desarrollara identidad propia.

— ¿En qué piensas? —Le preguntó Justin, bajando del BMW y tomando a Sarah en sus brazos—. Has estado muy callada.

Nirvana caminó tomada de la mano con él hacia el ascensor. — ¿Crees que estamos mal acostumbrado a la niña? Tal vez la estamos acostumbrando demasiado a nosotros.

Justin alzó las cejas. — Apenas tiene diez meses ¿No se supone que así deben ser las cosas? Somos sus padres.

Nirvana se recostó de su hombro. —Tienes razón, es que ser madre es nuevo para mí.

—Lo estás haciendo bien —dijo Justin abrasándola.

Justin había contratado a una decoradora para la habitación de Sarah, nirvana claramente pudo haberla decorado, pero había estado algo ocupada en el trabajo. Aún no la estrenaban.

Era hermosa, todo era en color amarillo, rosa y azul, las paredes estaban pintadas de amarillo y todos los demás muebles estaban combinados, había una pequeña pizarra negra en la pared, y una mesita con tres pequeñas sillas para la niña, cuando la misma quisiera colorear.

— ¿Te gusta aquí? — Preguntó Nirvana mirando a la niña.

Justin depositó a Sarah en la cuna, la niña miró todo extrañada.

—Buenas noches, amor —le dijo él dándole un beso en la mejilla.

Ambos salieron de la habitación, nirvana se quedó en ropa interior. Se metió en las sábanas y se acurrucó en el pecho de Justin. No pasaron ni cinco minutos cuando escucharon el llanto de Sarah.

Ella al principio trató de ir con la niña, pero se contuvo. Sarah tenía que acostumbrarse a dormir sola. Justin acarició su espalda. —Se va a dormir, lo sé —le aseguró.

Nirvana asintió y cerró los ojos, tratando de conciliar el sueño, pero finalmente sintió que sus lágrimas iban a desbordarse por sus ojos, al escuchar a la niña decir "Mami" y "Papi". —Iré por ella —dijo Justin.

Nirvana se quedó sentada en la cama, y cuando él entró con la niña, sintió su corazón romperse al verla con la cara roja del llanto. —Ven aquí, pequeña —le dijo acunándola en sus brazos.

Al otro día cuando se levantó, salió de la habitación y sonrió al ver a Justin con la niña, él llevaba jeans y t-shirt, era extraño verlo vestido así, él siempre llevaba traje. —Te tengo una sorpresa, preciosa —le dijo con una sonrisa—. Vamos a salir.

Nirvana sonrió, optó por un vestido color rosa que llegaba hasta su rodillas, dejó su pelo suelto, buscó zapatos planos y se maquilló un poco, antes de salir preparó el desayuno. — ¿A dónde vamos? —Preguntó curiosa.

—Dije que era una sorpresa

Ella finalmente aceptó su silencio. Se sorprendió al ver que Justin aparcaba en el aeropuerto. No dijo nada. No se estaban yendo de viaje ¿Verdad? Él le avisaría si decidía ir a otro lado ¿Verdad? Respiró hondo, tomó a la niña en brazos y salió del auto.

Observó el avión color blanco con finas líneas en color marrón y rojo que tenía escrito Bieber Café Corporation. Nirvana se quedó en silencio unos segundos, estaba parada frente a él sin saber qué hacer. —Justin —susurró finalmente—. ¿Nos vamos a otro país? —Preguntó.

—Vamos a dar un paseo —dijo él subiendo al avión.

Ella hizo lo mismo, la misma chica que los atendió la otra vez estaba parada diciendo algo, pero ella la ignoró. — ¿Qué? —Pregunto acercándose a él—. ¿A dónde iremos? —Preguntó preocupada.

— ¿Importa? —Preguntó él sentándose.

— ¡Por supuesto que sí! —Exclamó y se odió a si misma por sonar tan brusca. —Es decir —dijo en tono bajo—. Por favor, a donde vamos.

—Solo daremos una vuelta en el avión. ¿Contenta?

— ¿Sin aterrizar? —Preguntó preocupada.

—Vamos a aterrizar para el combustible y luego vamos a regresar. ¿Bien?

Ella asintió. Dejó a la niña en el asiento y la aseguró. Le pasó un pequeño peluche que había en la mesita. Luego se sentó en las piernas de su esposo. No quería estar enojada con él, pero a veces no le gustaba sus ideas alocadas. Consideraba que esta era una de ellas. — ¿Por qué? —Preguntó mirándolo fijamente.

Él rodó los ojos. —Solo quiero tenerte aquí por un par de horas. Solo quiero hacerte el amor en las alturas, o quizás solo dormir aquí, solo eso. No tienes porqué enojarte.

Nirvana se mordió el labio y se acurrucó en su pecho, él la abrasó con fuerza. — Me gusta tenerte solo para mí.

Realmente fue una experiencia linda, y sí, hacer el amor en las alturas era también romántico. Nirvana abrió los ojos, se había quedado dormida después de hacer el amor al menos tres veces con su esposo.

Sintió su brazo envolviéndola, acercándola más a él. No se podía quejar, él se había convertido en su hombre perfecto. A decir verdad, él siempre lo había sido aunque no lo dijera, y aunque no estuvieran de acuerdo en muchas cosas.

Amaba la forma en la que él la cuidaba. Sí, a veces su actitud era irracional, pero al final de cuentas siempre la había protegido, siempre.

—Gracias —dijo entrelazando su mano con la de él—. Por todo. Él sonrió y le dio un beso en la frente.

Cuando regresaron a casa, Nirvana fue directo a la cama, ya había anochecido, Sarah se había quedado dormida en los brazos de Justin, así que ni siquiera consideraron la idea de llevarla a su habitación, solo la acurrucaron contra ellos toda la noche.

Justin al otro día regresó al trabajo. Nirvana no lo hizo, decidió quedarse ese día en casa, sus piernas dolían y no era para menos, Justin y ella habían experimentados todas las posiciones posibles a la hora de tener sexo. Él la abrasó antes de irse y le dio un beso en los labios.

Susana había tratado de hacer ir a la niña a sus brazos pero Sarah se había negado. A mitad del día nirvana recibió una llamada de Lucía.

— ¡Vane! —Exclamó ella del otro lado del teléfono—. ¿Tienes planes para esta noche? Preguntó.

Nirvana frunció el ceño. —No —respondió sinceramente.

—Hay un bar nuevo que quiero conocer. ¿Qué te parece si me acompañas?

— ¿Cuándo?

—Esta noche.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora