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  —Vamos a calmarnos —dijo Lucía interviniendo—. Justin, ve a dormir ¿Si?
Él la observó con el ceño fruncido. —Tú no me das ordenes —dijo saliendo de la habitación y estrellando la puerta.
— ¿Quieres dormir conmigo, Sarah? —Preguntó Lucía dulcemente.
La niña se abrasó a las piernas de su madre y negó.
Y en ese momento Nirvana entendió que en sus manos estaba hacer que la niña amara a su familia o los odiara. — Todo está bien, regresa a la cama.
La niña se metió debajo de las sábanas, y se quedó observándola. Nirvana les indicó a Adam y a Lucía que se podían marchar, y cuando estuvo sola abrasó con fuerza a Sarah. —No estés triste, Mamá y papá a veces pelean, pero eso no quiere decir que papá sea malo o que ya no te quiera al contrario, papi te ama.
— ¿Por qué estaban enojados? —Preguntó la niña.
—Cosas de adultos, amor —le respondió besando su cabecita.
Al otro día, todo estaba tenso, era de esperarse, es decir, todos se habían visto envueltos en la pelea que tuvieron ella y Justin. La niña al principio pareció estar algo tímida, pero luego de unos minutos, volvió a ser la misma niña traviesa que era antes, abrasó a todos y sonrió.
Nirvana por cuestiones de lógica, se quedó alejada de ellos, principalmente de Justin, el cual no dejaba de mirarla, ella se las había ingeniado para evitar su mirada y concentrarse en cualquier otra cosa que no fueran sus ojos.
— ¿Irás a casa el otro fin de semana? —Preguntó la niña sonriendo.
Él negó lentamente. —Estaré de viaje, amor.
—Siempre estás de viaje —dijo la niña tristemente.
Todos lo notaron. Y Nirvana quería cambiar esa situación, pero escapaba de su control, porque Justin era un hombre mayor e independiente, no podía obligarlo a permanecer en algún lado.
Le dolía que él corriera de los problemas, sabía que adoraba a la niña, pero al parecer no podía manejar el hecho de ser padre, no sabía cómo hacerlo, y no había nadie a su lado para enseñarle lo que debía hacer o no delante de una niña de cuatro años.
—Te llamaré —dijo él con una sonrisa que no legó a sus ojos.
Nirvana rodó los ojos. Sí, la niña tenía un celular con tan solo cuatro años, lo había considerado excesivo, pero él le había dado una charla acerca de la seguridad, y al final lo aceptó, no era muy difícil manejarlo porque solo tenía tres números de teléfono registrados y los tenía en marcación rápida. Justin era el número uno, ella el dos, y Adam el tres.
Si Sarah tenía problemas solo tenía que dejar presionado uno de los tres números. Solo eso.
Cuando llegó a casa, encontró a Christopher acostado en la cama, viendo tv y comiendo palomitas. —Llegaste temprano. ¿Cómo te fue?
—Todo bien —respondió ella, notando que solo tenía su pantalón de chándal. Era domingo, apenas las once. — ¿No crees que te harán daño esas palomitas? Es muy temprano.
Él se estiró, dejándola ver su perfecto y torneado pecho. Ella se acostó en la cama y sonrió al sentir que la abrasaba. Estaba cansada, no había podido dormir después de que Justin había salido de la habitación. Y además se había acostado con él. Había traicionado a Chris.
— ¿Pasa algo? —Preguntó él, besando su cabello—. Te siento tensa.
Ella negó, sin poder mirarlo a la cara. Se sentía sucia.
—Voy a dame un baño —dijo saliendo de la cama rápidamente—. Prepararé algo de comer y luego...
Él se quedó mirándola fijamente. — ¿Qué pasa?
Ella negó y entró al baño rápidamente. Dios, ¿Qué diablos estaba haciendo con su vida?
Christopher se paró de la cama y entró a la habitación de Sarah. La niña estaba sacando juguetes de una canasta. —Sarah... —dijo él lentamente. Temiendo que la niña fuera a gritar. Pocas veces ellos estaban solos en algún lugar, la niña le corría.
Ella enfocó sus ojos hacia él. Los tenía marrones. — ¿Qué le pasa a Nirvana? —Preguntó él lentamente, entrando a la habitación y cerrando la puerta. —Ella está algo rara, parece triste. ¿Por qué mami está triste?
La niña se quedó mirándolo, como si debatiera en su pequeña cabeza qué hacer. —Por favor, solo quiero saber porqué está mal. ¿Qué pasó en casa de tu abuelo?
La niña miró al piso. —Discutió con papá —respondió finalmente.
— ¿Cómo? —Preguntó él—. ¿Le dijo algo malo?
La niña miró a la ventana. —Papá entró a la habitación anoche —dijo lentamente.
— ¿Durmió con ustedes anoche? —Preguntó él enojado—. ¿En la misma cama? —Presionó.
—Ellos pelearon —respondió la niña.
—Eso no fue lo que te pregunté —dijo él acercándose—. ¿Durmieron en la misma cama? Sarah, solo tienes que decir sí o no.
Ella se quedó en silencio. — ¡Responde! —Le gritó él.
La niña se encogió. —Sé que me entiendes, solo es una maldita pregunta.
—Llamaré a mamá —dijo la niña, tratando de salir de la habitación, pero él le bloqueó la puerta. —Dime, Sarah.
— ¡No! —exclamó la niña tirándole sus juguetes.
Cuando nirvana salió del baño y se visitó se sintió mejor. Fue a la cocina y vio que Chris estaba sentado en el comedor, tecleando rápidamente. — ¿Estás bien? —preguntó ella, parecía enojado.
Él no respondió. —Chris... ¿Qué pasa? — Preguntó acercándosele.
Escuchó el timbre sonar, y antes de caminar hasta la sala, vio como Sarah corría a toda velocidad a abrir la puerta. Se sorprendió al ver a Justin entrar rápidamente a la casa, por un momento pensó que se dirigía a ella, pero no, siguió de largo y golpeó a Chris.   


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora